Cuándo se jodió España
Crónicas levantiscas
No hay violencia política porque no hay contacto físico, pero la hay verbal y visual
Ni indulto ni nada parecido
Consejos desde la sagrada familia
Sabíamos que existía una diferencia entre el teatrillo y la realidad. A pocos metros del escenario, en las cafeterías de los parlamentos, los políticos que minutos antes habían sido feroces combatientes compartían café, copas y bromas, y hasta alcanzaban acuerdos. Quien fuera portavoz del PP en tiempos de Javier Arenas, Juan Ojeda, despachaba con el todopoderoso Gaspar Zarrías en la cafetería del Hotel Puerto Bahía durante las semanas de vacaciones que ambos pasaban en Valdelagrana.
Lo que algunos despreciaban con el calificativo de chalaneo era una característica esencial de la democracia, el reconocimiento del otro. La primera víctima de la totalitarización de las redes sociales ha sido la concordia. Twitter es un vertedero donde sólo quedan periodistas y políticos, más los cientos de miles de cuentas falsas creadas por partidos, pero hay muchos Twitter por ahí, tantos que en muchos de ellos ni siquiera se debate, son redes para la autoconfirmación, combustible para el combate, anfetaminas para mantener la moral alta.
Creíamos que la polarización estaba encapsulada en las pantallas, pero hace tiempo que saltó a la vida real. No hay violencia política porque no hay contacto físico, pero la hay verbal y visual. En la celebración de la Fiesta Nacional se implora a Txapote para atacar al presidente del Gobierno, no hay modo de sentir compasión por los niños de Gaza sin que te acusen de terrorista, no hay manera de dar la razón al pueblo de Israel sin que te tachen de colonizador, un majara violento chulea en el AVE y encuentra una pronta comprensión entre los detractores de un diputado.
¿Cuándo se jodió España? España llevaba jodida desde principios del siglo XIX: la cruel invasión francesa, las tres guerras civiles llamadas carlistas, la Guerra Civil con mayúsculas y la dictadura que le prosiguió. En realidad, España se desjodió en 1976. Desde entonces hemos vivido cuatro décadas de una convivencia muy difícil a causa de las andanadas de un terrorismo que buscaba un conflicto general.
A partir del año 2011, un grupo con alma de extrema izquierda, Podemos, reventó los consensos y los modos; otro partido ultra, Vox, irrumpió como respuesta a los morados y al independentismo catalán. Entre ellos no hablan, se odian y se repelen, y poco a poco han ido contaminando al PSOE y al PP. Pedro Sánchez siempre trató al PP como si fuese Vox, y en el PP han ido ganando posiciones ideológicas quienes conciben la política como un enfrentamiento civil. A esta convulsión partidista, causa de la polarización, se han sumado miles de voluntarios, armados con sus bulos, medias verdades, insultos y desprecios.
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