España necesita un kit de supervivencia
Dietario de España
Ni siquiera cuando el nuevo orden mundial amenaza con ponerlo todo patas arriba se produce la alquimia política para que PSOE y PP logren un acuerdo de Estado

Pedro Sánchez tiene un problema. Feijóo tiene otro. Y los españoles tenemos un problema monumental que es la suma de los dos: la falta de voluntad de los partidos troncales de nuestro país para cerrar un acuerdo de Estado. Ni siquiera cuando se temen más guerras, cuando un nuevo orden mundial amenaza con ponerlo todo patas arriba, se produce la alquimia política. Si Sánchez sigue pensando que el PP debe sumarse acríticamente a sus planes de inversión en Defensa –sin una estrategia explícita y sin presupuestos–, Feijóo sigue considerando que esto no va con él y que con el raca-raca habitual le basta. Sánchez lo resuelve acusando al PP de irresponsabilidad. Mientras que para el PP el objetivo no es la comprensión del nuevo ecosistema global, sino que el presidente salga de La Moncloa y convoque elecciones. El presidente tratando de que todos se adapten a sus circunstancias y su minoría. El líder de la oposición, inspirándose en Maslow: como sólo tengo un martillo, todos los problemas son clavos. El mismo clavo, por cierto.
Europeísmo, sí; pero con presupuestos
Sánchez tiene y esgrime razones contundentes: España no puede ignorar su compromiso europeo ni comportarse como un país de tercera fila rehuyendo su responsabilidad. Le asisten además las evidencias: la guerra en nuestro territorio ya no es una quimera, la amenaza rusa es real y el antiguo aliado y antiguo padre protector de Occidente, Estados Unidos, se comporta más como adversario que como amigo. La renuncia de Trump a ser el líder del mundo libre – ya sólo quiere ser el líder de EEUU, un reduccionismo letal que le va a hacer un destrozo a los intereses de su propio país– nos ha conducido de súbito a un nuevo mundo que, lamentablemente, requiere otras políticas. Y la de Defensa se ha situado en el frontispicio de las prioridades.
Feijóo también esgrime argumentos razonables: invertir 4.000 millones al año en Defensa con unas cuentas prorrogadas es un imposible salvo que el Ejecutivo pretenda salvar ese trámite con ingeniería financiera mediante ampliaciones de crédito, modificaciones presupuestarias y otros mecanismos más o menos opacos. Porque en las cuentas actuales prorrogadas desde 2022 no hay cash disponible para ese fin. O sacan el dinero de otras partidas o recurren a los juegos de manos para que no se vea dónde está la bolita. Sin un debate presupuestario Sánchez oculta que está en minoría y sus aliados parlamentarios evitan dejarlo solo. A ninguna de las partes le interesa.
El presidente ha empeñado su palabra en que no recortará el gasto social, lo que le obliga a explicar definitivamente de dónde saldrá el dinero. Aunque en este caso a Feijóo le da igual el gasto social. A efectos de dejar al Gobierno a la deriva también le serviría una discrepancia por el color de los tanques. O que Sánchez le niegue esa exigencia exótica de tener interlocución con el alto mando militar: que el Jemad y los responsables de los ejércitos le expliquen lo que va a hacer España. Una petición sorprendente que se inscribe en la línea de la deslegitimación del Gobierno y en el de la ministra de Defensa, a la que ya están colocando en la diana. Al Ejecutivo le corresponde tomar las decisiones y a la oposición, controlar al Gobierno, pero no participar en la toma de decisiones. Lo que sí tiene el presidente es el deber de procurarse el mayor consenso posible para asuntos de Estado.
Retrato en soledad
A Feijóo sí le interesa que Sánchez se enfrente a un Parlamento en el que se quedaría sin su bloque de investidura y retratado en soledad y por lo tanto en una incapacidad fáctica para seguir gobernando. “Palmaría”, sentenció Rufián. No parece importarle al líder popular que sea su propio grupo europeo el que impulsa el plan de inversiones en Defensa ni que se trate de un asunto trascendental. Tras años de deslegitimación permanente del Gobierno, tenía el líder popular una oportunidad para presentar un perfil de Estado, pero ha tirado el balón a la grada. La opinión que debe tener Bruselas de Feijóo debe ser espantosa. No sólo votó en contra de la Comisión porque incorporaba a Teresa Ribera como comisaria, sino que ahora no secundará la estrategia para incrementar el gasto en Defensa. Cada uno tiene parte de razón pero ninguno tiene la razón última para el desacuerdo. No tienen razón ni argumentos para no encerrarse y no salir hasta sellar un acuerdo.
En Alemania, la CDU, el SPD y Los Verdes han acordado una reforma constitucional para eliminar límites fiscales e incrementar su inversión en Defensa. Francia y Reino Unido ya tienen un acuerdo para enviar tropas de paz a Ucrania. Suecia va a impulsar su carrera armamentística más importante desde la guerra fría con 28.000 millones de euros. Los países bálticos –que están pegados al eje del mal– ya tienen sus planes de evacuación. Polonia, que gasta el 5% de su PIB en Defensa, mantiene una política activa frente a EEUU rechazando que la guerra se salde con cesiones de Ucrania. Y podríamos seguir. No nos preguntemos en qué está España, porque parece un jardín de infancia.
Negociar con el Etna
Pedro Sánchez acompaña su razonamiento europeísta con otros argumentos más funcionales y estimulantes: parte de la inversión será en tecnología, no en cañones, incluso en UCI móviles o antibióticos (sin duda, necesarios en caso de guerra). La mayor parte de la tecnología que se desarrolle será de uso dual, con aplicación en el ámbito militar y en el civil, como lo fueron en su día el GPS, las pantallas táctiles, los láseres, los drones, los sensores de última generación, los chips de alta frecuencia, todo tipo de softwares, las tecnologías de ciberseguridad, algunos nuevos combustibles, incluso la anestesia epidural (descubierta por un médico militar español). Además, estos hallazgos generan capital físico y humano vinculado a ellas. Es cierto lo que dice Sánchez, pero la inversión no excluirá otro tipo de artefactos. Y queda aún mucho trecho para que la sociedad asuma que un programa de inversión de esas características es un mundo de mariposas de colores.
De hecho, vuelven los tiempos de los manifiestos, como el de los 850 colectivos sociales y destacados representantes del mundo de la cultura que rechazan la carrera armamentística, aunque algunos de sus deseos –“no queremos que nuestros hijos y nietos vivan el horror de la guerra”– no parecen exclusivos de los firmantes. Ni su posición evitará un bombardeo. Recientemente, Soledad Gallego-Díaz recordaba lo que dijo el filósofo británico Bertrand Russell, uno de los intelectuales que apostó por el pacifismo en la Primera Guerra mundial y viró de posición en la Segunda: “La izquierda quiere mandar una delegación al Etna y pedirle que no entre en erupción”.
Falla la estrategia: nadie explica nada
En todo caso, lo que se anuncia –en el resto de la UE, igual– es un genérico. No sabemos aún en qué se va a invertir. Y hasta junio no lo sabremos. No pueden tratarnos como adultos para reclamar el apoyo de la ciudadanía en un momento crítico como este y, a la vez, tratarnos como a niños a los que no conviene contarles toda la verdad. Hay demasiadas interrogantes. Europa, de la mano de Von der Leyen, ha lanzado el llamado infelizmente “plan de rearme” reclamando presupuestos y esfuerzos y tomando decisiones fiscales antes de explicarnos para qué se exige tal esfuerzo. ¿Una nueva estructura de defensa europea se superpondrá a la de OTAN? ¿Seguiremos en la Alianza? ¿Convivirán las dos plataformas y sufragaremos no una sino dos estructuras militares? ¿La inversión será concertada y con una estrategia común o cada país seguirá construyendo su propio modelo de avión, de carro de combate o dispositivos tecnológicos incompatibles entre sí? ¿Es posible desmontar los sistemas y las cadenas de producción y desarrollar nuevas patentes comunes? ¿Cuáles son los problemas de seguridad de la UE, que no se limitan a Rusia? ¿Se incluye el Sahel y la crisis del mediterráneo? Nadie ha explicado nada. Sólo que es muy importante rearmarse (que parece lógico), que hace falta mucho dinero y deprisa. Una estrategia perfecta para disuadir incluso a los convencidos.
O nos convencen o nos asustan
Y como en Bruselas han debido pensar que a los ciudadanos si no se les convence, pues se les asusta, han lanzado sorpresivamente la recomendación para proveerse de un kit de supervivencia durante 72 horas ante la posibilidad de una guerra: una radio de onda larga, medicamentos, una navaja suiza, material de iluminación, agua y alimentos. En este tiempo no conviene tomarse nada a broma, pero lo que faltaba es desatar una nueva competición a ver quién acaba antes con el papel higiénico en los supermercados. De nuevo nos tratan como a menores de edad. Aunque, singularmente, quizás nos venga bien esta recomendación: sólo el 20% de los españoles está preocupado por una guerra frente al 36% de la media europea. Como oficialmente no entramos en la Segunda Guerra Mundial, el frente ruso nos coge muy lejos geográfica, emocional e históricamente pensamos que esto no va con nosotros. Tras la caída del muro creímos que ya no existía el enemigo, y ahora tenemos, al menos, dos: uno al lado del muro y otro al otro lado del Atlántico que, si no lo es, se comporta como tal.
Y así amanecemos: sumidos en un desconcierto global que no sabemos cómo acabará. Con una guerra en nuestro continente, unas instituciones europeas apremiadas por la realidad y desbordadas por haberse acunado durante años en los laureles del éxito de la construcción de un espacio común de paz y prosperidad, y con unos líderes políticos nacionales que no regalan una sola alegría a la afición. Quien necesita urgentemente un kit de supervivencia es España.
BREVERÍAS
Justicia a la carta para políticos independentistas catalanes
Laura Borràs, ex consejera de Cultura con Junts, amañó contratos y adjudicaciones públicas por valor de 335.000 euros para beneficiar a un amigo. Fue condenada a cuatro años y seis meses de prisión por los delitos de prevaricación y falsedad documental, sentencia confirmada ya por el TS. La sala civil y penal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha solicitado al Gobierno el indulto por la mitad de la pena para evitar que entre en prisión al considerar que la condena fue excesiva. Mientras se resuelve, evita pisar la cárcel. Tras los indultos a los condenados por el procés y pendientes de ver qué ocurre con Borrás, a ver quién se va a creer que en España no hay tres justicias: la del común de los mortales; la de Pedro Pacheco, que pasó tres años y medio en prisión por delitos de malversación por la contrastación de dos asesores y que no ha sido indultado; y la de los independentistas catalanes. Se quedó muy muy corto Pacheco diciendo que la justicia era un cachondeo.
España crece cuatro veces más que la UE
El PIB español creció un 3,2% en 2024, cuatro veces más que la media europea. La Eurozona se ralentiza y España coge velocidad. La moderación de los precios, la subida de los sueldos un 5% de media, o el 8,5% de las pensiones, la llegada de inmigrantes que se incorporan al mercado laboral y el descenso de los tipos de interés han tirado del consumo. Los expertos señalan la reforma laboral como una de las palancas claves. Si se analizan los vectores uno a uno, la economía no crece a pesar del Gobierno. Más bien, pese a la oposición, que rechazó la reforma laboral y defiende políticas antiinmigración.
Empresas españolas, acreedoras en el resto del mundo
Otro dato: el sector privado español, es ya acreedor neto con el resto del mundo. O sea que tiene más activos en otros países que deudas. Una evolución histórica impensable hace décadas. La compra de activos y el ahorro se explican como claves de esta transformación histórica de la economía exterior española.
Fumata blanca entre vicepresidentas
María Jesús Montero y Yolanda Díaz han cerrado un acuerdo para introducir una deducción en la cuota del IRPF que compense al 20% de perceptores del Salario Mínimo Interprofesional que tienen que pagar impuestos tras la subida salarial de este año. Han pactado cediendo las dos partes. Se podían haber ahorrado el tiempo, el disgusto y las descalificaciones.
Perder el tiempo
Para la ministra y portavoz Pilar Alegría llevar unos presupuestos al Congreso sin el apoyo garantizado es hacer perder el tiempo a la cámara. Rácano concepto de la democracia parlamentaria reducida a meros actos aprobatorios. ¿Perder el tiempo? ¿Y qué otra cosa tiene que hacer la cámara baja que debatir leyes?
El suero de la mentira
Hay que tenerla de mármol para escuchar tu voz en unas grabaciones comprometedoras grabadas por Villarejo y decir que no se recuerda nada. O decir que todo está manipulado. Lo ha hecho María Dolores de Cospedal en la Comisión del Congreso que investiga aquel turbio asunto de la policía patriótica del Gobierno de Rajoy. Incluso en otra grabación confiesa la exministra de Defensa que Rajoy estaba al tanto de todo. Rajoy tampoco sabe de qué le hablan.
En la despedida de Aitor Esteban
Tras 21 años en el congreso, el portavoz del PNV se marcha a liderar su partido en el País Vasco. Se va un buen orador, un negociador duro que nunca perdió las formas ni la fina ironía. Uno de los artífices de que los nacionalistas vascos hayan dado estabilidad a la política española tanto con el PSOE como con el PP. Eso sí, sacando partido en cada lance y sin dejar de mirar hacia Euskadi en un solo momento. Se llevó el aplauso de todos salvo el de Vox y el del PP, que aplaudió con desdén
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