“Antes oías cantar y silbar por la calle, ahora nadie lo hace”
Raúl Alcover | Cantautor
Raúl Alcover nació en Granada, más concretamente en el barrio de El Realejo. Es músico, cantante, compositor y arreglista. Tiene en su currículo una nominación a los Premios Goya por ser el autor de la banda sonora de la película de ‘Los invitados’. Formó parte, cuando era muy joven, del movimiento cultural Manifiesto Canción del Sur, de donde salió Carlos Canos. Con Enrique Morente trabajó en diversas adaptaciones de Leonard Cohen. Ha compuesto música para diversos programas de televisión como Metrópolis y Documentos TV. Es un estudioso de la vida y obra de Federico García Lorca.
Pregunta.–Se van a celebrar los Goya en Granada y no lo han invitado a la ceremonia. ¿Y eso?
–No sé. Por desconocimiento, por desidia... La verdad es que no me viene de nuevas. Mucha gente de aquí desconoce cosas interesantes que se están haciendo por la ciudad y la cultura. Ahora Granada compite para ser Capital Europea de la Cultura. Pero yo digo… ¡Si Granada lo es, que yo sepa, desde hace cientos de años!
P.–Pero… ¿le ha molestado ese ninguneo?
–No sé el protocolo que han seguido para elegir a los invitados, pero en estos casos yo siempre recurro a una coplilla de Carnaval: “Yo soy Don Manuel Martínez, jefe experto en Protocolo, y cuando llego a mi casa, mi mujer me dice: ¡saca la basura Manolo!”.
P.–¿Cuándo fue aquella nominación y por qué película?
–Fue en el año 1988 por Los Invitados, última película de Lola Flores. Con Amparo Muñoz y Pedro Reyes, entre otros, sobre el llamado Crimen de Los Galindos. Un papel dramático con el que Lola Flores pretendía acercarse a la actriz italiana Anna Magnani. Pero bueno, la película finalmente sólo obtuvo una nominación a los Goya por Mejor Banda Sonora Original, que la compuse yo. Lola dijo que mi música era “como un guante de cabritillo”. Imagine mi orgullo.
P.–Usted formó parte de ese movimiento cultural llamado Manifiesto Canción del Sur, de donde salió Carlos Cano.
–Sí, con apenas dieciséis años. Y con Juan de Loxa y Antonio Mata. Ahí empezó mi carrera musical. De ellos lo aprendí todo.
P.–¿Qué significó para usted Carlos Cano?
–Un hermano mayor y, junto a los demás, un faro que alumbraba la voz y la libertad en Andalucía.
P.–Ya nadie hace canción protesta. ¿Es que ya no hay nada por qué protestar?
–Les voy a responder con un chiste. Había una congregación de frailes cartujos con voto de silencio donde sólo se permitía decir una frase cada cinco años y, siempre, coincidiendo con la onomástica del prior. Entró un monje nuevo y a los cinco años dijo: “Frío. Hace mucho frío”. Pasaron cinco años más y habló de nuevo: “Cama dura, durísima”. Y al pasar otros cinco años dijo: “La comida está malísima, fatal. Me voy”. Y al levantarse para marcharse le dice el prior: “Sí, anda, vente. Que desde que llegaste no haces más que protestar”. ¿Ha entendido lo que quiere decirle?
P.–Sí. Que por mucho que protestes no van a cambiar las cosas.
–Más o menos.
P.–Antes todo el mundo silbaba por la calle.
–Silbar es signo de felicidad. Silbar también es un idioma y yo he tenido la suerte de conocerlo: silbabas a un amigo, en el fútbol, a la chica que pasaba y te gustaba, a un canario... hasta silbaba el tren. Antes oías cantar y silbar a la gente por la calle, ahora nadie lo hace. Yo le silbo a mi gato. Por cierto, el mejor silbador del mundo, Kurt Savoy, era andaluz, de Andújar. El que silbaba en La muerte tenía un precio.
P.–Usted es del Barrio del Realejo, eso imprime carácter.
–Eso parece. Como ser albaicinero o sacromontano. Fui un niño feliz por sus calles y por el Campo del Príncipe. En mi barrio se cantaba desde la mañana a la noche. No necesitabas reloj para conocer la hora. Lo sabía según oías al pregonero, al romancero, a las mujeres bordando tras la ventana, al flamenco de turno en la taberna… U oyendo las campanas y a las monjas de los conventos de clausura.
P.–Trabajó usted con Enrique Morente. ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?
–Enrique y yo éramos como hermanos. Nos confiábamos muchas cosas. Estoy escribiendo una biografía en la que cuento aquellos años. Pero mire, ahí queda para la historia el trabajo que hicimos juntos sobre temas de Leonard Cohen.
P.–Dicen que usted guarda como amuleto la clavija de una guitarra que perteneció a García Lorca. ¿Es verdad?
–Sí. Encontraron una guitarra vieja que perteneció a Lorca y su sobrina, Laura, me pidió que buscara que pudiera restaurarla. Y así lo hice. La puse en manos del guitarrero Francisco Manuel Díaz. La guitarra quedó como nueva. Desde 1996 se encuentra en la Huerta de San Vicente. Por hacerle ese favor tuvo el detalle de regalarme una clavija de esa guitarra de su tío Federico.
P.–Publicar discos ahora es difícil ¿no?
–No. Es más fácil que nunca. Lo difícil es que con tanta propuesta la tuya dé en la diana.
P.–¿Se resiste a abandonar Granada?
–Cada vez me resisto menos Lorca le aconsejó al pintor José Guerrero que se fuera porque aquí nunca triunfaría. “Rompe tus pinceles y vete”, le dijo. Yo contesto a otro granadino ilustre cuando canta eso de “Vuelvo a Granada”. Yo respondo… ¿Y pa qué?
No hay comentarios