La lluvia da a Doñana un respiro con matices
El volumen de lluvia supera la media de la última década y se sitúa dentro de los valores habituales
"No ha llovido tanto como parece", aclaran los técnicos de la Estación Biológica del parque natural
La marisma de Doñana ha experimentado una significativa reactivación hídrica tras las precipitaciones acumuladas desde septiembre, que han alcanzado los 300 mm en la estación manual del Palacio de Doñana. Este volumen de lluvia supera la media de la última década y se sitúa dentro de los valores habituales de un invierno en la zona, lo que ha permitido la inundación de aproximadamente 16.000 hectáreas de marisma. No obstante, los expertos advierten que la profundidad del agua sigue siendo inferior a la esperada para estas fechas.
El año hidrológico comenzó con lluvias favorables en octubre, pero noviembre y diciembre fueron secos, dejando la marisma en condiciones límite al inicio del invierno. Sin embargo, las precipitaciones de enero han sido clave para equilibrar el déficit hídrico, con registros superiores a los 100 litros por metro cuadrado. Este aporte hídrico ha permitido que los principales arroyos, como La Rocina y el Guadiamar, contribuyan a la recuperación de la lámina de agua, aunque la profundidad sigue siendo menor de lo habitual.
Un déficit hídrico persistente
A pesar del repunte en las precipitaciones, los datos de la Infraestructura Científico-Técnica Singular (ICTS) de Doñana, gestionada por el CSIC, revelan que el sistema sigue enfrentando un grave déficit hídrico. "No ha llovido tanto como parece", explica Abel Valero, técnico de la ICTS, quien subraya que el ecosistema parte de una situación de escasez crónica de agua. Para una recuperación real del equilibrio ecológico, serían necesarios varios años con precipitaciones por encima de la media y una reducción de las extracciones del acuífero, actualmente sobreexplotado.
El acuífero de Doñana, que abarca casi 200.000 hectáreas, se encuentra en niveles históricamente bajos, según informes de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Tres de sus cinco masas de agua están en riesgo de no alcanzar un estado ecológico favorable, lo que está afectando a lagunas esenciales como la de Santa Olalla, que lleva tres años consecutivos secándose en verano, cuando históricamente era un refugio crucial para la biodiversidad.
Impacto ecológico y futuro de la marisma
La reducción del nivel freático está teniendo efectos visibles en la flora y fauna de Doñana. Especies como el alcornoque están sufriendo un alto grado de estrés hídrico, lo que ha provocado la desecación de importantes comunidades de pajareras. Además, la desconexión del Caño Guadiamar, principal afluente del sistema, desde mediados del siglo pasado ha privado a la marisma de un aporte hídrico clave.
Para revertir esta situación, los expertos insisten en la necesidad de restaurar el flujo hídrico del Caño Guadiamar y en la implementación de medidas urgentes para reducir el consumo del acuífero. Dichas acciones están incluidas en el Marco de Actuaciones del Ministerio para la Transición Ecológica y la Junta de Andalucía, aunque su aplicación efectiva sigue siendo una tarea pendiente.
Monitorización en tiempo real
El seguimiento de la evolución hidrológica y meteorológica en Doñana es llevado a cabo por la ICTS Doñana, que cuenta con una red de sensores que miden el nivel de agua cada cinco minutos. Ricardo Díaz-Delgado, coordinador de la monitorización ambiental, destaca la importancia de esta tecnología para la toma de decisiones de gestión y conservación.
Desde su creación en 2006, la ICTS ha implementado una red de comunicación y sensores que permiten el monitoreo en tiempo real de variables como la calidad del agua, la meteorología y los niveles freáticos. Además, está en desarrollo un sistema de 'Smart Environment', que integrará tecnologías de Internet de las Cosas (IoT) para mejorar la eficiencia en la recopilación de datos ambientales.
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