“Tenemos que dar la batalla por la normalidad”
Ricardo Piñero. Filósofo
El catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Navarra asegura que "para degustar los sabores de la vida necesitamos los sinsabores”
Ricardo Piñero Moral (León, 1965), es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Navarra, donde enseña filosofía. Anteriormente fue profesor en la Universidad de Salamanca. Entre sus trabajos destacan aquellos en los que han analizado el pensamiento estético español. Una de sus publicaciones más relevantes es ‘El arte de mirar: la trascendencia de la belleza’. Precisamente, hace poco ha visitado Sevilla para hablar del color del tiempo y cómo la belleza va moldeando la mirada.
Pregunta.–El color del tiempo, título muy sugerente para unas jornadas sobre el patrimonio...
Respuesta.–El color del tiempo es evocador de muchas cosas. Cuando te dedicas a la filosofía, a pensar, una de las variables fundamentales es el tiempo y tiene que ver mucho con el color. La vida humana es tiempo y va cambiando. Tiene muchos matices.
P.–El título de su ponencia también da mucho que pensar. ‘La imposibilidad de la mirada...’
R.–Es enigmático, una forma de llamar la atención sobre algo muy sencillo. Estamos acostumbrados a ver pero muy poco a mirar. La mirada requiere de tiempo. Ni siquiera uno ha decidido que necesita tiempo para ponerse a mirar. El objetivo de ese despertador es llamar la atención. Siempre miramos en diferido. El compás lo marco otro. Eso se nota de manera más precisa en las ciudades. Yo vivo ese contraste porque soy habitante de un pueblo de 40 personas. Cuando estoy en la ciudad, en la universidad, me encuentro a diario cómo se cambia el tiempo y la relación con las personas y objetos.
P.–¿La belleza da la felicidad?
R.–Stendhal anotó en su viaje a Italia que la belleza es una promesa de la felicidad. Se confunde la belleza con la felicidad. Es una promesa que todavía no está cumplida. La belleza tiene mucho que ver con la esperanza porque está por hacerse. Uno percibe detalles y lo hace a través del color, las formas, el tiempo… La belleza forma parte de nuestra naturaleza como seres humanos.
P.–La Iglesia entendió se empleó muy bien en acercar a Dios, a la divinidad, a través de la belleza, la vía pulchritudinis.
R.–Benedicto XVI dijo que se puede vivir sin cosas de primera necesidad, pero no sin belleza. Por eso la Iglesia lo utilizó porque la belleza es una buena noticia.
P.–¿Se puede ser feliz todo el tiempo o es necesario ser infeliz también?
R.–Es iluso pensar que podemos estar siempre felices. Es una aspiración. El contraste te ayuda a degustar la felicidad. Pero para degustar los sabores de la vida necesitamos los sinsabores.
P.–Se habla mucho de la sociedad Disney en la que vivimos.
R.–Algo muy contradictorio de la belleza es la irrealidad. Los mundos Disney están marcados por esa irrealidad. La consecuencia directa de ello es la frustración, la infelicidad, la insatisfacción, la depresión…
P.–Vivimos en una sociedad sumamente polarizada. O es usted blanco o es negro. Hemos olvidado los colores.
R.–Es importante que experimentemos. Hay que ver los matices, los detalles, los colores… tenemos una gran inmensidad cromática que es infinita. Estamos irremediablemente acostumbrados a los clichés. Esas pequeñas cosas nos marcan.
P.–¿Es difícil ser normal hoy en día?
R.–Nos gusta tanto lo extraordinario que hemos perdido el gusto por lo ordinario. Hay que dar la batalla por la normalidad. La vida humana está hecha de cosas diminutas que tienen un tiempo y un espacio en el que son fecundas. La belleza agrada y la fealdad desagrada. Cuando nos carecemos de buen gusto y perdemos nuestra capacidad de discernir.
P.–Háblenos de su visión de Sevilla
R.–Normalmente, uno pierde la capacidad de admiración cuando vive en un territorio. Las luces, los aromas… nunca son iguales. En Sevilla se cumple lo del color del tiempo perfectamente. Cuando voy a Sevilla me encanta salir a pasear al amanecer y al atardecer. Ves como el tiempo ha ido construyendo la ciudad sorbo a sorbo. Hay un enorme respecto por las cosas que han pasado, que han sucedido. Esa circunstancia nos lleva a tener esperanza en lo que está por venir. Insisto, las luces, los sabores, los olores… es todo un espectáculo.
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