"Las mujeres nos han puesto las pilas"

Antonio Planells · comandante general de infantería de marina

Tradición y vocación. El general de división ibicenco es hijo y nieto de militares. En su nuevo puesto manda sobre un total de 4.500 efectivos

"La mentalidad del infante de Marina es estar siempre preparado para cuando se nos requiera”, señala
"La mentalidad del infante de Marina es estar siempre preparado para cuando se nos requiera”, señala / Román Ríos
M. Muñoz Fossati

18 de febrero 2018 - 07:39

El general de división Planells alterna la cercanía afable con la que recibe a los periodistas, y que se adivina no forzada, con la seriedad cuando habla de su importante cargo. Antonio Planells considera un 'problema' no llevar el parche de tela con su nombre, pero con rapidez y disposición militar le resuelven el asunto. Planells, de familia de profunda tradición militar y con más de cuarenta años de carrera, tomó posesión hace sólo un mes como nuevo comandante general de Infantería de Marina (COMGEIM) y tiene su despacho sobre el lugar en el que se asentó hasta no hace mucho el Cuartel de Instrucción de Marinería, donde tantos miles de españoles cumplieron el servicio militar obligatorio o al menos el periodo de instrucción. Actualmente tiene bajo sus órdenes a 4.500 hombres y mujeres, una fuerza que considera "dimensionada". La Infantería está presente en la actualidad en Iraq, Afganistán, en la Operación Atalanta y en Mali, en una misión de preparación de las fuerzas armadas del país.

-Tras cuarenta años de carrera, ahora le llega este nombramiento. ¿Lo esperaba?

-Bueno, nunca se espera, porque pueden pasar muchas cosas. Aquí, cuando yo estaba de GETEAR (comandante del Tercio de Armada, también en San Fernando) todo el mundo decía que sí, pero he visto a gente muchísimo mejor que yo quedarse en el camino. La verdad es que lo recibí con una gran ilusión y muchísimas ganas. Después de 40 años, aprendiendo de la gente que me ha rodeado, esto son fuerzas que te dan para empezar una nueva etapa. Como el culmen de toda una vida de dedicación a la Armada,de una vocación que empezó a temprana edad.

-Claro, que a usted esto le viene de familia. Es nieto de sargento, hijo de coronel...

-En lo mío tiene mucho que ver mi padre. Su influencia es muy alta. Mi padre fue un hombre que se hizo a sí mismo. Era hijo de un sargento, y después de la guerra de África se quedó huérfano con siete años. Ibiza era un pueblo bastante pobre, y entonces tuvo que sacar adelante a seis hijos, que son hoy todos oficiales de la Academia General Militar, y se prepararon para entrar mientras trabajaban. Y eso les imprimió un carácter de lucha y de tesón y de amor a la patria y a su tierra. Y es eso, lo que desde pequeñito vas viendo, lo que te aflora.

-¿Sus hijos siguen la tradición?

-Nada (ríe). A lo mejor en algún momento resurgirá algún gen por ahí y alguno de mis sobrinos... o a ver si algún nieto. Porque mis hijos han dicho que no... les gusta esto pero no lo sienten como lo sentía yo... Mi madre se oponía a que yo lo fuera, hizo lo imposible para impedirlo, no quería verme pasar lo que pasó mi padre. Pero cuando tomé la decisión, me apoyó sin dudas.

-¿Desde esa decisión, el Cuerpo de Infantería de Marina ha cambiado mucho?

-Ha cambiado, como España en estos cuarenta años... Recuerdo que yo empecé a los dos años de empezar la democracia en este país. O sea, que el cambio de este país y de la Armada ha sido absoluto. Y me gustaría apuntar que la Armada ha sido, a lo largo de su historia, pionera en reinventarse permanentemente y adaptarse a las circunstancias. Yo dividiría estos cambios en dos partes, una sociológica, en la que la sociedad ha cambiado de manera fulminante. En mi caso, puedo decir que soy 'mitad y mitad'. La mitad de mi vida militar con personal de reemplazo y la otra mitad con personal profesional. La primera parte era gente que venía de todas partes de España, tenías que adiestrar, preparar, formar y volver a empezar con cada ciclo, y era normalmente de hombres. Y ahora estamos en el ejército profesional, en el que todo el mundo está formado y sabe automáticamente lo que tiene que hacer, una mirada vale más que mil palabras. Y se ha incorporado la mujer, que es un valor añadido importante. Nos han puesto las pilas.

-¿En qué se ha notado esa incorporación de la mujer?

-Pues se ha notado en el funcionamiento de la organización. Son mucho más metódicas, mucho más estructuradas que nosotros, que no somos tan organizados. Tienen más neuronas que nosotros, aparte de muchas otras cualidades . Yo soy defensor de la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas. Se ha notado un cambio muy positivo. Las oficiales y suboficiales que yo conozco son muy buenas.

-Hay quien propugna la vuelta de la mili obligatoria.

-Aquí eso lo veo difícil. Supondría un coste tal vez inasumible. Yo creo que cosas como la propuesta en Francia son pequeños escarceos. Sería una vuelta atrás, por lo que dije antes de la formación. Ahora, que conste que alguna madre desearía que sus hijos vinieran a la mili otra vez... pero eso es otra historia, jaja.

-¿Estar en la OTAN ha diluido el concepto de defensa nacional?

-Yo diría que más que diluido, ha evolucionado. Porque estas estructuras no existían antes. Antes cada uno tenía su defensa y ante un problema en su país, acudía a un tercero para que le echara una mano. Llegaban a un acuerdo y generaban una alianza y combatían contra esa amenaza. Luego esas uniones existían, aunque no estaban materializadas y formalizadas. Ahora sí, y lo que hemos conseguido es eficacia de los medios y rentabilizar los impuestos de los contribuyentes. Y lo que es más importante, permite respuestas más rápidas y mucho más eficaces. Ahora cuando un soldado español se une a un americano, ambos tienen las mismas doctrinas aproximadamente, saben las mismas tácticas.

-¿O sea que ha sido ventajoso para España?

-Ha permitido, desde los comienzos de la democracia, modernizarnos y adaptarnos mucho más rápido. Para los militares, en particular, la entrada en la OTAN supuso lo que para nuestros jóvenes ahora es el programa Erasmus, aprender otra mentalidad, que hay otra gente con otras culturas. Y eso que en la Armada éramos los más pioneros, que llevábamos trabajando con la OTAN, con los americanos, mucho antes.

-¿De todas sus misiones, cuál le ha dejado más huella?

-Las misiones son todas distintas. Iba a decir que cada una tiene su belleza, pero no tienen ninguna; más bien todo lo contrario. Para nosotros, desde el punto de vista profesional tienen su interés. Yo estuve en Bosnia, la primera vez que salieron las Fuerzas Armadas españolas al extranjero. Los primeros infantes de Marina que salimos fuimos seis oficiales. Conocí la ONU desde dentro, cómo se trabaja en un entorno multinacional donde hay gente de la India, islandeses, canadienses, americanos, etc. Y te enseña que hay otras formas de hacer las cosas y que puedes mejorar las tuyas, y te las traes a tu país y las intentas impulsar. Para mí fue muy importante Bosnia, ejercer el mando de una unidad allí, fue una experiencia única, porque allí es donde ves todas las virtudes y todas las cualidades del soldadito español en el terreno. Esas que te enseñan cuando estás en la Escuela Naval y te dicen: la lealtad, el honor, el compañerismo, el espíritu de sacrificio, esas es ahí donde las ves. Y ves que la gente no tuerce la rodilla para nada, y que si hay que salir se sale y si hay que aguantar se aguanta.

-El lema de Infantería es, por cierto, 'Valientes por tierra y por mar' ¿Es el valor la principal virtud del soldado?

-¿El valor? No sé si es una virtud, porque el valor se aprende. No podría filosofar sobre eso ahora. Pero el español ha demostrado que cuando hay que dar el callo lo da, y lo ha demostrado en todas las misiones en las que hemos estado. Hemos estado a nivel siempre, no hemos dejado nunca atrás a nadie, y los compañeros de Tierra y los Infantes que hemos estado allí lo han demostrado. En multitud de ocasiones.

-¿Cómo lleva eso de 'prepara la guerra si quieres la paz'?

-Bueno, nosotros hacemos lo que cualquier médico, o bombero. Nos formamos para que, en el momento en que se nos pida, saber hacer las cosas. Y en nuestro caso particular, como el del médico o el bombero, eso supone que no nos podemos equivocar. Están vidas humanas detrás y nos preparamos para lo peor siempre, no estamos para prepararnos para la paz. Lo que pasa es que en el abanico de posibilidades que tenemos, está la de ponerse en medio de dos adversarios que se están dando de bofetadas, y hay que tener determinadas virtudes. La mentalidad de los infantes es que somos, queremos ser la primera respuesta. Cuando el gobierno tenga un problema, queremos ser los primeros en salir. Y eso es lo que estamos buscando permanentemente, ser los primeros: como el '112'. Y somos una herramienta que existe desde hace casi 500 años y sigue siendo igual de útil. Tenemos las mismas misiones que cuando nos inventaron Carlos I y su hijo Felipe II.

-¿Entonces qué retos nuevos tiene ahora la Infantería?

-Pues seguir siendo eso: la primera respuesta, las fuerzas más versátiles y rápidas y flexibles. La versatilidad es lo que nos permite responder desde una misión de paz hasta un conflicto de alta intensidad. Y la flexibilidad es que en función de cómo se desarrolle el conflicto en cuestión, nosotros somos capaces de modularnos para la mejor respuesta en ese momento. Eso nos lo permite la unión entre los barcos anfibios y nosotros. Esa herramienta es única. No todos los países europeos tienen lo que tiene España ahora mismo, una fuerza anfibia como la nuestra, no muy grande, equilibrada, moderna.

-Ha hablado de médicos, bomberos... ¿Un militar no deja de ser militar nunca?

-No debe nunca dejar de serlo. La mentalidad del militar la tiene que llevar hasta en su casa, ser consecuente con sus ideas. Un militar no puede ir por ahí robando, ni fumando droga. Porque luego ¿cómo va a dar ejemplo a su gente? Eso es lo que yo he entendido siempre cuando mi padre me explicaba que el militar lo era desde que se ponía los calzoncillos hasta que se los quitaba para meterse en la cama. Es eso, no es que ejerza la profesión en la calle, sino que su espíritu en la calle debe ser el mismo que en la casa y en el cuartel. Por lo menos los principios deben ser los mismos. Yo he de decir que en el Tercio de Armada, que es lo que hasta ahora he mandado, no he tenido grandes sobresaltos. La mayoría de los infantes son de una mentalidad moral incuestionable. Y yo digo: lo que no eres capaz de ser en tiempo de paz ¿lo vas a ser en una situación complicada, en la que te están exigiendo que, en un momento dado, des tu vida por un compañero que está metido en un agujero y tienes que sacarlo? Así que nosotros en tiempo de paz, en alerta.

-¿Es un poco frustrante eso de prepararse muy bien para una profesión que mejor no ejercer?

-Bueno. Mire, yo en mi discurso de toma de posesión dije una frase: que nuestros infantes de Marina tenemos que prepararnos permanentemente porque nuestra tasa de error es cero. Nunca podemos tener un error. Si lo tenemos , mal asunto.

-Una orden, en un momento de crisis, es importantísima...

-Tiene una repercusión impresionante. Yo no puedo construir un ordenador que cada tres minutos haya que reiniciarlo. Tengo que construir un coche que cuando tenga que arrancar, arranque y que cuando apague, apague.

-Afortunadamente, tienen siempre plan B, plan C y muchos más.

-Claro, lo que pasa es como la situación es tan amplia, lo que tenemos que hacer es diseñar planes que nos permitan ir adaptándonos, pero siempre con tasa de error cero. No se puede mandar gente a Mali sin estar preparados ante toda posibilidad que se le pueda plantear. Eso es prepararse en paz, pero no ya para la guerra, para lo que sea. Podemos ir desde ayuda humanitaria, atención a desastres con la UME, o ir nosotros mismos como hemos ido a Haití. Preparados para todo.

-En la guerra moderna, de drones y en la red, el valor del soldado en dónde queda?

-Es igual. Los chinos, que tienen en la red más ciberataque que ciberdefensa, tienen en un edificio del orden de quince mil chinos todo el tiempo buscando, intentado penetrar... Esos hombres tienen la misma mentalidad que el fusilero que está ahí pegando barrigazos. La misma mentalidad y el mismo sentido de lealtad a su jefe y a su estructura de mando. Lo único, que en lugar de un fusil tiene sus dedos y un teclado, pero su mentalidad es la misma.

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