Calle Real
Enrique Montiel
Lo que se dice un éxito
QUIEN logre cuadrar la campaña electoral en un marco propio gana. El PP consiguió que las pasadas elecciones municipales no fueran concebidas como tales, sino como un plebiscito general para José Luis Rodríguez Zapatero. Por eso barrió. Los intentos de los alcaldes y presidentes de comunidades autónomas socialistas fueron en vano; la marea de rechazo hacia el Gobierno se llevó primero al municipio. Pues bien, el PSOE y el PP ya han definido los marcos de los próximos comicios del 20-N. Los populares centrarán la campaña en el paro y en la gestión de la crisis, y el PSOE, en Rubalcaba. Si la campaña es una prolongación del examen general al que se está sometiendo a las políticas de Zapatero, el PP arrasará. Pero Rubalcaba, en cuyo primer video promocional se le definía con 24 adjetivos que comenzaban por erre (responsable, recto, razonable...), busca aún otra R, la de Rajoy. En la medida en que la campaña se escore hacia un enfrentamiento comparativo entre los dos líderes, Rubalcaba irá acortando distancias, como ha venido a demostrar el último sondeo del CIS que, más allá de la distancia cuantitativa, evalúa muy bien las ventajas personales del candidato socialista sobre el popular. Por eso, Rubalcaba es un magnífico candidato para una pésima situación del Partido Socialista.
Por ello, por lo del candidato óptimo, buena parte del PSOE andaluz prefería unas elecciones conjuntas, en las que Rubalcaba hubiera podido ejercer de efecto tractor sobre las opciones de los socialistas andaluces, que ahora son igual o peores que las del resto de sus compañeros. Sin embargo, el presidente de la Junta y secretario general del PSOE andaluz, José Antonio Griñán, ha sido, casi desde el principio, de otra opinión: las suyas, las autonómicas, deberían de ser en marzo, ocurriese lo que ocurriese con las generales. Se comprometió a ello en el Parlamento, en decenas de entrevistas (la última, en la publicada por los periódicos del Grupo Joly), en ruedas de prensa e, incluso, después de la reunión de dos horas que mantuvo a solas con Rubalcaba el pasado lunes en Sevilla.
Ya ahí estaba todo decidido. Un miembro del Gobierno andaluz indicó ayer a este periódico que el adelanto se daba por seguro desde hace varias semanas e, incluso, la fecha posible, pero nadie sabía cuándo lo anunciaría Zapatero: si antes o después del verano.
El presidente del Gobierno comunicó el jueves su decisión a muy pocas personas. En su Ejecutivo lo sabían Elena Salgado, José Blanco y Manuel Chaves. Y el jueves también llamó al presidente andaluz. Ambos conversaron por la tarde, pero no fue hasta ayer por la mañana cuando Griñán se lo contó a sus más cercanos, tanto en el Gobierno como en el PSOE. Consta que la cúpula del PP andaluz también lo sabía el jueves por la noche; quizás por Mariano Rajoy, que fue avisado por Zapatero. La respuesta debería seguir siendo la misma: las elecciones serían en marzo; por tanto, separadas, como ha ocurrido en tres de las ocho convocatorias andaluzas. Bueno, marzo u otra fecha que suponga agotar la legislatura. En alguna ocasión, Griñán ha pensado en el 28-F, que es casi marzo, aunque otras veces ha declarado que serían el domingo 4.
El presidente andaluz ha resistido, así, las opiniones contrarias que se daban tanto en una parte del PSOE andaluz como en la sede madrileña de la calle Ferraz. Rubalcaba hubiera preferido conjuntas. Oficialmente, no ha habido ningún tipo de presión, pero el viento a favor de la coincidencia ha soplado muy fuerte.
Si Griñan y su círculo en el Gobierno y en el PSOE andaluz son partidarios de ir por separado como consecuencia del adelanto electoral -ellos hubieran preferido acudir juntos, aunque en marzo-, no opinaban lo mismo otros destacados socialistas, que sostienen que esto les llevará al degolladero. Griñán ha preguntado a varias personas, y al final ha optado por mantener su posición de agotar la legislatura. Bien es cierto que le hubiese sido difícil encontrar argumentos para el adelanto: tiene mayoría absoluta en el Parlamento y se ha comprometido a ello una y otra vez. Sin embargo, la fecha del 20-N le hubiera dado una: en Andalucía habrá dos elecciones en un plazo de cuatro meses. Es más: aún ayer, había dirigentes socialistas que creían que Griñán podría dar marcha atrás, ya que tiene tiempo hasta septiembre. Entre la convocatoria de las elecciones y la celebración de éstas, deben pasar dos meses.
Sin embargo, varios de los colaboradores de Griñán respondieron ayer que serán en marzo ante las insistentes preguntas de este medio. Por activa y por pasiva: no hay adelanto, como tampoco hay distanciamiento con Ferraz, donde Rubalcaba ya ejerce casi de secretario general.
Griñán y su equipo creen que el PP acometerá duros ajustes en los ayuntamientos y las comunidades donde gobiernan a partir del verano. Por eso, quieren distancia, aunque otros, entre ellos el mismo Felipe González, lo advirtió en un foro organizado por Europa Press: hasta que no se celebren las andaluzas -ahora, ya sí, en marzo-, Rajoy, si gana, no le pondrá piedras en el camino a quien ha sido su principal valedor: Javier Arenas, entronizado hasta por encuestas ajenas.
Rubalcaba irá solo, contra su otra R, pero quizás hasta le convenga separarse del peculiar duelo final entre Javier Arenas y José Antonio Griñán. Que, sí, será en marzo.
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