"A creer en lo imposible nos empuja la realidad"

Félix Palma | Escritor

Félix Palma.
Félix Palma. / J.M. Bausá

SI CREÉIS, APLAUDID. Con El gran timo de las hadas (Destino), Félix J. Palma (Sanlúcar, 1968) monta una historia sobre la necesidad de creer en lo imposible a partir del caso de las hadas de Cottingley, famoso por la implicación de Arthur Conan Doyle. La novela lo lleva de ‘gira feérica’ con presentaciones en Sevilla (Botica de Lectores, 4 de julio), Cádiz (Feria del Libro, 5 de julio), Sanlúcar (Bodegas Argüeso, 6 de julio), Chipiona (Librería Central, 7 de julio) y Jerez (Luna Nueva, 8 de julio). Con el nuevo título, Palma tiene previsto iniciar una trilogía basada en los timos que dialogará con su anterior apuesta, la Trilogía Victoriana, que llega por primera vez completa, de la mano de Booket, en una reedición ilustrada por Claudio Sánchez Viveros. 

–¿Cuándo supo que iba a escribir algo sobre el caso de las hadas de Cottingley?

–Pues hace bastante, documentándome para la Trilogía Victoriana. No sé si para El mapa del tiempo o El mapa del caos, pero creo que fue para la primera porque ya metía a Doyle, con Wells diciendo que “Doyle creería hasta en las hadas”. Creo que intenté meterla, pero era una historia tan chula que no quería desaprovecharla, aunque no terminaba de encontrar la clave. Hasta que, hablando con mi mujer, me sugirió que lo usara de fondo. En El gran timo de las hadas, el caso Cottingley y Doyle suponen el inicio de una gran moda o fiebre feérica: un buen punto de partida para meter a dos pícaros aprovechados. 

–Lo que no me podía imaginar era el mashup con los Peaky Blinders.

–El situar la acción principal alrededor de la I Guerra Mundial me permitió hablar de un Londres fantasmal, sin apenas población joven y con las mujeres ocupando los puestos del tapiz social, sobre todo en el laboral, sin que la sociedad colapsara. Ahí surge una especie de protomafia relacionada con las apuestas, que es lo que veíamos en la serie Peaky Blinders: que me vino muy bien también a nivel narrativo, pero que no es cronológicamente exacto, ni aquí ni en la serie, pues la época de gloria de esta banda fue algo antes, entre siglos. 

–La pregunta que se hace todo aquel que conozca el caso es cómo es posible que Doyle lo creyera, y creyera también en el espiritismo. El creador de la mente de ficción más lógica y empírica.

–Pues mira, yo creo que la clave precisamente la dio una de las niñas protagonistas, que mantuvieron su mentira durante muchísimo tiempo. Ya anciana, y reconociendo que todo había sido una filfa en una entrevista para la BBC, admitía que no podía imaginarse cómo dos niñas, con un truco tan barato, habían podido engañar a tanta gente. Y al final la conclusión a la que llegaba:“Lo mismo era porque querían creer”. En el caso del espiritismo, por ejemplo, Doyle había perdido a un hijo en la guerra y, en un breve plazo de tiempo, a su mujer y a su madre. Es comprensible. Respecto a las hadas, Doyle nunca llegó a decir palmariamente que lo creía:pensaba estar ante el mayor timo de la historia, o ante un descubrimiento que cambiaría el mundo. Ten en cuenta, que cuando los fotógrafos analizaban las fotos decían que no había trucaje, pero trucaje fotográfico, claro. Y luego pienso que creer en imposibles es algo hacia lo que la realidad nos puede empujar.

–Algo más allá de “listos y tontos”. 

–Sí, sobre todo, está la cuestión de que la magia, o las mentiras, son necesarias para sobrevivir y enfrentarnos a esta realidad vulgar y hostil. Por eso los mismos protagonistas dicen que dejarán de fotografiar la verdad del mundo, “triste y cruel, para plasmar lo que la gente “de verdad quiere ver”. Con cosas como el espiritismo, las hadas, la creencia en lo oculto... se intentaba recuperar el misterio por lo imposible que la sociedad materialista había arrebatado. 

–No deja de ser curioso que, de la segunda mitad del XIX hasta después de la I Guerra Mundial, una época de avances científicos como nunca se vio, surjan este tipo reacciones. Quizá porque, precisamente, todo era posible. 

–En cuanto se pueden tomar fotos decentes y de una forma más o menos fácil, fíjate que enseguida surge la fotografía parapsíquica: también porque el revelado no era bueno, y cualquier sombra o mancha podía interpretarse como ese misterioso “algo más”. Yluego se dieron casos como lo del Gran Engaño de la Luna. Yo creo que era forma de decir:no me restrinjas en mundo, yo quiero que exista todo. Cosas así, sólo se podían dar en esa época. Ahora sabemos que con los efectos especiales, con la IA, pueden trucarlo todo y hacernos creer lo que queramos. Aunque siempre habrá comunidades ufológicas, claro. 

–Otra de las líneas de las que tira la novela, y que está también muy relacionada con el mito de las hadas, es la del destino.  

–Como los dos protagonistas han de transformarse en expertos en hadas, pues tuve que convertirme un poco en lo mismo en el proceso de documentación. En la historia planteó hasta la posibilidad de que se estudie la ‘Fadalogía’, así que tenía que hacerlo lo más creíble que pudiera. Cuando me enteré de que había figuras que tenían los hilos del destino, decidí jugar con ello, que es algo que me ha gustado siempre mucho y que usé también en Las corrientes oceánicas: hasta qué punto lo que pasa es azar, y hasta qué punto es inevitable. Esa fuerza de casualidad contra destino no podía dejarla pasar en ciertos momentos de la novela:cuánto hay de decisión personal o cuánto de lo que pasa está dirigido por las hadas. 

–Que está ligado también al juego realidad-fantasía... 

–Me gusta además lo de no dejar una sola opción como guiño a aquellos lectores de lo fantástico que han cogido un libro de una colección que no es propiamente de fantasía. Nos colocamos en el lado correcto del escaparate pero, alguna vez, se me escapa una pequeña travesura. 

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