Montero-Díaz, la bronca de la semana

Las claves

Los españoles han visualizado lo que sólo conocían gran parte de políticos y periodista: el choque profundo entre PSOE y Sumar en el seno del Gobierno

Díaz y Montero.
Díaz y Montero. / Román G. Aguilera (Efe)

16 de febrero 2025 - 07:00

EL martes de esta semana se visualizó para todos los españoles lo que sólo conocían gran parte de políticos y periodistas: el choque profundo entre PSOE y Sumar que se vive en el seno del Gobierno.

Unas tensiones que Moncloa ha intentado ocultar, pero que ese día ya fueron indisimulables: las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, ministras de Hacienda y de Trabajo respectivamente, no discutieron en público porque Montero dijo que no se encontraba bien y prefirió no acudir a la rueda de prensa posterior a la celebración del Consejo de ministros. Pero Yolanda Díaz se las arregló perfectamente para transmitir ella sola cómo estaban las cosas. Mal. Muy mal.

Finalizada esa rueda de prensa, la mayoría de asistentes asumieron que Montero había preferido no acudir –aunque es posible que tuviera fiebre– para no escenificar un debate público con Yolanda Díaz que no convenía a ninguna de las dos. Y que desde luego no convenía al Gobierno de Pedro Sánchez y a su diseño de futuro.

El escenario previo ya auguraba problemas.

Yolanda Díaz, cuyo proyecto Sumar hace aguas por todas partes, se ha convertido en un serio problema para Pedro Sánchez, que le gustaría romper amarras con una vicepresidenta en franca decadencia y que incluso le causa situaciones indeseadas; pero no puede hacerlo porque es su socia de coalición la que aporta nada menos que 31 escaños en el Congreso que son los que le permiten mantenerse en La Moncloa. Hoy los sondeos le dan a Sumar en torno a los 6 o 7, es la razón por la que Sánchez no quiere adelanto electoral porque sabe que no conseguiría repetir Gobierno.

Pero adelantar o no elecciones no depende sólo de los deseos de Pedro Sánchez; ni siquiera de Junts. Sánchez declaró que podía gobernar sin apoyo parlamentario. Pero no podría gobernar si los actuales escándalos de corrupción que afectan a su círculo personal y familiar más íntimo alcanzara unas cotas de escándalo que hicieran imposible la supervivencia de Sánchez en la Presidencia del Gobierno. Es lo que explica la animadversión de Sánchez hacia quienes investigan esos casos de corrupción que Sánchez intenta neutralizar con todas las armas a su alcance: campaña de descrédito hacia jueces y periodistas, intento de bloquear iniciativas judiciales y utilización del Tribunal Constitucional como cámara de apelación, que no lo es. Como tampoco es una cámara jurisdiccional.

Callar para no perder votos

Para contrarrestar actuaciones judiciales e informaciones periodísticas –que van a la par–, Sánchez necesita contar con un Gobierno unido por encima de cualquier circunstancia. Un Gobierno incluso servil, dispuesto a ejecutar y asumir todas sus iniciativas aunque algunas de ellas vayan en descrédito de ministros que ahí se habían manifestado en contra. Por eso le preocupaban especialmente las diferencias entre Montero y Díaz.

Para esta última, su única posibilidad de supervivencia tras meses en los que su presencia era mínima porque tenía poco que aportar, eran las 37,5 horas semanales de trabajo y la subida del nuevo Salario Mínimo Interprofesional, que negoció con UGT y CCOO, porque la CEOE y Cepyme lo rechazaron de forma taxativa ya que la mayoría de las pequeñas y medianas empresas no podrían asumir los decretos, hasta el punto de que un porcentaje alto de ellas se verían obligadas al cierre. Situación que llevaría a un incremento del paro, asunto de preocupación máxima para el Gobierno porque sus declaraciones triunfalistas sobre la buena marcha de la economía española, que es cierta, se ennegrece ante las cifras de paro, el más alto de la UE a pesar de las maniobras del Ministerio de Trabajo para disimularlas con datos que no se corresponden con la situación real. Por ejemplo, la situación real de los fijos discontinuos o la consideración de indefinidos a contratos limitados en el tiempo.

Tras el debate sobre las 37,5 horas semanales, el nuevo debate se centró en la nueva subida del SMI. El problema: que esa subida –como así recogió el informe de expertos– para un porcentaje de beneficiados suponía que superaban el tramo de mínimo exento, por lo que Yolanda Díaz centró todo su objetivo en que al SMI no se le aplicara el IRPF.

En el mundo empresarial siempre se dice que no cabe enfrentarse con Hacienda, porque siempre gana Hacienda. Díaz desconocía ese principio no escrito o no quiso aceptarlo, y decidió enfrentarse a Montero. Las tensiones fueron a más, trascendieron aunque era desmentidas oficialmente por las dos vicepresidencias; pero en privado personal de uno y otro ministerio las reconocían. Hasta que se llegó a un acuerdo que en principio aceptaban las dos partes: por el bien del Gobierno, que no vivía la mejor de las situaciones, se ponía todo el esfuerzo en negociar con los socios parlamentarios la subida y se aparcaba la aplicación del IRPF, que sería gradual, a medida que se serenara el debate político. Sánchez está empeñado en completar la legislatura, pero en caso de tener que adelantarlas, mejor hacerlo evitando la polémica sobre la aplicación del IRPF a un nuevo SMI que afecta a dos millones de votantes.

María Jesús Montero, sin embargo, defendía otra postura: anunciarlo cuanto antes para que cuando llegaran las elecciones el debate ya fuera sólo un recuerdo. Y porque además el IRPF suponía 2.000 millones de ingresos. Yolanda Díaz no estaba de acuerdo, se presentaba como la gran defensora de los trabajadores más precarios y dijo además que la aplicación del IRPF no superaría ingresos mayores a los 800 millones.

Finalmente se impuso el criterio de Montero, como se suponía, pero se llegó al acuerdo de no mencionar el IRPF –aunque se prometió a Díaz que se aplicaría en el futuro– para no provocar mayor debate… y males electorales.

Cuando estaba a punto de iniciarse la rueda de prensa posterior al Consejo de ministros, se entera Yolanda Díaz de que Hacienda está filtrando a medios de comunicación que a la subida del SMI se aplicará el IRPF. Y se entera también de que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda no acudirá a la rueda de prensa porque se encuentra mal. Enfadada por todo y porque se siente engañada, hace una intervención que provoca estupefacción, porque arremete contra su compañera de Gobierno y asegura que Montero no había mencionado nada en la reunión del Consejo a la que habían asistido las dos. Es cuando la portavoz Pilar Alegría, muy incómoda, visiblemente incómoda, susurra un “eso no es así” que recogen los micros a pesar del bajo tono de voz.

Los periodistas no ocultan su perplejidad, nunca habían visto tal grado de enfrentamiento entre los ministros en una rueda de prensa que se transmitía en directo.

Díaz se cree engañada

Finalizada, faltó tiempo al equipo de María Jesús Montero para dar su versión; el informe de expertos, que Yolanda Díaz debía conocer, ya recogía que se debía aplicar el IRPF; la vicepresidente había sido informada la tarde anterior, lunes, de que era obligada esa aplicación por el igual trato que deben recibir todos los contribuyentes, y se le trasladó la conveniencia de no abrir ese debate públicamente porque así lo quería Moncloa.

Se contó también que la propia Montero se lo había explicado esa misma mañana del martes a Yolanda Díaz en uno de los momentos previos al Consejo, o en la habitual interrupción de media mañana para tomar un café.

Las versiones no coinciden. Yolanda Díaz se sigue sintiendo engañada, pero lo peor para ella es que se desde las filas socialistas se la ve hoy como una socia de coalición más preocupada por su propia situación que por el Gobierno: ha abierto un debate muy incómodo porque se asienta la idea de las desavenencias entre PSOE y Sumar y, además, ha puesto el foco en esas desavenencias y tensiones impidiendo así que se valore como conviene una subida del SMI que podría capitalizar ella misma, además del Gobierno en pleno. Y que hoy se ha diluido en el fragor de la batalla… al trasladarse la idea de que la subida del SMI no va a ser tanta porque se le va a aplicar un IRPF que lo disminuye sensiblemente.

No son días exitosos para el Gobierno, pero sobre todo no son días en los que Yolanda Díaz se pueda apuntar triunfos que podría haberse apuntado… si no hubiera provocado un debate indeseado.

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