"Yo soy muy de contacto físico, así que me ha frustrado mucho no poder abrazar"
Entrevista a Jesús Vázquez
Embajador de Ferrero Rocher en la campaña 'Juntos brillamos más', reconoce que las navidades pasadas fueron "durísimas".
Este año anima a recuperar la ilusión y las tradiciones de siempre.
Es el presentador que más se ha prodigado en los programas de Mediaset, y el que más años lleva en el grupo –junto a Jorge Javier Vázquez–: la friolera de 18 años. Aunque Jesús Vázquez ya tuvo una primera etapa en Telecinco conduciendo el musical La quinta marcha, de 1990 a 1993. Entre los próximos proyectos que tiene están la grabación de First Dates: Crucero y la nueva temporada de Idol Kids, que contará con Camela, Ana Mena y Omar Montes como miembros del jurado.
A sus 56 años, es uno de los rostros más famosos de la televisión y por octavo año consecutivo presenta la campaña Juntos brillamos más, de Ferrero Rocher. Gracias a ella ha recorrido España y ha recuperado el contacto con la gente, algo que para él es “esencial”, en su vida y en su profesión.
-Ha tenido la posibilidad de visitar los cuatro pueblos candidatos este año bajo la premisa del reencuentro que marca Ferrero Rocher en su campaña. ¿Cómo ha sido la iniciativa?, ¿más especial que en anteriores ediciones?
-Sí, venimos de un año y medio muy duro y ya es hora de recuperar la ilusión y las tradiciones que nos arrebató este virus maldito. Ha sido más emocionante que nunca porque he visitado los cuatro pueblos y he conocido en primera persona sus tradiciones: Beas (en Huelva) y su belén viviente; Briviesca (Burgos) y la Festividad de la O con velas; Las Navas del Marqués (Ávila) y su concierto de Navidad; y Peñíscola (Castellón) y su mercado navideño. He tenido la posibilidad de entrar en las casas de sus gentes. Ha sido muy emotivo llevarles el mensaje de que la Navidad vuelve como era antes.
-Le han regalado de todo: morcillas, dulces... ja, ja, ja.
-Síiii (risas). Literalmente me han arrastrado a sus casas y me han colmado de regalos. Por suerte no hago dieta. Y mucho menos esos ayunos que están ahora tan de moda. Eso sí, hago mucho deporte en el gimnasio que tengo en casa. A mis 56 años me siento genial. No tengo ni colesterol...
-Esta campaña ha sido un reencuentro, porque a usted se le nota que le encanta la gente.
-Sí, en mi trabajo y en mi vida me encanta el cara a cara. Yo soy muy de contacto físico así que me ha frustrado mucho durante la pandemia no poder tocar a la gente. Soy muy de abrazar, creo en el valor terapéutico de los abrazos y lo practico.
-Y en el trabajo, ¿cómo lo ha llevado?
-Igual de mal, me cuesta mucho no acercarme y mantener la dichosa distancia social. Grabar un programa sin público en el plató, poniéndonos la mascarilla en cuanto la cámara dejaba de grabar... esto resta mucha naturalidad, muchas emoción... para mí ha sido durísimo.
-No es muy de videollamadas o redes sociales entonces.
-No mucho, la verdad. Pero tengo un millón de seguidores en Instagram y me encanta difundir mensajes de ánimo a los que lo están pasando mal. Pienso que si consigo alegrar el día a tres o cuatro personas, ya tienen sentido las redes.
-¿Cómo vivió las navidades el año pasado?
-Más solo que nunca. Bueno, estuvimos mi marido Roberto (Cortés) y yo solos en casa todas las fiestas. Pusimos el árbol, nos vestimos elegantes, hicimos una cena especial y veíamos a nuestros familiares a través de una tableta. Todos estábamos en plan ‘no pasa nada’, pero sí pasaba.
-Este año sí podrán reunirse con los suyos. ¿Qué hacen en estas fiestas?
-La Nochebuena y Navidad son familiares, con mis suegros, mi padre y mi hermana, que se vienen a nuestra casa. Hacemos el ‘amigo invisible’ porque somos más de Papá Noel. En Nochevieja solemos viajar; nos gusta ir a la playa, a algún sitio a esquiar... pero este año me da miedo irme lejos, nos quedaremos cerquita.
-¿No se regalan en Reyes?
-No, nos suele coger de viaje. Antes todos se volvían locos con tantísimos regalos y ya dijimos que el ‘amigo invisible’ y ya está. Además, siempre me tocaba a mí comprarlos y andaba como pollo sin cabeza (risas).
-¿Cómo recuerda las fiestas en su infancia?, ¿fue un niño feliz?
-Nací en el franquismo y crecí con muchísimo miedo, muy metido en el armario, donde se sufre muchísimo. Era un niño torpón, de esos que van andando por la calle de la mano de su madre y de repente me comía una farola. Pero sacaba buenas notas y no di grandes problemas en casa.
-¿Nunca se ha planteado con su pareja ser padres?
-Roberto y yo estuvimos dándole vueltas, pero al final decidimos que no necesitamos ser padres para sentirnos plenos, realizados y felices.
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