Magic y Larry

LA ACB quizás se plantee meter en nómina a Pablo Iglesias y a Pedro Sánchez por la promoción que hacen al baloncesto con las fatiguitas económicas que arrastra este deporte en los últimos años. También Carlos Jiménez, autor de Historia del baloncesto en España y cofundador de solobasket.com, le debe una cerveza con tapa al líder de Podemos por la publicidad del libro al regalárselo al socialista antes de su cita. Los une el baloncesto y yo estoy encantado.

Tampoco estaría de más que leyeran When the game was ours, traducido de aquella manera como Cuando éramos los mejores, las maravillosas batallas entre Magic Johnson y Larry Bird desde su tierna adolescencia, cuando coincidieron en el mismo equipo en una competición en Kentucky, tras el primer año universitario del base y el tercero del alero, hasta el final de sus carreras en la NBA después de dejar una huella imborrable en los Lakers y en los Celtics.

La apasionante rivalidad, coronada en amistad, de las dos fabulosas estrellas de los 80 disparó el interés por la mejor liga del mundo merced a esa dicotomía maravillosa que provocó que cualquier aficionado del planeta se decantara entre el Oeste o el Este, Los Ángeles o Boston, negro o blanco, el showtime o el juego sobrio, el púrpura y el dorado o el verde, la sonrisa o el rictus serio, el pase imposible o el tiro inverosímil.

No es cuestión de comparar a Sánchez y a Iglesias con estas dos leyendas, pero ya que comparten afición, les vendría de perlas leer frases como "Larry sacó lo mejor de mí" o "Mantuvimos una lucha infernal persiguiendo el mismo objetivo más de 12 años y en ese tiempo el respeto estuvo siempre presente". Por encima de esto, los dirigentes del PSOE y de Podemos tendrían que interiorizar que lo que verdaderamente se expandió, mejoró y alcanzó su cénit fue la NBA y, por ende, el baloncesto. Dos tíos propulsaron este deporte. Quizás haya llegado la hora de que los políticos, también Rajoy y Rivera, den un brioso empujón a un país. El juego es ahora de ellos.