Andrelo Suárez, artista plástico: "En Andalucía a veces pecamos de una mirada un tanto pesimista"
Andrelo Suárez | Diseñador, artista plástico y escultor
El artista andaluz Andrelo Suárez es un milenial nacido a finales del siglo XX, pero responde al conocido canon de hombre del Renacimiento. Fotógrafo, poeta, escultor, diseñador, su obra oscila entre el collage, la abstracción geométrica y el juego de los espacios, luces y sombras. Las influencias le vienen de la arquitectura y de escultores como Eduardo Chillida, y sus propuestas transmiten esa serenidad que tanto agradecemos en este presente nuestro, de agitación, de sobreinformación, de estímulos y de gente que no para de dar la brasa con lo suyo. Con Andrelo Suárez nos detenemos –creo que esa es la palabra- unos minutos para hablar, con tranquilidad, acerca de su idea de la abstracción, de la fotografía o de las oportunidades que hoy tenemos para ser un hombre del Renacimiento en su Andalucía natal.
Pregunta.-Tengo entendido que, en este ratito de entrevista, le pillo por Barcelona.
Respuesta.-Así es. Participo en una exposición colectiva en el espacio Taula. La exposición gira en torno a la relación del arte y los objetos. Han contactado con varios artistas y diseñadores de diferentes ciudades de España.
P.-¿Es un tópico decir que en Andalucía tenemos menos oportunidades para hacer cultura? Si tomamos como referentes a Barcelona o a Madrid.
R.-Por mi experiencia en estos años creo que sí, que es un tópico. Aunque todo tópico tiene un poco de verdad. Ahora bien, no creo que sea imposible hacer cultura desde Andalucía. Y tampoco creo que esta situación sea algo que únicamente se dé en nuestra tierra. En Andalucía a veces pecamos de una mirada un tanto pesimista. Aquí hay mucha gente haciendo cosas muy interesantes. O al menos es lo que puedo percibir. Con esfuerzo y sacrificio todo se hace.
P.-¿Qué aporta la arquitectura a la obra que usted desarrolla?
R.-La arquitectura influye, sobre todo, en el aspecto visual. En mi caso, desde pequeño he tenido un interés bastante intenso por el concepto de espacio. Me llama la atención el juego geométrico de lo arquitectónico. La conjunción de los distintos espacios, los volúmenes, de dónde viene la luz. Encuentro mucha inspiración ahí. Todo ello lo he ido intentando proyectar en mi obra de diferentes maneras. Mi estilo de trabajo se basa en eso: la conjunción de espacios y cómo interactúan entre sí.
P.-Otro rasgo que define su trabajo es el uso de la abstracción geométrica. ¿Por qué decidió ese camino?
R.-Ese camino viene un poco por mi formación de diseñador gráfico. En esos años me formaron para buscar la síntesis. La geometría es una forma de sintetizar la complejidad de nuestro entorno. De todo lo que vemos en nuestro día a día. Todo puede ser explicado a través de formas geométricas o compuesto a través de esas formas geométricas. Gracias a ese aprendizaje, y a mi formación como diseñador, fui desarrollando ese interés por la abstracción geométrica. La abstracción al final es una búsqueda. Una síntesis de una sensación. El lenguaje de la abstracción puede ir más allá que el lenguaje de la figuración. O de una fotografía.
P.-Sí: quizá el lenguaje de la abstracción suponga una ruptura mayor que la que nos ofrezca la figuración. A propósito de esta idea que me comenta, una frase que le he leído en su Instagram: “La poesía tiene poder de destrucción”.
R.-La poesía tiene un doble componente: es al mismo tiempo destructiva y constructiva. Puede ser destructiva y a la vez inspiradora. Relacionado con esto escribí también una frase que decía: “Me alimenta el mismo fuego que me quema”. Todo tiene que ver con esa tendencia de la poesía a la catarsis. A la belleza que se puede encontrar en la sombra, no sólo en la luz. La poesía, para mí, es una manera de gestionar acontecimientos vitales –en este sentido similar a lo que proyecto en mis cuadros-. La poesía procura encontrar belleza en esa complejidad del día a día. Es casi un mecanismo de defensa.
P.-Ha mencionado dos palabras: luz y sombras. Ambas recuerdan a un proyecto en el que usted trabajó y que título Atmósferas. Qué le sienta mejor al artista: ¿la luz o la sombra?
R.-Te diría que la sombra. El artista se nutre de las vivencias y de las experiencias que tiene. Creo que era Keith Richards quien decía que él, cuando estaba bien, no escribía canciones, sino que se iba de copas con sus amigos. Creo que necesitamos vivir –estar en la sombra- para luego contar. También pienso que la luz no existiría sin la sombra. Pero no tenemos que huir ni temer a la sombra. Mi forma de gestionarla es a través del arte.
P.-El propósito de su obra hacia dónde se inclina: ¿hacia la pregunta o hacia la respuesta?
R.-Encuentro muchas respuestas en las preguntas. En el sentido de la pregunta abierta, quiero decir. Casi todos mis textos acaban con preguntas. Encuentro mucha luz en la incertidumbre. En el hecho de haber alcanzado una pregunta, la cual me permito interpretarla y de ahí dar espacio a distintas respuestas. Mi obra no tiene intención de dictar sentencia de nada, sino lanzar cuestiones que igual alguien comparte. Hacernos las preguntas ya es un principio para el avance de la persona y del artista.
P.-¿Y cuáles son las preguntas o las respuestas que usted busca ahora?
R.-Me encuentro en una etapa de transición. Una etapa en la que busco conectar con una parte más esencial de mí. Ya llevo unos años trabajando en esto. Me resulta complejo que vaya de la mano lo profesional y lo artístico. A veces son conceptos antónimos. Me encuentro ahora mismo en una búsqueda de vuelta al origen. De volver a conectar con conceptos básicos que son el motor de mi obra. También me estoy permitiendo ahondar en la experimentación.
P.-Además de la obra plástica, usted también se dedica a la fotografía. ¿Una imagen que haya fotografiado o haya visto y que no se le haya olvidado?
R.-Tendría que pensar. Pero hay una en particular a la que le tengo un cariño especial. Es una fotografía que hice con la primera cámara que tuve de adulto –un regalo de mis padres-. La foto es un hombre con un sombrero, solo, caminando, en el patio de Banderas del barrio de Santa Cruz. Fue uno de esos momentos en los que uno está en el momento exacto. Todo acompañaba: el espacio, la imagen. A esa foto le tengo un cariño especial.
P.-Por último, también la escultura. Otra de sus inquietudes. ¿A quién le pondría usted un monumento?
R.-A Eduardo Chillida. Pude visitar su museo en el País Vasco, hace cosa de un mes, y me atrae muchísimo. Cómo juega con el espacio y con el vacío.
También te puede interesar