La pasividad de Rajoy
Editorial
CADA vez se aleja más la posibilidad de un acuerdo de gobierno. Las reuniones que han mantenido los socialistas con Ciudadanos y Podemos han servido para bien poco, pero al menos han proyectado la sensación de que intentan un acercamiento aunque sea de cara a la galería. Por el contrario, involucrar al PP en un gran acuerdo junto a Ciudadanos y el PSOE parece imposible, dado el rechazo socialista y sobre todo el inmovilismo de un Rajoy que incluso exaspera a los suyos. El líder popular, en un acto para movilizar al partido por si finalmente se repiten las elecciones, ayer reiteraba sus críticas al pacto de Sánchez y Rivera a la vez que se limitaba a exponer su programa otra vez. Las decisiones más controvertidas del presidente del Gobierno en funciones -empezando por su negativa a aceptar la invitación del Rey para formar Gobierno y someterse a una sesión de investidura- han sido tan desconcertantes como su incapacidad para explicar su estrategia de manera transparente. Su pasividad puede escudarse en la seguridad de que el partido más votado ha de seguir en el Gobierno, y se puede comprender cierto empeño en que se visualice el fracaso del candidato socialista antes de mover ficha.
Pero aunque sólo sea para trasladar que es imposible alcanzar acuerdos con otras formaciones -lo cual es sencillo, a la vista de lo dicho por Pedro Sánchez-, Rajoy está obligado a insistir por todos los medios con un documento serio. Se puede entender su lealtad ante don Felipe cuando admitió que no contaba con apoyos, pero estaba obligado a someterse al debate ante el Congreso para dejar clara su propuesta y retratar a todos los partidos. Tras ceder la iniciativa, hoy no se sabe hasta dónde estaría dispuesto a ceder para afrontar desde el consenso los desafíos más importantes a los que se enfrenta este país empezando por el paro, la crisis, el conflicto catalán y la reforma de la Constitución. Si quisiera contar en el futuro, Rajoy ha de respetar la voluntad popular y aprovechar cada oportunidad para invitar al resto de líderes a negociar.
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