Tierras raras: ni son tierras ni son raras pero Trump las desea
Se trata de 17 elementos químicos que se utilizan en drones, coches eléctricos, molinos eólicos, aparatos de resonancia magnética y dispositivos electrónicos de comunicaciones
La bronca de Trump a Zelenski arruina el contrato para la explotación de las tierras raras en Ucrania

El acuerdo que Ucrania y Estados Unidos iban a firmar el pasado viernes saltó por los aires a consecuencia de la bochornosa bronca que Donald Trump le echó a Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca. El pacto obligaba a Ucrania a crear un fondo de inversión al que aportaría la mitad de los beneficios de la explotación minera de las llamadas tierras raras y que compartiría con Estados Unidos a cambio de una garantía de seguridad que, como poco, es dudosa. ¿Pero qué son las tierras raras? ¿Cuál es su valor?
Las tierras raras son 17 elementos químicos de la tabla periódica. Comienzan por el escandio, de número atómico 21, le sigue el ytrio y prosiguen los lantánidos, esa fila de nombres que se dibuja abajo y fuera del conjunto de Mendeléyev. Aunque se denominan así, ni son tierras ni son raras. Se les llamó tierras a todos los elementos que en el siglo XVIII no se podían aislar de sus formas óxidas y el adjetivo de raro está sometido a discusión, pero parece que al principio sólo se encontraron en Suecia, en la población de Ytterby. Este pueblo ha dado nombre a cuatro de las tierras raras, el ytrio, el iterbio, el erbio y el terbio. Otras fuentes mantiene que el término raro procede, sin embargo, de la dificultad para separarlos de otros elementos con los que forman moléculas de modo natural.
En cualquiera de los casos no son elementos poco abundantes, aunque sí son muy valiosos para las nuevas tecnologías. En la corteza de la Tierra hay más tierras raras que oro y plata, y minerales como la monacita y la bastasita contienen no uno, sino muchos de estos elementos, porque una de sus propiedades es la similitud entre éstos, que hace que se encuentren juntos en muchas sustancias. Sólo uno de ellos, el prometio, podría clasificarse no sólo de raro, sino rarísimo, porque se calcula que sólo hay un kilogramo de este elemento repartido por la corteza terrestre.
Su valor procede de unas magníficas propiedades magnéticas, que los convierten en imprescindible en la fabricación de imanes de gran potencia, en motores para los coches eléctricos, los drones, los molinos de producción eólica, baterías y dispositivos electrónicos relacionados con las comunicaciones. También están en los aparatos de resonancia magnética nuclear, que necesita de esos imanes más poderosos que el hierro.
Los cilindros de resonancia tienen imanes con neodimio y praseodimio, que son los elementos más abundantes de esta familia, pero a los pacientes también se le inyecta en sangre un compuesto que lleva gadolinio, que aporta un efecto espejo sobre las ondas magnéticas para detectar los tumores.
La empresa Toyota, por ejemplo, necesita 10.000 toneladas de tierras raras para sus coches eléctricos, porque un automóvil de este tipo lleva unos 11 kilos de tierras raras. Un molino de energía eólica está cargado con 250 kilos de praseodimio y neodimio.
El interés de Trump por las tierras raras es el de Estados Unidos, ya que el país que tiene más yacimientos es su más claro competidor, China. Después del gigante asiático, le siguen Australia y Estados Unidos, pero el balance a favor de China es inmenso. En España hay en algunas zonas de Galicia, Toledo y Almería, aunque los yacimientos más ricos, y sin explotar, se encuentran en los fondos submarinos de las islas Canarias.
China, además, explota la segunda mina del mundo en Groenlandia, que es otro de los territorios a los que Trump le ha echado el ojo, lo que ha provocado una crisis seria con Dinamarca, país al que pertenece la isla blanca. Sin las tierras raras, la nueva tecnología bélica y de las comunicaciones se encontraría en el estadio de los años setenta del siglo pasado. Esa es su importancia.
Las tierras raras se dividen en pesadas y ligeras, estas últimas son las más abundantes y las que sirven para fortalecer a los imanes. Si Europa importa un 70% de elementos ligeros de China, el 100% de los pesados procede de este país, ésa es la fortaleza del régimen chino respecto a otros competidores geoestratégicos.
¿Y Ucrania? Distintas fuentes cuestionan que los ucranianos posean inmensos yacimientos de tierras raras, esto es algo que aún se debe valorar, pero sí hay algunas minas, y varias de ellas están situadas en la zona que Rusia se ha anexionado durante la invasión. Además de los raros, en Ucrania hay otros elementos muy valiosos para la tecnología, como el grafito y el litio, que sí completan una cesta química interesante.
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