Optimismo racional contra el pesimismo emocional
dietario de españa
España no es el pozo negro que ha construido la burbuja político-mediática: es un país que progresa razonablemente, y que, paradójicamente, sirve de ejemplo en muchas materias
España no es el paraíso, pero tampoco el boquete negro en el que muchos se han empeñado que parezca. En un juego de forzadas simetrías estaría más cerca de lo primero que de lo segundo. Aunque si insistimos con el mismo ahínco con el que vamos, conseguiremos creernos que vivimos en un país que no merece la pena. Un pozo de corrupción institucional donde medran ladrones y pillos a la sombra del BOE. El país de los botarates que se hicieron de oro vendiendo mascarillas de todo a cien durante la pandemia. Una tierra tomada al asalto por inmigrantes violadores que viven de una paguita –inexistente– del Estado, un lugar donde nadie es fiable y que, por lo tanto, merece ser catapultado al espacio exterior. De todo hay, cierto. Si echa un vistazo a la prensa internacional comprobará que no somos muy diferentes al resto del planeta. El problema no está en las excrecencias que aquejan a todo sistema democrático, al que se pegan como sanguijuelas los peores de cada casa. Es una cuestión de proporción, que es la igualdad de dos razones. Platón reclamaba la proporción como condición para la belleza. La desproporción conduce a mundos erróneos, donde nada cuadra y todo parece fuera de sitio. Y genera monstruos.
La burbuja político-mediática
Vivimos dentro de una burbuja político-mediática que confunde y espanta. No es nuevo, sino cíclico. Si nos dejáramos dominar por el ruido y la furia diaria sólo podríamos, consecuentemente, pedir el exilio en Portugal. La sima es especialmente profunda en la M-30, donde los amplificadores ganan potencia diaria. Saliendo de la capital del reino, el ruido baja y la gente parece más feliz. Madrid, además, contagia. Algunos dirán que inspira, pero en realidad es un mal contagioso, una patología sin nombre definido pero de cuyos efectos letales para la moral y la convivencia caben pocas dudas. La España que vivimos es otra, aunque esté oculta. La España real se parece más a la familia que está ajustando gastos para sacarse unos billetes de avión y pasar unos días con los hijos en la playa. Se parece al grupo de amigos que se están tomando unas cañas y echando unas risas. Es la de la gente que se casa pagando una hipoteca y aunque les alcanza a lo justito están empeñados en ser felices, como titula Miguel Munárriz sus imprescindibles memorias literarias. Se parece más este país a quienes ven gozosa y despreocupadamente el Grand Prix o Salvados que a quienes, con la vena del cuello a punto de estallar, proclaman que España es un lodazal irrespirable.
Datos contra la espesura
Los datos son tozudos: España va razonablemente bien, aunque muchos se desgañiten proclamando que estamos a las puertas del desastre. El BBVA ha elevado el crecimiento del PIB hasta el 2,5% en 2024. El empleo marca registros desconocidos con 21,6 millones de ocupados, el paro cae en todas las autonomías y todos los sectores. El mejor dato desde 2008. Las comunidades autónomas van a recibir más dinero del Estado a cuenta que nunca, y la vivienda y los bienes de equipo crecen a un ritmo del 3% y el 3,7%. Eurostat también certifica que es la española la economía más expansiva entre los grandes países de la UE: más del doble de la media europea. El Gobierno ya ha aprobado la ley que integra la directiva europea que homogeniza en el 15% el tributo para las grandes multinacionales y empresas nacionales –hasta 830 grupos empresariales en nuestro país– que consolidan ingresos por encima de los 750 millones de euros, una medida que combate el dumping fiscal. La renta media ha subido en España de 15.500 a 17.000 euros entre 2015 y 2022 según el INE. Y en 2023 España produjo el 50% de su producción eléctrica con renovables. Datos contra opiniones.
Modernidad, prestigio y progreso
El país avanza en la proyección de los menores a través de la ley contra la violencia infantil: una herramienta poderosa llamada a prevenir y evitar cualquier tipo de violencia contra ellos. Hasta el 65% de los españoles han leído un libro los tres últimos meses frente al 53% de hace sólo 20 años. Los jóvenes (74%) y las mujeres (70%) son lectores más voraces. Hasta el lince ibérico continúa en expansión: de 96 ejemplares que sobrevivían en 2022 a 1.600 a día de hoy. El lince, el depauperado lince, más perseguido por los periodistas que por los furtivos. España puede presumir de una ingeniería de prestigio, desde aquellos nombres que tuvieron un papel destacado en la incorporación de nuestro país al mercado internacional el siglo pasado, algunos de los cuales construyeron emporios empresariales globales, a las grandes ingenierías de hoy que participan en todos los más destacados proyectos a lo largo y ancho del planeta. La gastronomía sigue siendo un mascarón de proa de la modernidad del país, pese a los excesos, y mire al sector que mire encontrará referentes globales marca España.
Si quieren, sumen que España ha ganado de nuevo la Eurocopa de fútbol, que la femenina acumula ya 16 títulos, entre ellos una Eurocopa y un Mundial; y que Alcaraz ha dado el relevo a Nadal, como si tal cosa, triunfando en Roland Garros y Wimbledon. Y el CIS, en la encuesta practicada en junio, saca como conclusión que el 80% de los españoles asegura ser feliz y le conceden un notable a su vida. El grupo de 18 a 24 años son los más felices. Otro dato interesante de la encuesta es que pese a la polarización actual y rebatiendo de nuevo el efecto de la burbuja, el 92,1% de los españoles están de acuerdo con que "siempre hay que respetar las opiniones de los demás aunque sean diferentes", algo que como usted comprobará a diario no ocurre ni en los ámbitos institucionales ni en los medios ni en las redes. Es la España que hace ruido pero que cada vez menos representa a la España real. ¿Entonces?, ¿nos hundimos o no nos hundimos?
Los problemas
Los problemas están ahí y muchas cosas no son como nos gustaría: faltan oportunidades para los jóvenes y no somos competitivos para retener el talento, el precio de la vivienda es tremendo, la sanidad y la educación pública necesitan mejoras urgentes y los servicios sociales no siempre dan respuestas acordes a las necesidades de los ciudadanos. Hay casos reprobables de corrupción y nepotismo a derecha e izquierda, cada vez se desatan más dudas sobre el comportamiento de parte de la judicatura y hay actitudes que nada aportan a la construcción de un espacio público respirable. De acuerdo, pero nada de eso desequilibra los elementos positivos y objetivables ni convierten al país en el que nacimos y vivimos en lo que no es.
En España hay muchas señales de progreso y dinamismo, de conciencia social y solidaridad, de poderío, de país moderno, de gente que emprende, arriesga y progresa. De deportistas sin complejos, preparados y ganadores. De investigadores de primer nivel. Nada que ver con una España negra. Se podría invertir la ecuación de Gramsci: "El pesimismo del intelecto, el optimismo de la voluntad". Hoy lo optimista es lo racional y lo pesimista es emocional.
La única de las viejas naciones que está teniendo un buen siglo
Si quieren un último chute de moral antes de que agosto lo funda todo, lean el artículo que ha escrito Janan Ganesh en el Financial Times. El articulista experto en política internacional opina que España es, de entre las grandes naciones que tuvieron un imperio colonial, la única que está teniendo un buen siglo. "De todas las viejas potencias europeas, sólo España ha tenido un buen siglo. Gran Bretaña, el mayor lastre, cuenta con el crack financiero de 2008 y un Brexit ahora impopular como las principales marcas de marea en una suave bajada en el mundo. El crecimiento italiano desde el año 2000 es una línea plana. (Según el FMI, España se enriqueció en 2017.) Los alemanes vivían en la nación parangón de Occidente hace una década y ahora, mientras el Nord Stream 2 se oxida en las profundidades del Báltico, quizá sean los más escarmentados de Occidente. Francia, al menos, puede contar una historia de decadencia detenida. Pero no mucho más que eso". Ganesh va más allá y además de recordar que a principios del milenio la selección española sólo tenía un gran título de fútbol en su palmarés y ahora lleva cinco, sostiene que es un arco que se alinea con el de la revolución gastronómica pero también con "los modernismos arquitectónicos que tienden a agitarse en la España litoral". Y remata: "Un atascado Reino Unido debería pedir lecciones a España".
El mundo, en progreso
El mundo también va mejor, sí. Pese al pesimismo generalizado la fotografía actual es la mejor de la historia del planeta, pese a las guerras, las epidemias y la pobreza.
El pesimismo es una corriente global, igualmente desautorizada por los datos, según un informe de Kiko Llaneras: la esperanza de vida mundial creció en 2023 hasta los 73 años, 12 más que en 1980. El 50% de la población mundial dice que sus ciudades son buenos sitios para que vivan gais y lesbianas (30 puntos más que hace 20 años); las vacunas contra la malaria están logrando que descienda un 13% la mortalidad infantil; la evasión fiscal se ha reducido del 10% del PIB mundial al 3% mientras que el PIB per cápita se ha doblado en lo que llevamos de siglo. La desigualdad se reduce, los índices de demencia también y la formación de las nuevas generaciones hace que se reduzca el riesgo de alzhéimer. El número de universitarios se ha multiplicado por dos en 20 años. Hay el doble de mujeres en los parlamentos que hace dos décadas. Se dispara el número de personas que aprenden a hablar con implantes cerebrales, los medicamentos contra el VIH han evitado ya 21 millones de muertes desde 1996. Baja la tasa de suicidios y hasta la de muertes por ahogamientos y así podríamos seguir con datos relativos a todos los campos.
Steven Pinker, catedrático de Psicología de Harvard y autor del enorme Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso (Paidós), explica desde los sesgos cognitivos lo que denomina "progresofobia", que implica una cierta adicción a las malas noticias y a la creación de un relato político que niega la prosperidad y la creación de riqueza.
Más Pinker y menos prozac. Feliz verano.
BREVERÍAS
Frame 1. La inestabilidad vive aquí
La inestabilidad y la precariedad del Gobierno vuelven a quedar en evidencia tras el correctivo de Junts, que le devuelve a Pedro Sánchez la visita a Pere Aragonés –se supone que para avanzar en el pacto que permita a Illa presidir la Generalitat– rechazando dos asuntos clave para el Ejecutivo: la reforma de la ley de Extranjería para establecer el reparto de menores migrantes y la senda de déficit. Con los objetivos de estabilidad presupuestaria el Gobierno quería además lanzar un mensaje de estabilidad y futuro como primer paso para preparar las cuentas de 2025. Paradójicamente, con el techo aprobado, que será el que podrán utilizar las CCAA, tendrán menos margen de déficit que con el que se anunció la semana pasada. Pero Junts quiere a Puigdemont de presidente o nada mientras ERC se dispone ya a consultar a sus bases sobre el apoyo a Illa. En definitiva: pendientes del serial catalán y de si la legislatura de Madrid se consolida o zozobra. Junts va a marear la perdiz hasta el último minuto. Cobrada la pieza de la amnistía le importa un pito lo demás. La producción legislativa es una quimera para lo que quede de legislatura.
Frame 2. Golpistas
El TS ha enviado la ley de amnistía al TC por considerarla "arbitraria, discriminatoria y contraria a la igualdad". Explica el Alto Tribunal que los beneficiados no sólo no han pedido perdón por los delitos cometidos ni han hecho propósito de enmienda sino lo contrario. Son posiciones que pueden tener lógica política y jurídica. Lo que se entiende peor es que el TS califique "de golpe de Estado" y de "golpistas" a quienes promovieron el procés, a quienes Dios confunda, por cierto. El mismo tribunal en su sentencia de 2019 no acusó a los condenados de nada parecido. Del TS se esperan argumentos contundentes, no cuñadismo jurídico. El Tribunal de Cuentas también lleva la ley de amnistía al Tribunal de Justicia de la UE. Considera, como el TS cuando excluyó a algunos afectados de la protección de la amnistía, que el procés afectó a los intereses de la UE tanto por el desvío de fondos como por la promoción internacional de la independencia y por tanto la ley no regiría en esos casos. Son argumentos. La ley camina por un camino pedregoso y empinado, como se preveía.
Frame 3. El populismo es más peligroso que la inmigración
"Solidaridad sí, pero seguridad también. Para los que llegan, porque se juegan la vida, pero también para los que estamos, porque los españoles tienen derecho a salir tranquilos a la calle". Feijóo ha decidido que Vox no le va a robar el discurso duro de la migración y le echa a la cosa unas cucharaditas de populismo. Mira con un ojo a Macron y Le Pen y con el otro a Abascal. "Salir tranquilos a la calle". Esa frase. Con el PP de Aznar entraron más inmigrantes irregulares que nunca y Zapatero tuvo que regularizar a 800.000. No ha habido problemas serios de convivencia con los inmigrantes en España más que en un par de episodios aislados. La mano dura contra la inmigración –santo y seña de los populismos– da votos, pero el populismo da más problemas que la inmigracion. "Salir tranquilos a la calle". Como ha escrito Najat el Hachmi, la escritora española de origen marroquí, Feijóo tiene razón: ella reclama el derecho de sus hijos a salir tranquilos a la calle sin que les pidan los papeles en cada esquina, sin que le paguen menos por el mismo trabajo que quienes no son de raza árabe, que no les impidan entrar en sitios arbitrariamente o les nieguen un contrato de alquiler. O vivimos en otro país o Feijóo no baja de la copa de los árboles, como el barón rampante de Ítalo Calvino.
Frame 4. El juez que no se sabe la Ley de Enjuiciamiento Criminal
El juez Peinado va como una moto. Investiga prospectivamente a Begoña Gómez desde que su marido es presidente, a ver qué encuentra. Es una práctica ilegal vedada por la doctrina y la jurisprudencia. La investiga bajo la acusación de tráfico de influencias y corrupción en los negocios pero aún no ha señalado los aspectos concretos con relevancia penal y la citó a declarar sin comunicarle la imputación. Aunque la Fiscalía dice que no hay caso y aunque la UCO no ve indicios de delito, el juez sigue adelante y dobla la apuesta citando a declarar como testigo a Sánchez, que ha pedido hacerlo por escrito, al considerar su comparecencia “inescindible” de la condición de presidente. Peinado, que finalmente irá a La Moncloa a tomarle declaración, dice que no, que lo ha llamado como esposo. Como si en este caso el esposo no tuviera relación –en el caso de tenerla– con los asuntos por los que se interesa el juez. Doble tirabuzón. Maneja el juez una instrucción errática y con escaso rigor: ha llamado al presidente citando dos artículos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que no existen. La primera pista del circo está en el Parlamento, la segunda en los juzgados.
Frame 5. El ministro de Justicia que dice lo que no debe
El ministro de Justicia debería taparse. No puede reaccionar como un tertuliano a las decisiones del juez Peinado, por más cuestionables que sean. "Hay una persecución despiadada contra el presidente del Gobierno y su familia (..) es evidente y no disimulan (..) pero lamento decirles a toda esta jauría ultraderechista que no lo van a conseguir". No menciona al juez pero son sus declaraciones tras la decisión del juez. No es su rol ni es de recibo en el ministro de Justicia.
Frame 6. Se disparan los beneficios empresariales
El Banco Santander ha ganado 6.059 millones en el primer semestre, un 16% más que el año anterior. El Sabadell, 2.900 millones (+40%) y repartirá dividendos extras a sus accionistas, táctica disuasoria contra la venta de acciones en la opa del BBVA. Iberdrola gana en seis meses hasta 4.134 millones, un 64% más. Camino de un récord. Repsol, 1.626 millones, un 14% más. Inditex se ha embolsado 1.294 millones (+10%). Y podríamos seguir porque es la tónica general en las empresas españolas. Buenas noticias. Las cosas van muy bien. Que maticen sus discursos catastrofistas, que alguno cuando habla parece que nos vamos a pique.
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