“No vamos a volver al armario, ¡nunca, jamás! Eso es imposible que suceda”
MÓNICA NARANJO | CANTANTE Y COMPOSITORA

Sola, Solo se vive una vez, Desátame, Pantera en libertad, Sobreviviré, No voy a llorar, Europa... Mónica Naranjo, La Pantera de Figueras, celebra tres décadas rugiendo éxitos con Greatest Hits Tour. Tras pasar por EEUU y México, estará en octubre en Sevilla (día 11) y Murcia (18), en noviembre visitará Málaga (1) y Valencia (22) y cerrará en diciembre en Madrid (15) y Barcelona (19).
–Con Greatest Hits Tour celebra 30 años de trayectoria. ¿En qué momento le llega?
–En uno muy bueno, armónico y reflexivo. ¡Son 30 años –ríe–!, ganándome la vida con lo que más me gusta. Es toda una bendición.
–Cantará sus temas más emblemáticos con el sonido para el que fueron confeccionados. ¿Surgió así o se lo pedían sus seguidores?
–¡No, qué va! Una gira de celebración como esta había que afrontarla de otra manera. En una reunión dije: “¿Cuál es la manera de presentarse, en una gira como esta, como nunca nos hemos presentado?”. Yo soy muy dada siempre a reversionar las canciones, a darles una vuelta de hoja.
–¿Qué define a su público por encima de todo?
–Es muy fiel y muy leal, abierto a aprender. El impacto más grande que tuve fue hace 16 años, cuando volví con Tarántula. Cuando me fui de los escenarios nunca tuve la sensación de que se me echara de menos. Me acuerdo de que días antes del lanzamiento del disco con Europa, estaba escuchando la canción en casa –ríe– y, de repente, me empezó esa risa nerviosa por el miedo, la incertidumbre de lo que va a pasar. No solo volvía después de siete años, sino que lo hacía con un tema de siete minutos que era todo lo opuesto a lo que yo había trabajado en el pasado. Ahí me di cuenta de que me habían echado muchísimo de menos, que la fidelidad estaba intacta, la lealtad más fuerte que nunca y, sobre todo, las ganas de seguir evolucionando conmigo. Abrazaron tan fuerte Europa que se convirtió en uno de los hits más importantes de mi carrera.
–Para que se queden tranquilos sus fans de Chile, ¿se retomará, tras la cancelación, alguna fecha allá?
–Sí, sí, sí, pero con otro promotor. El problema que tuvimos fue que el promotor nos engañó, literalmente –ríe–. Nos lio una muy gorda y, al final, por una cuestión legal no podíamos decir qué había pasado, las explicaciones que le debíamos al público no podíamos hacerlas. Es una fecha que vamos a recuperar posiblemente en 2026.
–Año 2021 en Chiclana (Cádiz), en la gira Puro Minage alguien le gritó: “¡Canta Desátame, canta una de las antiguas!”. ¿Lo recuerda?
–¡Madre mía, es que hemos hecho tantos conciertos! Me acuerdo de una que eso sí que fue memorable. En el Auditorio de mi comadre, Rocío Jurado (Sevilla), en uno de los interludios de Adagio, una de las chicas del público dijo: “¡Pepe (Herrero, director musical de la gira), córtate las puntas!” –ríe–. Yo estaba a punto de salir al escenario y pensé: “¡No me puedo creer la gracia que tiene la tía!”.
–Se lo traía a colación por saber cómo se lleva usted con la nostalgia.
–Bien. Intento no vivir mucho el pasado, incluso lo incorporo al trabajo porque el pasado ya se hizo. Me gusta vivir el presente, es lo que tengo. Ni siquiera el futuro porque si algo he aprendido es que Dios se ríe de nosotros –ríe–. Todo sucede de la forma más inesperada, nunca como planeas.
–En 2024 publicó Fama, donde hablaba de esa niña que quería ser artista. ¿Ha logrado convertirse en la creadora que siempre soñó?
–Sí, sí, sí. He volcado mi vida entera dedicada a la música. No he tenido otra que no haya sido esa. El secreto para mantenerse 30 años es 24/7, no hay más. En la vida hay que marcar un propósito y seguirlo hasta conseguir el objetivo.
–¿Cuál es el secreto para haber sobrevivido a la piratería, el streaming o TiKTok?
–Es una evolución. ¿Te vas a poner en guerra con algo que mueve el mundo? Ahí estamos todos, adaptándonos a las nuevas tendencias, apps, streamings... Lo que me da muchísima pena son los autores porque son los grandes perjudicados. Y son tan esenciales porque si no hay autores no hay música, y sin música no hay ventas, ni TikTok, ni YouTube ni nada. Es el sector más necesitado y maltratado.
–El Parlamento de Hungría ha prohibido la marcha del Orgullo. Como defensora del colectivo, ¿teme que algo similar pueda darse aquí?
–Si tú no quieres que algo pase, no lo pienses. El tema de las redes sociales es muy peligroso porque, de repente, cuatro personas lanzan la misma noticia que, a lo mejor, es menos de lo que era. Al final el bulo se hace más grande. Hay que tener mucho cuidado con la información, mucho. Somos una mente colectiva, somos uno. ¡Si vieras la fuerza que tenemos todos como energía si estamos conectados en el bien! No pueden pasar cosas malas, es imposible. Pero claro, por lo que veo todo lo malo vende, quiere ser escuchado. Los medios de comunicación lo saben y los cuatro manipuladores también. Si quieres desviar la atención y deshacer esa mente colectiva, lanza mierda que verás. El ser humano no puede dejarse manipular tan fácilmente. Si toda la atención que le damos a una esquina, se la diéramos a la esquina que verdaderamente hace bien en la vida y que todos progresemos y que todo esté en paz y armonía, ¡hostia, el ser humano podría hacer cosas increíbles! Nosotros no vamos a volver al armario, ¡nunca, jamás! Eso es lo que hay que pensar, es mi mantra. Es imposible, tenemos que quitarnos eso de la cabeza.
–En 2026 hará una década de su ópera rock Lubna. ¿La rescataría para el directo?
–Al final las cosas se retoman, como con Puro Minage, que en su momento me quedé con una espinita porque no era el disco que yo quería lanzar y cuando Sony me pidió la reedición, se hizo como tenía que ser. A mí Lubna me consumió. Cuando entregué el disco, la segunda mezcla, que era la sinfónica, no tenía más fuerzas. Fue la grabación más dura que he tenido en mi vida, la más arriesgada y la que más atención me requirió en cuestión de mezcla. Lubna se puede retomar en cualquier momento, es algo contemporáneo, que se creó para un gran teatro. ¿Quién sabe?
–¿Para cuándo una biografía o biopic de Mónica Naranjo?
–¡Jamás! No hay nada que contar. Tengo la vida más aburrida, estricta y disciplinada que un artista pop pueda tener. ¿Vas a hacer ocho capítulos de una mujer que se levanta por la mañana y se va a pasear a la playa? Es absurdo –ríe–.
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