Bonello en un circo de tres pistas

La Bête | Festival de cine de Sevilla

Léa Seydoux y George MacKay en una imagen del filme de Bonello.
Léa Seydoux y George MacKay en una imagen del filme de Bonello.
Manuel J. Lombardo

29 de noviembre 2023 - 06:58

Ficha

*** 'La Bête'. Sección Oficial. Drama, Fran-Can, 2023, 145 min. Dirección: Bertrand Bonello. Intérpretes: Léa Seydoux, George MacKay.

Si en La bestia en la jungla Chiha atraviesa los 80 y 90, el sida, la caída del muro de Berlín o el 11-S sin apenas salir de la discoteca donde cada noche de reencuentran sus amantes atenazados, en esta otra adaptación de la novela corta de Henry James, el tiempo y el espacio se dilatan y fraccionan aún más entre el París inundado de 1910, el 2014 del terremoto de Los Ángeles donde nuestra protagonista busca un hueco como actriz y un 2044 donde la Inteligencia Artificial es ya una realidad terapéutica que permite borrar recuerdos y traumas a la carta.

Siempre atravesados por la distorsión y el acecho constante de esa bestia metafórica, los modos para cada tramo del filme van del codificado costume drama del primero, la distopía cronenbergiana del último y la inmersión en las formas del psychothriller, los guiños a De Palma y Lynch o las imágenes-basura de la televisión e Internet del segundo, donde lo grotesco y lo onírico conviven en una escalada de tensión propia del cine de género con el que Bonello vuelve a jugar, a veces de manera algo caprichosa.

Tres tiempos y modos que se mezclan y confunden en una alambicada estructura de ecos y repeticiones que sirven a esa idea nodal del amor romántico como destino trágico que está en el epicentro de la novela, contada ahora desde el punto de vista femenino, y que el director de El pornógrafo traduce a un imaginario posmoderno e igualmente pesimista desde el que reflexionar sobre el presente y la naturaleza de sus imágenes aun a riesgo de que el espectador se pierda por el camino.

Una sensual Léa Seydoux y un rígido George MacKay se buscan, desean y evitan a través del siglo, prisioneros de su incompatibilidad y su desequilibrio, marionetas de un fatum fílmico que ha decidido ya por ellos que los vectores de sus vidas no tendrán nunca un lugar de consumación y encuentro.

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