Dos jóvenes emprendedores de Conil apuestan por las posibilidades de la moringa

el árbol de la vida

La planta, de origen subtropical, tiene numerosas propiedades y aplicaciones

En enero comenzarán a empaquetarla en Vejer

Juan Diego Marín, con una de los frutos de la moringa del que salen las semillas.
Juan Diego Marín, con una de los frutos de la moringa del que salen las semillas. / Manuel Aragón Pina
José María Ruiz

01 de diciembre 2019 - 07:00

Las elevadas temperaturas que se dan en la provincia de Cádiz, sumada a la humedad que genera la cercanía del mar, y la mineralización de la tierra, han creado en Conil el clima y terreno perfectos para que se aclimate a la zona una planta subtropical como es la moringa.

Se trata de un árbol asiático, del que existen 13 variedades. La Organización Mundial de la Salud (OMS)lo considera como el mayor descubrimiento del siglo en el ámbito alimenticio. Su gran aporte nutricional y medicinal hacen de la moringa oleifera uno de los mejores nutracéuticos. Su alto contenido en proteínas, vitaminas, antioxidantes, minerales y fibra la convierten en un nutracéutico increíble. Así, la moringa es también conocida como el árbol de la vida.

Pertenece a la familia de las moringáceas, siendo la Oleifera la única en explotarse en cultivos destinados a la alimentación por su gran contenido en propiedades nutricionales y medicinales. Esta planta es conocida en la medicina ayurveda como el árbol que lo cura todo.

Son las cualidades que se recogen en la página de presentación en internet de la empresa Connatur, un proyecto emprendido por dos conileños, Juan Diego Marín de 34 años y Sergio Espina de 33.

Este proyecto Moringa From Conil comenzó de forma altruista, con la idea de poner en valor un producto que aún no se conocía en el mercado, y del que se quería destacar su calidad. Según ha destacado, Juan Diego Marín, “notamos que había mucho engaño sobre este producto, ya que se estaban comercializando con altos contenidos de tallos”.

Dentro de los conocimientos adquiridos con la moringa, las propiedades organolépticas y las nutracéuticas, es decir la parte medicinal y nutricional del producto está en la hoja. Esto permitió ver que había una carencia en el mercado de un producto “que no estaba valorado por el engaño que había en el mercado”. Eso les dio la pista para comercializar este producto, viendo antes las posibilidades de su cultivo en la zona de la Janda, y su aclimatación al clima, el suelo y las condiciones meteorológicas. Un estudio que se llevó a cabo en el verano de 2016. Ayer, 30 de noviembre se cumplía un año de la primera salida al mercado de este producto.

En ese estudio se vio la posibilidad de cultivar la moringa en esta zona, ver la capacidad de crecimiento que tenía, la producción que se podría extraer de esta planta, y la posibilidad de rentabilizar en el mercado dicha producción artesanal y desde un punto de vista de alta calidad, para diferenciarlo de las demás producciones y compañías que ya estaban comercializando la moringa.

Según matiza Juan Diego Marín, casi toda la moringa que se comercializa en es España viene importada de la India, por lo que ellos son los pocos productores que están desarrollando este producto. Eso también les ha permitido conocer ese déficit de producción autóctona que se diferencia del material que llega al país con un alto índice de microbiología y con una huella de carbono mucho más grande de la que tienen las plantas sembradas y cultivadas en las parcelas de Roche, que es donde se encuentra la plantación.

Así, ha querido destacar varios valores para poner el producto en el mercado. El primero, el origen y la tierra donde se produce, dado que el suelo de Conil puede acoger cultivos subtropicales como éste. La segunda parte destacada es que es “un producto de kilómetro cero”, del productor al consumidor, poniendo así en valor la mano de obra humana, ya que no se utilizan máquinas en el procesado del producto, todo es manual y artesanal. El tercero de los valores que se pretenden mostrar en el mercado es el secado y deshidratado de la planta, que se realiza de forma eficiente, no hay consumo energético, todo se hace a través de un proceso natural, en un invernadero, donde se elevan las temperaturas a los 40 o 45 grados, lo que evita forzar a la planta, manteniendo todas las propiedades antioxidantes y en fitonutrientes. El último de los valores destacados, es el mantenimiento de la negroecología, ya que todo lo que se hace en la finca se realiza de manera sostenible, mirando por el medioambiente e intentando crear una biodiversidad dentro de las instalaciones para el mantenimiento de los cultivos, todo eso hace que se diferencie el producto final.

Ayudados por la Agencia Andaluza de Promoción Exterior (Extenda), han podido exponer sus productos en diferentes ferias y ahora, por un periodo de cuatro años contarán con una nave en el polígono de Cañada Ancha en Vejer. Ahí esperan poner en marcha en enero de 2020 la zona de producción, cuya maquinaria está llegando en estos días. La inversión ronda los 80.000 euros, y se prevé la creación de dos empleos en esta fábrica y otros tres a cuatro empleos por cada hectárea cultivada. Ahora mismo hay 18.000 árboles plantados dando frutos y semillas, las cuales también tienen salida para purificar agua, una faceta que de momento no han probado.

La moringa también tiene salida en el sector de la cosmética dado su contenido en Omega 3 y Omega 6, además se quieren extender a comercializarlas en champús, jabones y otros tantos productos como les sea posible.

Ahora se están poniendo a la venta tarros con 60 gramos de moringa en polvo a un precio de 4,95 euros, mientras las cápsulas se venden a 12,75 euros en 35 farmacias de la provincia, además de herbolarios, centros de dietética y parafarmacias. Se aconseja mezclarlas en la preparación de alimentos y en ensaladas. Su sabor es parecido al rábano. En cápsulas se recomienda tomarlas en desayunos y el almuerzo como complemento medicinal, alimenticio y nutricional.

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