"Soy tan de Antonio Machado como de Manuel Machado"
José Luis Rodríguez Ojeda | Profesor, filólogo y poeta
José Luis Rodríguez Ojeda (Carmona, 1957), profesor y filólogo, lleva más de treinta años recorriendo ese equilibrio en el que convergen poesía y flamenco. El poeta, hace unos meses, decidió celebrar la significativa fecha y reunió toda su poesía –la cual es espejo y reflejo de las letras del cante- en Canción del camino –Colibrí ediciones-. En este volumen se recopilan los ocho poemarios del autor, con prólogo del catedrático de Lengua y Literatura Francisco Martínez Cuadrado. De Consencuencia de andar a Por alumbrar lo imposible, Rodríguez Ojeda nos habla de la pérdida, de la memoria, del pueblo, de Andalucía, de lo jondo. Ya sea desde el lenguaje del poema o desde el lenguaje del flamenco. Esos dos idiomas tan semejantes en sus gramáticas. La gramática de la conmoción, la emoción y las exactitudes.
Pregunta.-¿Por qué ahora decide reunir su poesía?
Respuesta.-Se dan varias razones. La primera es cronológica: se han cumplido treinta años desde que publiqué mi primer libro, en 1994. La segunda se debe a que tenía la sensación de que en poesía lo tenía casi todo dicho.
P.-¿Cuándo y por qué empieza usted a escribir poesía?
R.-Desde siempre, desde niño, he tenido la pasión por los versos. Ya en el colegio se me aparecían esas primeras sensaciones de mi infancia en poemas que leía, en los libros de texto. Me aprendía de memoria esos poemas. Sí: a esa temprana edad ya sentía esos versos que leía. Y en paralelo, en mi familia, el flamenco ha estado muy presente. Por lo que las letras del cante me interesaron enormemente. Desde niño conocí esos dos mundos –poesía y flamenco- que para mí se unen. Con el tiempo, entablé amistad con el poeta José Belloso. Ahí empecé a desarrollar mi pulso poético. Ya lo de reunir mis poemas vino más tarde, con la publicación de Consecuencia de andar. Recuerdo que Javier Salvago fue quien me animó a publicarlo.
P.-¿Recuerda usted el primer poema que escribió?
R.-Pues la verdad es que no lo recuerdo. Pero sí recuerdo las primeras sensaciones de esos primeros poemas de niño. Yo tenía ocho años cuando le escribí un poema a mi abuela, por su santo. No llegué nunca a leerlo en público. Con diez u once años, en mi colegio, hubo un concurso de poemas. No sé bien por qué, pero le dediqué un poema al río Miño –no al Guadalquivir, al Miño (risas)-. Probablemente estuviésemos dando los ríos en clase y fue el Miño el que tocaba por entonces.
P.-¿En qué coinciden el flamenco y el poema?
R.-Coinciden en el concepto de poesía. En mi caso, creo, las letras del cante son poesía de la experiencia –aunque quizá sea esta una etiqueta ya pasada-. Las letras del cante nos hablan de los temas fundamentales: el amor, el desamor, la vida, la muerte, la pena. Como poeta, no encuentro mejor forma que las letras del cante para expresar lo que quiero decir. De joven tuve mis prejuicios, y temía que me consideraran sólo un letrista. Ahora esos prejuicios están más que salvados. Las buenas letras del cante –tantas como recogió Demófilo- me sirven de referencia y de motivación para escribir.
P.-¿Y en qué se parecen los poetas y los flamencos?
R.-Se parecen en la expresión de lo recóndito. Ambos ahondan en la profundidad de la vida, y en sus márgenes. Los poetas y los flamencos se parecen en una expresión que a mí me gusta mucho: el cante jondo.
P.-A propósito de esa expresión, un poema de Manuel Machado: A todos nos han cantado / en una noche de juerga / coplas que nos han matado... ¿Cuáles son esas coplas que le han llegado y que no olvida?
R.-Hay una cantidad inmensas de coplas que me estremecen cuando las recuerdo. No sólo cantadas, también leídas. Por ejemplo: “Dejo la puerta entorná / por si alguna vez te diera / la tentación de empujar”; “Yo no sé qué tiene / la yerbabuena de tu huertecito / que tan bien me huele”; “Si Dios me diera a mí el mando, / como se lo dio a la muerte, / yo quitaría del mundo / a quien me estorba quererte”. Son letras de una gran profundidad, pero con elementos muy cercanos a la realidad. Luego hay otras coplas, que conste, que hay que desbancar. Coplas nefastas. Incluso desde el punto de vista del concepto social. Hay muchas letras machistas o retrógradas.
P.-De esta poesía reunida destaco dos nombres: Manuel Machado y Javier Salvago. Quizá dos autores que son principio y fin de sus poemas.
R.-Totalmente. Leer a Javier Salvago supuso un impacto para mi obra. Nos conocimos en la primera Bienal de Flamenco, en el año 1980. Ahí ganamos un primer premio, en distintas modalidades. En aquellos años tenía mis prejuicios con esa poesía influenciada por el flamenco, que a mí me parecía liviana, pero Salvago me quitó estos prejuicios. El cantaor de culto Miguel Vargas, de La Puebla de Cazalla, vivió en Paradas, y conocía a la familia de Javier y al propio Javier. Yo le hice a este cantaor el último disco, que en un principio se lo iba a hacer Francisco Moreno Galván, pero estaba ya impedido, y le comentó a Miguel [Vargas] que me buscara. Con Salvago decidimos hacer el siguiente disco del cantaor, pero desgraciadamente este cayó enfermo y falleció a los pocos meses. Salvago es un amigo y un maestro para mí. De Manuel Machado tengo un poema titulado Y tan lejos y tan cerca donde hablo de la relación entre los dos hermanos, Antonio y Manuel. Con el segundo también tuve mis prejuicios, pero hoy día lo considero un gran maestro de la poesía. Soy tan de Antonio Machado como de Manuel Machado.
P.-Otros nombres que aparecen en este volumen: amigos como Juan Lamillar o Jesús Tortajada. ¿A veces se aprende más de los amigos poetas que de los maestros poetas?
R.-Sí. Porque con los amigos poetas suele haber una relación más fluida, naturalmente. Con los amigos está la ironía, el humor y la poca vergüenza –entiéndase- de decirnos lo que honestamente opinamos de los poemas del otro. Tanto lo bueno como lo no tan bueno (risas).
P.-Para concluir: Canción del camino. Poesía reunida (1994-2024) cierra con unos inéditos. ¿Termina aquí su obra?
R.-Espero que no, aunque tengo la sensación de que sí. Respecto de los inéditos, tenía esos poemas sueltos, escritos en el año 2024, y he querido incluirlos en el volumen porque hablan de cuál es mi obra y, además, su fecha coincide con los treinta años de aquel primer poemario que publiqué, Consecuencia de andar.
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