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Bruselas receta flexibilidad en CO₂ y medias proteccionistas para ayudar al motor europeo

Guerra comercial

La Comisión Europea ha planteado una serie de medidas de corte proteccionista para ayudar al sector europeo de la automoción ante la presión de China y de Estados Unidos, que se suman a la propuesta ya adelantada por el Ejecutivo para dar más flexibilidad a los fabricantes en el recorte obligatorio de CO₂.

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Javier Albisu / EFE

06 de marzo 2025 - 07:00

"Nuestro objetivo es claro: garantizar que la próxima generación de vehículos no sólo se fabrique en Europa, sino que también se innove en Europa, esté impulsada por tecnología europea y se base en valores europeos", dijo en rueda de prensa el comisario europeo de Transporte Sostenible y Turismo, Apostolos Tzitzikostas, al presentar el "Plan de Acción Industrial para el sector europeo del automóvil".

El documento, fruto de un mes de intenso diálogo entre el Ejecutivo y los agentes relevantes de la automoción, funciona como hoja de ruta legislativa para aliviar a un sector que representa el 7 por ciento del PIB de la UE y que se encuentra en un momento "crucial" en su transición hacia las cero emisiones en 2035.

Made in Europe

El diagnóstico de la Comisión avisa de que "las empresas europeas corren el riesgo de quedarse atrás en tecnologías estratégicas clave como baterías, software, sistemas de infoentretenimiento y conducción autónoma, y a menudo tienen menos control directo sobre insumos clave, mientras que los competidores extranjeros reciben apoyo estatal en diversas formas", dice en alusión a Estados Unidos, China, Corea del Sur o Japón.

Para "garantizar la competitividad global de la industria automotriz europea y mantener una sólida base de producción en Europa", el Ejecutivo comunitario propone medidas para estimular la producción doméstica y también acciones para proteger a la industria local de la competencia foránea.

La Comisión estudiará con las capitales cómo endurecer las condiciones para la inversión extranjera en la industria automotriz europea, con obligaciones para crear empresas conjuntas, y también planteará requisitos de contratación de personal y compromisos de transferencia de tecnología e I+D a Europa.

Además, Bruselas propone introducir incentivos y normas para que los vehículos vendidos en la UE contengan un alto porcentaje de componentes fabricados en Europa.

La Comisión también promete negociar más acuerdos estratégicos con terceros países ricos en recursos minerales para reducir la dependencia de China, como los concluidos con República Democrática del Congo o Chile, y promover las inversiones en minería y refinado dentro del bloque.

Aviso a China

Para proteger su industria, Bruselas no sólo busca impulsar la fabricación local, sino también evitar una competencia desleal en el mercado comunitario.

En esa línea, el Ejecutivo comunitario aprobó el pasado octubre aranceles de hasta el 35,3 por ciento a la importación de vehículos eléctricos chinos, una medida que ha suscitado debate tanto entre los Estados miembros y como entre los propios fabricantes.

Pero Bruselas mantiene el rumbo en su nueva hoja de ruta: abrirá nuevas investigaciones si reúne pruebas de que Pekín esquiva esos gravámenes y advierte de posibles pesquisas de prácticas desleales "en niveles superiores de la cadena de suministro, incluido el segmento de baterías y componentes".

La Comisión también colaborará con los Veintisiete en la definición de reglas de origen más estrictas para evitar prácticas desleales, como la clasificación de automóviles eléctricos como "fabricados en la UE" cuando la mayor parte de sus componentes provienen de países extracomunitarios, como Marruecos o Turquía, que cuentan con acuerdos comerciales preferenciales con la Unión.

Ayudas al sector

El plan también incluye inyecciones -ya presupuestadas- de 3.000 millones de euros a la producción de baterías para coches eléctricos en la UE, otros 1.000 millones en innovación para desarrollar software de vehículos autónomos y otros 570 millones para infraestructura de recarga.

Tras una caída interanual de las ventas de coches eléctricos del 5,9 por ciento en la UE en 2024, la Comisión plantea, además, recomendar "incentivos fiscales y no fiscales a la demanda", con el acento en la armonización de los distintos esquemas ya existentes y el intercambio de buenas prácticas a partir de 2026, aunque Bruselas también se abre a explorar "programas de incentivos a nivel de la UE".

Antes, a finales de 2025, Bruselas se compromete a presentar nuevas normas para favorecer la compra de eléctricos en las compañías, que representan hasta el 60 por ciento de las compras de automóviles nuevos, y para retirar incentivos a las compras de coches Diesel y gasolina en vehículos de empresa.

Flexibilidad y CO₂

El punto más destacado del plan es la propuesta de flexibilizar los objetivos de reducción de CO₂, adelantada el pasado lunes por la presidenta del Ejecutivo, Ursula von der Leyen.

La nueva normativa, que tendrán que aprobar el Consejo de la UE y el Parlamento Europeo, permitiría a los fabricantes evitar sanciones si no reducen las emisiones de sus flotas un 15 por ciento en 2025 respecto a 2021, siempre que compensen el exceso hasta 2027.

El Ejecutivo comunitario también apoyará la creación de plantas de reciclaje de baterías y componentes, buscará armonizar la regulación para los futuros vehículos autónomos y fomentará la colaboración de empresas europeas para el desarrollo de software y estándares.

Además, la Comisión reforzará programas de apoyo al empleo, destinará 90 millones de euros a programas de reciclaje y formación.

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