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Vejer cuenta con el último maestro de la sastrería

Pepe Berenguer es toda una referencia en Andalucía en el diseño y confección de trajes de corto o vaquero, a la vez que ha vestido a los primeros premios del Carnaval de Cádiz

El sastre gaditano Pepe Berenguer mostró sus trajes en Milán

Pepe Berenguer en su taller de Vejer / J.M. Ruiz
José María Ruiz

02 de marzo 2025 - 07:00

El próximo 26 de mayo el maestro de la sastrería Pepe Berenguer cumplirá 88 años. Toda una vida dedicada a la alta sastrería, que le han convertido en todo un maestro, uno de los últimos de la provincia de Cádiz.

En su taller, situado en la avenida San Miguel, número 16 de Vejer, se confeccionan los trajes cortos o vaqueros que son toda una referencia en Andalucía, ya que sus clientes vienen desde muchos puntos de la región buscando su estilo, su corte y su terminación. Una tarea en la que comparte su trabajo con Manoli Jiménez, una vejeriega de la que se enamoró hace 23 años, y con la que comparte su vida dentro y fuera del taller.

Pepe Berenguer tomando medidas junto a Manoli Jiménez / J.M. Ruiz

Los conocimientos de alta costura y diseño fueron adquiridos por Pepe Berenguer desde los 14 años, cuando comenzó de aprendiz del maestro Manuel Barreiro, en la calle Jesús Nazareno de Cádiz. Allí lo llevó su madre tras salir del colegio, La Mirandilla, para evitar que estuviera jugando en la calle a la pelota.

Barreiro era un maestro en confección general. Tenía un taller con una treintena de mujeres. Ese sastre se mostró interesado en enseñarle, y fue aprendiendo la profesión hasta que se tuvo que marchar una temporada a Barcelona por su trabajo. Entonces su madre lo metió en Delfín, un sastre de vanguardia que estaba en la calle Rosario junto a Nicanor y luego en Columela. Estaba de moda, ya que vestía a los futbolistas del Cádiz.

Vio que trabajaba bien y le preguntó cuánto ganaba con Barreiro, respondiéndole que 100 pesetas. Se creyó que eran diarias, cuando en realidad eran a la semana, ofreciéndole 125 pesetas al día más una bonificación, con lo que sacaba "un sueldazo”, que le sirvió para sacar su casa adelante. Incluso presentaron prendas en Madrid, Barcelona y París.

Entonces lo mandó a Madrid a trabajar con Antonio Pajares, uno de los mejores sastres de España. Sacaron la línea Trapecio y la Diavolo, con esas prendas pegaditas que se abrían por abajo. Ya por entonces manejaba muy bien la plancha y la aguja. “Era, y soy, un perfeccionista”.

Pintando de las piezas de una prenda / J.M. Ruiz

En Madrid aprendió la alta sastrería, combinando su paso por la mili con su trabajo con Santiago Pelayo, que era el mejor haciendo trajes cortos. También coincidió con Carré, otro de los grandes.

Su idea traje corto surgió cuando vio al muñeco que acompañaba a las muñecas de Marín vestidas de gitana. Esa chaqueta ajustada que llevaba le inspiró lo que ahora son sus modelos.

En Vejer, en octubre de 2002 el maestro Pepe Berenguer dirigió una iniciativa formativa patrocinada por la Diputación de Cádiz y por el Ayuntamiento de esta localidad, que contó con un escaso presupuesto de 19.232 euros.

Con ese dinero se compró maquinaria de coser, planchas, tela, adornos, papel de diseño, hilos, y se pagó un sueldo que no estaba retribuido como debiera, ya que debió fijar su residencia en la localidad para atender los dos turnos de lunes a viernes que tenía.

Ese esfuerzo permitió a una treintena de mujeres recuperar una tradición perdida y de la que sólo quedaban cinco talleres en el país por aquella fecha. Uno de los últimos en desaparecer fue el del maestro Manfredi, en Sevilla.

Estas mujeres, casadas y con cargas familiares, sacaron tiempo de donde no tenían y durante cuatro horas, en turnos de mañana y tarde, se acercaban hasta al castillo, a una pequeña aula. El afán por hacer las cosas bien incluso costó un diente a alguna de ellas, por querer quitar con él los hilvanes.

Cada una con su historia personal quiso aprender, verse útil y sobre todo creer en la posibilidad de poder tener con el tiempo unos ingresos económicos propios, un sueño que entonces se pudo convertir en realidad. Berenguer, que pasó por un período agrio de su vida, encontró en Vejer y en esas mujeres un objetivo que fuese una nueva fuente económica para el municipio.

El maestro confeccionó diferentes modelos de chaquetas, que después fueron complementadas con sus correspondientes pantalones, aunque al que más cariño le puso fue a su diseño de un traje goyesco que regaló al diestro local 'Albita'.

Berenguer también fue diseñador de modelos de traje corto para artistas, músicos, toreros y ganaderos que confían en sus conocimientos, como también lo hicieron más de doscientas agrupaciones del Carnaval de Cádiz, donde impuso la lentejuela como complemento al modelo o tipo carnavalesco. Sus trajes han sido vestidos por primeros premios nacionales e internacionales en concursos de doma a la vaquera.

Fue el 28 de mayo de 2003 cuando el compositor gaditano Felipe Campuzano y el matador de toros Eduardo Dávila Miura apadrinaron la apertura del taller artesanal de alta costura que el maestro Pepe Berenguer, cuando tenía 66 años, puso en marcha con cinco de las alumnas a las que había inculcado sus conocimientos. Un acto que contó con la presencia de toreros, empresarios y ganaderos a los que había vestido. Se cortaron dos cintas con las enseñas nacional y autonómica, la primera, cortada por Dávila Miura y la segunda por Felipe Campuzano.

Pepe Berenguer es un gaditano que se recordará por su aportación al mundo del Carnaval y por su maestría en la alta costura campera. Se inició en 1975 con la comparsa 'Animadores de cabaret ', de Luis Ripoll. Fue el inicio por un estilo propio donde llegó a realizar tipos para cuatro coros, ocho comparsas, tres chirigotas y un cuarteto, “una auténtica locura”. Introdujo el terciopelo, la lentejuela y el lamé, marcando época con algunas de sus confecciones.

Uno de los trabajos de los que se siente muy orgulloso fue el coro La Trattoría, de Julio Pardo, que logró el primer premio en el concurso de agrupaciones del Gran Teatro Falla. Pero también vistió al cantautor Carlos Cano cuando dio el pregón de Carnaval en la Plaza de San Antonio de Cádiz.

El cantautor Carlos Cano vistió un traje de Pepe Berenguer en su pregón en Cádiz / Julio González

Por el taller de Pepe Berenguer y Manoli Jiménez es raro el día por el que no pasa un cliente para tomarse medidas o probarse el traje diseñado, lleno de puntadas. Es el caso del empresario y ganadero Joaquín Anaya, oriundo de Antequera, que lleva mucho tiempo conociendo el trabajo de Pepe Berenguer. “De todos los que he probado, el que mejor queda es el de él, lo borda”, expuso tras probarse una chaquetilla vaquera. Este ganadero asegura que le propone lo que quiere, pero que "es el maestro el que dispone, y al final llegamos a un acuerdo, y la verdad es que salgo muy contento con todo lo que me ha hecho hasta ahora, que son muchas cosas, y he traído muchos amigos aquí para que también le haga cosas, y están encantados también”. Por el taller también han pasados sus hijos que también tienen un traje de Pepe Berenguer. En su mayoría son trajes cortos, pellizas camperas o una chaqueta marsellés. “Con dos veces te lo saca perfecto”, aseguraba a la hora de tener que desplazarse a Vejer para tomarse las medidas y elegir la tela con la que se confeccionaría el traje.

Prueba de un traje a un cliente / J.M. Ruiz

En un reciente homenaje que le han dado vecinos y amigos del último maestro de la sastrería, dijo: “Yo no vendo trajes, yo regalo arte, ese es Pepe Berenguer”.

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