"La palabra evento me da coraje"

Carlos Telmo | Relaciones públicas

Carlos Telmo.
Carlos Telmo. / José Ángel García
Juan de la Huerga

05 de enero 2025 - 05:30

EL RONDEÑO QUE RONDA. Carlos Telmo (Ronda, 1951) ha estado en mil y un saraos, siempre rondando. Afincado en Sevilla desde hace mucho, trabajó en Canadá, en la Expo 92 y en la de Shanghái 2010 –de su idilio con China se trajo a "mi medio hijo Ben"–, en Isla Mágica, en un negocio en la calle Betis, en otro propio de temática oriental, ha decorado varios hoteles Ritual... Y fue íntimo de las hermanas Ordóñez y de la duquesa de Alba. Aunque en la foto sale muy serio, se suelta con gracia contando chanzas.

–Defínase: ¿relaciones públicas, organizador de eventos, comunicador, jefe de protocolo...?

–Relaciones públicas, la palabra evento me da un coraje que me muero. Me gusta actos, presentaciones, enlaces... Aunque tengo muchas horas de evento y de cóctel.

–¿Su voz rota es por fumar tela o venía de serie?

–Nunca me gustó. Es de fumar y de no saber hablar, lo hago mucho por la garganta. Cuando iba a la radio le decía a mi madre que me escuchara y respondía: "¿A la radio con esa voz de perro?".

–Gracia: "Afabilidad y buen modo en el trato con las personas". Le va al pelo su segundo apellido.

–Me va, me va. No tengo hobbies, bueno, uno: la gente. Me encantaría saber hacer algo con las manos pero soy un negado. Ojalá me hubiera llamado Telmo Telmo. Estoy muy orgulloso del Gracia de mi madre.

–Las nuevas generaciones igual lo reconocerán como el aristócrata excéntrico de El mundo es suyo.

–No sabía que tendría tanta repercusión. Los Compadres quisieron hacer conmigo una versión de Luis Escobar, que era un señorazo y un actorazo. Fue uno de los muchos regalos que me ha hecho la vida.

–Dicen que la diferencia entre los terroristas y los jefes de protocolo es que al menos con los primeros se puede negociar...

–Completamente de acuerdo. Aunque le diré que no soy muy bueno negociando, soy un poquito histérico.

–Fue director de Relaciones Externas y Servicios Vip de la Expo 92, que yo viví con 18 años. ¿Es posible que aún nos dure la nostalgia de esos seis meses?

–Espero que dure toda la vida. Vine de Canadá en el 90 y tuve la suerte de trabajar allí. Qué pena que no supimos aprovecharlo como Barcelona o Málaga, y eso que allí no hubo Expo.

–Mohamed VI y Alberto de Mónaco la visitaron como príncipes herederos. Seguro que se llevará a la tumba secretos que harían tambalearse a ambas dinastías...

–Uy, me encantaría. A Mohamed VI sí lo conocí. Carmen Ordóñez era amiga de toda la gente de Marruecos y estuve varias veces allí con él. Hay secretos, algunos de ellos a voces.

–De los VIPS que ha conocido, ¿cuál le ha impresionado más?

–No soy mitómano. Carmen Ordóñez dice todo el mundo, pero era mi íntima amiga del alma. Si tengo que elegir, la duquesa de Alba. Y Catherine Deneuve, era encantadora.

–¿Tan expansiva, disfrutona y locuela era Carmina?

–Más todavía, más todavía. Y Belén, a quien hay que reivindicar porque Carmen era la mujer más guapa del mundo, pero Belén era monísima, aunque se estropeó de mayor. Las dos fueron muy tremendas, qué quiere que le diga. Las conocí el día que Belén cumplía 13 años.

No conozco a casi nadie del '¡Hola!', los personajes son muy feos, y los actores nuevos parecen sietemesinos"

–Hace una década de la muerte de la duquesa de Alba y usted fue portavoz un año de la Casa de Alba. Cuénteme algún chisme curioso de doña Cayetana.

–Me ayudó mucho en la Expo, nos hicimos muy amigos. Tras aquello, iba a Dueñas a comer muchísimas veces. Después estuve de director de Relaciones Externas en Isla Mágica y a ella iba día sí y día no, y torturaba a las amigas llevándolas. Me echó un cable bárbaro, la prensa venía porque estaba la duquesa. Más adelante me iban fatal los negocios y puse una tienda, el Chino de Telmo, y había semanas que venía tres veces. Me ayudó muchísimo.

–No heredaría usted alguno de sus 51 títulos nobiliarios y se lo tiene calladito.

–Ojalá porque me encantan los títulos.

–¿Con cuál se hubiera quedado: duque de Alba?

–No, uno más sencillo, una baronía. Me hubiera gustado ser barón de lo que sea.

–De la quinta de Isabel Preysler y de Carmen Martínez-Bordiú. Y están los tres divinos de la muerte.

–No, yo estoy mejor que ellas, lo siento. Isabel Preysler está operadísima, yo la quiero mucho, pero estoy fenomenal. Mire, me pincho y me hago cosas, pero no rellenos, no me escondo. Ellas están estupendas y yo no he tenido cinco hijos como la Preysler ni tres como la Martínez-Bordiú.

–Ni tanto dinero.

–Desgraciadamente.

–Conoció a Lola Flores y a Jackie Kennedy. No hay que color entre las dos.

–Muero con las dos, pero sólo conocí a Lola. Jackie y Audrey Hepburn me encantaban, pero a mi madre le caiga mal la primera, creo que le tenía envidia... El día que conocí a Lola casi me muero. Iba con las Ordóñez, sus padres, La Polaca... a un espectáculo en Madrid y ella fumándose un winston con una copa. Tuve fiebre por la noche de la emoción.

–¿Es verdad que le mandó un ramo de flores a Javi Navarro por ser el canon de la belleza masculina?

–Verdad verdadera. Es guapísimo y simpatiquísimo.

–¿Y hoy a quién se lo daría?

–A nadie.

–¿A Fran Rivera?

–No, por Dios. Es como un hijo, lo he visto nacer.

–De periodista del plan antiguo a relaciones públicas del plan antiguo, ¿no está la información del corazón completamente degradada?

–¿Sabe lo que pasa? Que los personajes son muy feos. No me importan nada. Miro el ¡Hola! y no conozco a casi nadie. Pero éste quién es. Y los actores nuevos parecen todos hermanos, son como sietemesinos.

–Ahora que no nos leen en Málaga. ¿Es Ronda la localidad más bonita de la provincia de Sevilla?

–Sí, sí. Soy de Ronda y orgullosísimo, pero tirábamos siempre a Sevilla, a Málaga nunca, aunque ahora sí está estupenda.

–No le presto demasiada atención a mis looks, dígame, ¿qué es el estilo?

–Es algo que sientes. Ves dos cosas, te las pruebas, haces clac-clac y combina. Pero usted no está mal o al menos coordina los colores. El estilo se puede perfeccionar, pero hay gente, que no voy a nombrar, que se creen muy elegantes y no lo son.

–Les falta charme. ¿Se puede ser elegante sin dinero?

–Claro, la elegancia se lleva en la forma de hablar, de andar, de moverte, de mirar... Y ahora los chinos tienen unas cosas monísimas y baratísimas.

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