Alhambra Monkey Week
Un festival como los de antes
Productor de más de un millar de discos, Paco Martínez, alias Paco Loco, es ya historia de la música pop española. Integrante de la banda gijonesa Los Locos durante los 80, guitarrista de Australian Blonde durante los primeros 90, montó en aquella ciudad su primer estudio de grabación, meca para buena parte de los grupos de la entonces incipiente escena indie. El amor lo trajo a El Puerto de Santa María, desde donde sigue grabando en sus Paco Loco Estudios a formaciones de variado pelaje y continúa facturando su propia música al frente de Los Jaguares de la Bahía. De su singular trayectoria, de la persona y el personaje, da cuenta el divertido e instructivo documental Paco Loco: Viva el noise, una producción de Daniel Cervantes y Mikel Gil, dirigida por el primero, que este jueves se estrena en la sección Panorama Andaluz del Festival de Cine Europeo de Sevilla.
-¿Cómo surgió este documental?
-Mikel y Dani querían hacerlo, pero yo no lo veía, porque no creo que sea tan importante. Me aseguraron que no se trataba de contar mi historia, sino de explicar cómo era mi día a día, cuál es mi técnica en el estudio y, sobre todo, aunque tuviera una base en mi historia, en el pasado, que contase mi ahora. Tampoco quería que fuese un documental convencional, aunque lo que es convencional para mí igual no lo es para otra persona. Quiero decir, que para mí, hablando de música, puedes escuchar a Sonic Youth y parecerte normales, mientras que a otra gente le pueden parecer muy raros. Pero cuando yo hablo de raro me refiero, no sé, por ejemplo a Daniel Johnston, que para otra gente no será ni raro, sino que ni siquiera será música. Así que no tenía muy claro si lo que me proponían era que el documental fuera la Velvet, cuando yo lo que quería es que fuera Daniel Johnston. Todavía no lo he visto, me he esperado al estreno, pero creo que los tíos lo entendieron muy bien. Viendo otros trabajos de Dani me di cuenta de que él era también poco convencional.
-Daniel es un tipo joven, nacido en 1993, cuando usted ya tenía una carrera musical consolidada. ¿Cree que eso influye en el enfoque que ha dado a la película?
-Sí, es un tío muy joven y con muchas inquietudes. Me parece que tiene muchas cosas que decir, la verdad. Conocí a la gente que ha hecho el documental porque tengo metida en la cabeza desde hace tiempo la idea de hacer una película musical como se hacían antiguamente, pongamos como A Hard Day's Night o como Los chicos con las chicas. Es un género que siempre me ha gustado mucho. Son películas que igual no tienen mucho que decir en cuanto al guion, pero que son como videoclips gigantescos. Mikel es el director del Shorty Week, el festival de cortos, y contacté con él con esa idea, pero al final fue él quien le dijo a Dani que tenía que hacer un documental sobre mí. Dani no conocía mucho mi historia, y creo que eso es interesante, que no conozca mucho y que tenga una visión diferente, que vaya descubriendo al personaje poco a poco, porque eso hace que no sea un documental como de fan, sino que vaya descubriendo sobre la marcha si este tío mola o no. Así que no se sentía obnubilado por el personaje, sino que fue descubriendo cómo era yo a medida que fue haciendo la película, y eso me gusta bastante.
-¿Cómo comenzó su interés por la grabación y cuando primó el trabajo en el estudio por delante de su propia música?
-En la época en que comencé en Gijón no se podían grabar muchos discos. Eran, sobre todo, maquetas. Pero ahí descubrí que lo que más me gustaba era el trabajo en el estudio. Aunque también disfruto mucho del directo, lo que más me gusta es hacer canciones y ver cómo crecen en el estudio. Yo quería dedicarme a la música, y estaba claro que sólo tocando no lo iba a conseguir. Mi idea era inicialmente montar una especie de laboratorio de trabajo para mí mismo, quería ser un compositor. Pero, claro, al tenerlo ya montado y tener cierta experiencia en la grabación, comenzaron a aparecer grupos, y tuve la suerte de que todo aquello coincidiera con el Xixón Sound y de grabar a Austalian Blonde. A partir de ahí ya me di cuenta de que mi vida en la música era más grabar para otros. Creo que tengo más talento para grabar las canciones de otros que las mías.
-Bueno, también tiene talento para los directos, donde suele ser bastante... ¡gamberro!
-Sí, sí... Los directos me gustan mucho y me lo paso muy bien. Pero me ocurre una cosa. Cuando me encuentro con alguien que me dice "Te vi ayer y fue muy divertido" me da como un poco de reparo, así que le contesto "Bueno, no hablemos de ayer, hablemos de hoy". Pero con las grabaciones... Me gusta disfrutarlas todas, las pasadas y las presentes.
-Nacho Vegas, Sexy Sadie, Enrique Bunbury, Australian Blonde, Maga, Mikel Erentxun... ¿Cuántos discos ha grabado? ¿Lleva la cuenta?
-No, no la llevo, pero hace unos cinco años, en una entrevista para El País, le dije al periodista que había grabado 800 álbumes y entre todos ellos habían vendido menos que uno de Pablo Alborán. Así que supongo que hasta ahora habré grabado unos 1.200 o 1.300.
-Y además graba con una rapidez extrema...
-La que dan los tiempos, como en los 60. Cuando empecé los grababa entre diez y quince días, luego fue bajando entre doce y diez, diez y ocho... Ahora estoy entre cinco y siete días.
-Eso responderá también a que los presupuesto han menguado...
-Claro. Antes los discos los pagaban las compañías y ahora lo hacen los propios músicos. Y la mayoría de los que yo grabo son músicos que no viven de esto, así que es como si fuesen sus vacaciones. El momento que menos me gusta de una grabación es cuando llega la hora de cobrar. Muchas veces pienso que los pobre se están gastando un dinero y probablemente no vaya a pasar nada con su disco. Pero no porque sean buenos o sean malos, sino porque, si no te dedicas a ello de manera profesional, es muy difícil que tu música llegue lejos. De hecho, cada vez es más difícil.
-Pero muchos de los que ha grabado lo han conseguido. Por ejemplo, entre los últimos, Hinds, con recorrido internacional...
-Sí, sí, claro... Hay gente a la que le va bien y sale adelante. También tuve la suerte de trabajar con Carolina Durante, pero hay muchísimos grupos que graban y no pasa nada.
-Aunque le cueste cobrar, esos grupos han financiado una de las colecciones de instrumentos y equipos de grabación más completas que debe de haber en España. ¿De dónde nace esa pulsión coleccionista?
-Uno de Sunflowers me dijo una vez en Mallorca que lo que pasa con esto es que soy un romántico. Para mí la música es muy importante, me parece una expresión artística alucinante. Sin ella no entenderíamos el mundo de hoy, en el que el resto de expresiones artísticas casi siempre van acompañadas de ella: el cine tiene música, leemos libros mientras escuchamos música, a veces vas a un museo y hay música... Es la expresión que acompaña a todas. Y como yo soy un romántico, cuando escucho los discos que realmente me gustan y me han influido, cierro los ojos y me imagino a esos músicos en el estudio grabando sus discos. Así que lo que intento es que cuando cierre los ojos mientras escucho los discos que he grabado yo, pueda imaginarme que están grabados como esos discos que tanto me gustaron. No me gusta la frialdad de los estudios en los que está el ordenador y todo limpio, clínico. Me gustan los cacharros, entrar en un estudio y sentir que es un sitio diferente, especial para grabar música. Y esos sitios que yo imagino en mi cabeza son un poco como lo que yo tengo, llenos de cables, de equipos, de guitarras, de baterías... Por eso a veces creo que ya he descubierto mi misión en la vida: que no se pierda esa manera de grabar discos. Me parece muy bien cómo se hacen muchos discos ahora, pero quiero que no se pierda esta otra manera de hacerlos.
-Y ese modelo de estudio casi familiar, cercano, con alojamiento, en el que los grupos se instalan y viven, despoja a la grabación de su carácter industrial, como reconoce Mikel Erentxun en el documental...
-Sí, claro. Para mí es muy importante que cuando escuches tu disco te recuerde cosas agradables y digas "Qué bien lo pasamos aquel día". La manera de conseguir eso es que la grabación tenga ese carácter familiar, que no tengas la sensación de estar grabando. Porque grabar es en sí mismo muy estresante, Hay gente que se pone nerviosa y realmente lo pasa mal. Me he encontrado con gente que en otras ocasiones lo había pasado muy mal y aquí lo ha disfrutado.
-Una de las muchas cuestiones que aborda el documental es el concepto de indie, tan devaluado hoy. ¿El hecho de que se titule Viva el noise, como género popularizado a comienzos de los 90, es una manera de desmarcarse de esa devaluación?
-Estoy totalmente de acuerdo en que indie es una palabra devaluada, pero yo me siento superindie. Ahora le dices a alguien que es indie y te contesta que no, pero yo sí, porque creo que el indie que nosotros hemos vivido y entendíamos como tal, ése de los grupos ingleses y americanos con el que crecimos, sigue siendo algo muy guay y hay que reivindicarlo. Lo que ocurre es que de repente se empezó a llamar indies a grupos que en realidad no lo eran. El indie va más allá del hecho de que nadie te pague los discos. ¿Son indies Vetusta Morla por pagarse sus propios discos? Me parece estupendo, aunque Vetusta Morla no responde al indie como yo lo entiendo, pero no porque sean buenos o malos, mejores o peores. Es como si a mí se me definiera ahora como hardcore melódico y al cabo de dos años se me entendiera así, pero yo no soy hardcore melódico. Fíjate en el concepto de hipster, que en los 60 era como un tipo superguay, con inquietudes culturales, y ahora llamamos hipster a gente que se arregla la barba. Así que, claro, el concepto hipster se ha devaluado. Nosotros mismos nos cargamos las definiciones. Pero yo reivindico el movimiento indie, totalmente. No creo que haya nada mejor en el mundo de la música que ser indie tal como yo lo entiendo: hacer lo que queremos cuando queremos y hacerlo porque nos gusta la música.
-Hay otro asunto con bastante peso en el documental: la creación del festival Monkey Week, del que fue artífice junto a Enrique Bunbury. Viendo hasta dónde ha llegado, supongo que sentirá orgullo...
-A veces me fastidia un poco que se incida tanto en eso, porque parece que es como quitar mérito a Tali Carreto y a César y Jesús Guisado, que son quienes realmente lo tienen. Pero la verdad es que fue un poco así. Hace años se me ocurrió la idea de hacer un festival en El Puerto y grabando a Remate me dijo "Oye, ¿y por qué no hacéis algo parecido al All Tomorrows Party?". En aquella época coincidíamos viviendo en El Puerto Gary Louris, de The Jayhawks, Enrique Bunbury, el promotor Juan Santaner... Se lo comentamos a Enrique, que es muy amante de El Puerto, y dijo que sí, pero que a quien había que proponérselo era a la gente del Freek Magazine, la revista en la que estaban Tali, Jesús y César, y que ya hacían el Freek Fest. Habló con ellos y, a raíz de la conversación que Enrique y yo habíamos tenido en mi cocina, lo hicieron todo solos. Soy una persona con mogollón de ideas todos los días, pero que no lleva a cabo ninguna, así que si no hubiera sido por ellos nunca hubiéramos hecho el Monkey Week. Me siento muy orgulloso sobre todo por ellos, creo que son los mejores organizadores de festivales que he conocido en mi vida, una gente muy entusiasta gracias a la cual salió adelante aquella idea que tuvimos. Y me gusta que haya crecido, aunque no voy a negar que me gustaba más que se hiciera aquí, en El Puerto.
-Le dolió mucho el traslado del festival a Sevilla. ¿Ha superado ya esa frustración?
-La verdad es que no, pero a ellos los entiendo perfectamente. Eran muy felices aquí, pero tuvieron que llevarse el festival a Sevilla por una cuestión de supervivencia, eso está claro. Aunque nunca se sabe, quizás acaben otra vez en El Puerto.
-Resulta raro que diga que pocas cosas de las que se le ocurren las lleva a cabo: no para de grabar a otros grupos, sigue haciendo su propia música, escribió el libro Loco: Cómo no llevar un estudio de grabación, con varias reediciones ya...
-Pues ahora va a salir un segundo libro, el 1 de diciembre.
-No me diga. ¿Cómo se titula? ¿De qué va?
-Pues aún lo sé. Tiene un poco de novela negra e iba a titularse en principio Asesino en serio, pero creo que al final no va a ser ése. No es ficción, va sobre algunos de los discos que he grabado, pero escrito desde el futuro, en Nueva York en 2050, con algo de trama sobre la desaparición de la industria discográfica.
-Hay una persona absolutamente clave en su vida: su mujer, Muni Camón, cantante de los reactivados Maddening Flames. Tarda en salir en el documental, hasta que de pronto todos los participantes comienzan a hablar de ella. El productor John Agnello llega a definirla como "la espina dorsal" de Paco Loco Estudios. Y a partir de ahí aparece, pero no entrevistada.
-A Muni el rollo éste de salir en cualquier cosa, ya sea un documental o una entrevista, le horroriza, no le gusta. Querían entrevistarla, pero a Muni le costaba. Entonces nos sugirieron no hacerlo, porque todo el mundo en el documental hablaba ya de ella, y en cambio pensaron que grabáramos una canción los dos juntos. En cualquier caso, es así: yo sin Muni no sería nada, seguiría en Gijón comiendo alpiste.
Paco Loco: Viva el noise se estrena este jueves 12 de noviembre a las 16:00 en el Teatro Alameda dentro de la sección Panorama Andaluz del Festival de Cine Europeo de Sevilla.
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