La eterna juventud de Karlos Arguiñano: “Quiero seguir activo”

Al pie del cañón

El cocinero vasco, incombustible a sus 76 años, ha presentado su último libro, ‘545 recetas para triunfar. Fáciles de hacer y ricas de comer’

Las razones del buen momento personal de Karlos Arguiñano a sus 76 años

¿A qué se dedicaba Karlos Arguiñano antes de convertirse en cocinero?

Karlos Arguiñano ha presentado su último libro y ha hecho un repaso de su dilatada trayectoria profesional.
Karlos Arguiñano ha presentado su último libro y ha hecho un repaso de su dilatada trayectoria profesional. / ATRESMEDIA
Juan José Gardón

13 de noviembre 2024 - 19:24

Karlos Arguiñano sigue en la cresta de la ola. El popular cocinero, a sus 76 años, sigue sorprendiéndonos con sus exquisitas recetas de cocina. El protagonista de Cocina abierta de Karlos Arguiñano en Antena 3 acaba de presentar su último libro, 545 recetas para triunfar. Fáciles de hacer y ricas de comer, de la editorial Planeta. Una vez más, el cocinero tira de ingenio para proponer platos asequibles que nos puedan conducir hasta el éxito.

El televisivo no ha perdido la ilusión por cocinar, una labor que comparte día a día con todos sus seguidores. “Me hace mucha ilusión cocinar cada día, pero para cuatro. Con 76 años ya no estoy preparado para cocinar todos los días y para tanta gente como se hace en un restaurante. Eso se lo he dejado ya a mis hijos. Yo cocino como una abuelita y eso me hace feliz. En una hora hago dos platos”, ha dicho durante la presentación de su libro. 

El chef cree que todo el mundo puede sacar mínimo una hora al día para cocinar. “Incluso me parece muy poco. Una hora la pasas en el crossfit. Pues cocina un poquito y muévete mientras se están cociendo las albóndigas. Decimos que no tenemos tiempo, pero luego cogemos entradas para un concierto de Oasis con un año de antelación. Si tienes cariño a tu historia y tu familia, una hora es poco. Hay quienes hacen dos horas y media de bici al día, pues que hagan una y cocinen, que no van a hacer el Tour”, ha bromeado.

Para Karlos Arguiñano hay fórmulas para comer bien y barato. “Cuanto más variado comas, mejor alimentado estás. Una familia con salud está preparada para todo. Si vas a la compra, hay verduras, legumbres, carnes, pescado… El hacer la compra es la base de una buena alimentación. Hay que ir dos días a la semana y encontrarás comida sana y relativamente barata. En su mejor momento y en su mejor precio. Y es importante porque la vida ha subido mucho”, ha señalado.

El vasco considera que hay una serie de productos básicos que no pueden faltar en una despensa. Entre ellos se encuentran las legumbres, el arroz, las cebollas y los ajos. “Con un kilo de lentejas das de comer a diez personas. Solas, con puerro, zanahoria, costilla… Y en una olla exprés están en 11 minutos”, ha destacado.  

Cuando dio sus primeros pasos en la televisión nunca imaginó tener una carrera tan longeva con un programa de cocina. “Una ama de casa suele manejar entre 15 y 25 recetas, así que, como cocinero, pensé que me saldrían unas 400. Con un programa diario, creía que podría aguantar unos meses en la televisión. Jamás se me pasó por la cabeza que estaría tantos años. Estoy en mi mejor momento. Es acojonante”, ha declarado.

Una de las claves para triunfar en la televisión es rodearse de un buen equipo. “Me pasó incluso en mi casa con mi mujer, Luisi. En la vida hay que elegir bien. Mi madre me decía ‘qué poco fundamento tienes’, y ahora parece que soy el hombre del fundamento”, ha comentado.

Desde muy pequeño tuvo que arrimar el hombro en su casa, con apenas 7 años ya echaba un cable en la cocina. “Mi madre era inválida y tenía cuatro hijos. Casi no se tenía de pie. Yo, con 7 u 8 años, llegaba a casa y ya me tocaba ayudar: pelar patatas, poner la mesa, limpiar… Para mí era natural con 10 años cocinar”, ha recordado.

No obstante, Arguiñano optó por estudiar una formación profesional de chapista antes que algo relacionado con los fogones. “Ponía las puertas y techos a las locomotoras. Y una vez un conductor me preguntó quién ponía las puertas. Le dije que era yo y me contestó que se le abrían en las curvas”, ha contado sobre sus inicios de chapista.

Con 18 años se fue a Zarautz para hacer unos cursos de cocina, una decisión que le cambió la vida. Ahora con 76 años no entra en sus planes la jubilación. “En mi tiempo libre paseo hora y media, tomó café con mis amigos tres cuartos de hora por la mañana, y veo que los que están jubilados repiten mucho las cosas, así que quiero seguir activo”, ha finalizado. 

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