Felipe González alerta del abuso de los decretos leyes tras la pandemia
El ex presidente alerta del "deterioro" de la democracia por la acción de los gobiernos, incluidos los autonómicos
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La erosión de la democracia y de sus fundamentos, el escaso respeto al fondo y a la forma en los estados de derecho, también a las leyes, se ha convertido de un tiempo a esta parte en una de las principales preocupaciones del ex presidente del Gobierno Felipe González, quien criticó ayer el abuso de los decretos leyes desde la pandemia por parte de los gobiernos en España, incluidos los autonómicos. Para González, este forma de legislar de los poderes ejecutivos, cada vez más alérgicos a los controles que implican los proyectos de ley, “deteriora” el funcionamiento de las democracias tal como están concebidas desde hace ocho décadas. “Sí, estoy preocupado”, afirmó taxativamente.
En el acto de clausura del VI Foro Guadaliuris celebrado en la sede de la Fundación Cajasol de Sevilla, frente a abogados y juristas, el ex presidente del Gobierno hizo el habitual repaso de la actualidad política nacional e internacional. González criticó el llamado decreto ómnibus aprobado esta semana en el Congreso por formar parte de una deriva cada vez más común y que responde a un ejemplo de mala práctica legislativa: “Cuando me preguntan por el decreto ómnibus respondo que no me preocupan tanto las liebres como los galgos; porque todos los gobiernos, desde la pandemia, aprovechan un decreto ley para cambiar 14, 29, 80 normas o 800. Y pese a que no hay una emergencia, lo estoy viendo en los gobiernos de todas partes, incluido el de mi tierra”, dijo haciendo alusión a los decretos ómnibus del Gobierno central y a los macrodecretos de la Junta de Andalucía. “Hay que acabar con estos decretos leyes”, añadió.
Faltan grandes pactos
González insistió en el llamamiento que hace recurrentemente a los partidos mayoritarios, PSOE y PP, a la necesidad de que lleguen a pactos para, por ejemplo, adoptar políticas fiscales o de vivienda “en serio”. Fue una parte de la intervención en la que se extendió sobre el papel de las formaciones políticas, sus acciones y sus omisiones.
A los partidos los responsabilizó del fenómeno de polarización “de arriba abajo”, algo que ocurre también en el ámbito internacional, y que recurran a discursos “que irritan al otro”, una expresión que prefirió al eufemismo de “discursos emocionales”. El antiguo mandatario sevillano evocó, más bien alertó, sobre lo sucedido hace un siglo en Alemania, con la República de Weimar, o en Italia.
Una parte significativa del acto estuvo dedicada a Cataluña, a la relación de los partidos independentistas con el Gobierno central, que es rehén de los siete diputados de Junts desde la investidura, y a las secuelas del procés. González considera que la dependencia del Gobierno central respecto de Junts, incluidas las visitas de portavoces gubernamentales a Waterloo, donde permanece huido Carles Puigdemont, no es ya una cuestión de “política” sino de “dignidad” –“yo no lo haría”– y respondió cuando fue preguntado sobre si es “progresista” el Ejecutivo de Pedro Sánchez que, verdaderamente, quien es realmente progresista es Puigdemont, pues “es quien más progresa”. González lamentó que el líder del partido secesionista haya trasplantado el procesismo de Cataluña al resto de España: “Salvador Illa ha traído la normalidad” en una Cataluña que estaba “harta” del procés.
En cuanto a las controversias sobre las políticas del Gobierno actual, González repitió una de sus ironías: “He estado más veces de acuerdo con Sánchez que él consigo mismo. No tengo capacidad de adaptarme a tantos cambios de opinión”.
La insignificante UE
No faltaron las menciones a los equilibrios políticos en el mundo, desde Estados Unidos a China, pasando por la Unión Europea, sobre la que expresó comentarios desalentadores. “Europa, que no es más que una pequeña región del continente euroasiático, está vieja de su cosa mala, pues mira más el suelo que el horizonte”, dijo González, quien aludió en su discurso a la creciente irrelevancia europea: “Los campeones nacionales no sirven de nada”, dijo refiriéndose a los líderes de los países europeos que pretenden actuar por su cuenta y señaló además la paradoja de “esa internacional de políticos nacionalistas”, refiriéndose a Vox y el resto de partidos llamados populistas. Y acabó con una ristra de frases que erizaron el vello: “Europa no es un poder blando sino de plastilina”, “aún es donde mejor se vive pero eso no depende de nosotros”, “el peligro es Putin y los hijos de Putin” y “todavía seguimos siendo atractivos, pero como parque de atracciones”.
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