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En un mundo donde la economía y el medio ambiente están cada vez más entrelazados, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se alzan como una hoja de ruta esencial para la industria moderna. Desde una perspectiva económica, ambiental y social, los ODS representan mucho más que simples metas altruistas; deberían considerarse como los cimientos para construir un crecimiento de la sociedad sólido y sostenible.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron establecidos por Naciones Unidas en 2015, como una llamada a la acción para abordar los desafíos considerados más importantes para el desarrollo mundial. Compuestos por 17 objetivos interconectados, los ODS abarcan una amplia gama de temas, desde la erradicación de la pobreza y el hambre hasta la acción climática y la igualdad de género. Cada objetivo incluye además, varias metas específicas diseñadas para orientar los esfuerzos hacia un desarrollo más justo, equitativo y sostenible para todos.
La implementación de estos ODS en las empresas no solo debe venir determinada por una búsqueda de estabilidad ambiental y social, sino que, de acuerdo con el concepto de desarrollo sostenible también debería generar eficiencia operativa, reduciendo además los riesgos financieros. En este sentido, dado que la transparencia y la responsabilidad son cada vez conceptos más valorados por parte de los consumidores e inversores, las empresas que adoptan los principios de los ODS estarían cada vez mejor posicionadas para prosperar a largo plazo.
Adicionalmente, los ODS resultan fundamentales para fomentar la colaboración entre los sectores público y privado. La asociación entre gobiernos, empresas, ONG y la sociedad en general, resulta esencial para lograr avances significativos en áreas tan diversas como la erradicación de la pobreza, la promoción de la salud, el bienestar y la protección del medio ambiente.
Sin embargo, para que los ODS se conviertan en un motor real de desarrollo industrial, es fundamental que las empresas integren estos objetivos en sus estrategias empresariales. Esto implica una revisión profunda de las prácticas empresariales existentes, así como una verdadera voluntad de cambio y adaptación a un modelo de negocio más sostenible, que sea apoyada por la cúpula de la organización.
En línea con un decido compromiso con la Sostenibilidad, el sector cementero hace años que mantiene identificados los ODS que guardan una relación directa con su cadena de valor. Cuatro de los 17 ODS son considerados transversales y estratégicos para todas las fases de la cadena. Estos son: el número 9, “Industria, Innovación e Infraestructura”; el número 11, “Ciudades y Comunidades Sostenibles”; el número 12, “Producción y consumo responsables” y el ODS 13, “Acción por el clima”.
Entre los cuatro ODS considerados transversales, hay dos (los números 12 y el 13), por los que el sector cementero se ha volcado de manera especial en los últimos años, ya que se encuentran directamente relacionados con una de las metas que actualmente podemos considerar como prioritaria para el sector: la descarbonización de la cadena de valor del cemento.
Mediante la recuperación material y energética de residuos en el proceso productivo, la industria cementera hace realidad la necesidad de evolucionar hacia una verdadera economía circular, convirtiendo una gran cantidad de residuos en valiosos recursos y disminuyendo así sus propias emisiones de CO2. Esta práctica permite al sector cementero contribuir con muchas de las metas de los ODS 12 y 13, garantizando las modalidades de consumo y producción sostenibles y adoptando medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
El último avance del sector en la consecución de este objetivo ha sido la reciente concesión de la Autorización Ambiental Integrada (AAI) por la fábrica de Cementos Portland Valderrivas de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), que le permitirá la utilización de combustibles más ecológicos, y de materias primas de origen industrial en su proceso productivo, reduciendo sustancialmente sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esta AAI, no solo mejorará el comportamiento ambiental de la planta. Además, contribuirá a garantizar la viabilidad de la fábrica y el mantenimiento de los puestos de trabajo directos y de empresas locales que dan servicio a la fábrica.
Según marca la 'Hoja de ruta del sector cementero para alcanzar la neutralidad climática en 2050', para conseguir el ambicioso objetivo de la neutralidad climática, resultará imprescindible, entre otras actuaciones, el empleo de materias primas alternativas y la sustitución de combustibles fósiles por combustibles derivados de residuos.
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