Balas contra las narcolanchas

Provincia de Cádiz

Los cuerpos policiales reclaman al Gobierno que se permita a tiradores de precisión disparar desde helicópteros a los motores de las veloces embarcaciones usadas para el tráfico de drogas

Reclaman un endurecimiento de las normas de enfrentamiento

Narcolanchas en Cádiz: El peligro viene del mar

Una narcolancha, cargada de bidones de gasolina, en aguas andaluzas.
Una narcolancha, cargada de bidones de gasolina, en aguas andaluzas.

El Gobierno de España busca fórmulas para combatir a las mafias que trafican con hachís desde Marruecos y que han encontrado en sus potentes narcolanchas unos monstruos marinos casi imbatibles. Más potentes, más grandes, más rápidas, las gomas de cuatro motores de 300 CV son capaces de alcanzar los 65 nudos de velocidad, unos 120 kilómetros por hora. El riesgo es enorme. Las nuevas embarcaciones de la Guardia Civil también son cada vez más rápidas. El Servicio Marítimo está a la espera de recibir en los próximos meses un nuevo buque que será la joya de la corona en cuanto a prestaciones, pero los altos mandos de la Benemérita y la Policía Nacional pretenden más. Quieren poder disparar a los motores desde los helicópteros como se hace en otros países en la lucha global antidroga.

La cuestión de fondo es que los cuerpos policiales consideran que los narcos han radicalizado sus maneras, cada vez más violentas, mientras que ellos continúan con un reglamento obsoleto. Por ello, recientemente diferentes mandos solicitaron a la Secretaría de Estado de Seguridad, en una reunión que se celebró en Madrid, un endurecimiento de las denominadas normas de enfrentamiento, unas reglas que no se refieren únicamente a lo que marca la ley sino a la defensa de las vidas de los agentes.

En España estas normas son menos agresivas que en otros países. Por ejemplo, EEUU, Canadá, Francia, Portugal, Chile y hasta Marruecos sí que permiten medidas más drásticas para frenar a los narcos.

Fuentes de la lucha antidroga consultadas aseguran que su petición va encaminada a poder utilizar un determinado tipo de munición que pueda dispararse contra los potentes motores que portan las narcolanchas y que las inutilice sin poner en riesgo la vida de sus ocupantes. Desde la Guardia Civil aseguran que cuentan con tiradores de precisión en el GAR, capaces de hacer blanco a largas distancias, que no tendrían ningún problema en acertar a un motor desde un helicóptero que persigue a una goma por el Estrecho a toda velocidad.

Lo que se pide desde estos cuerpos es que esa actuación esté respaldada por la normativa. “Necesitamos los medios necesarios para poder luchar contra los narcotraficantes, sin salirnos de la ley pero pudiendo hacerles frente, para que sucesos como el ocurrido en el puerto de Barbate, no vuelvan a suceder”, dicen desde la Guardia Civil.

Países como EEUU, Canadá, Francia, Portugal o Marruecos sí permiten abrir fuego

De momento, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, se ha mostrado contrario a permitir disparar a los motores de estas embarcaciones. Pero los mandos policiales insisten en la necesidad de endurecer ese protocolo de enfrentamiento para equipararlo, no sólo a otros países limítrofes, sino incluso a las necesidades de un servicio que se antoja cada vez más peligroso.

Además de esta vía, desde los sindicatos policiales y las asociaciones de la Guardia Civil se insiste en reclamar penas más duras para los delitos relacionados con el narcotráfico, desde el petaqueo, al alza desde que en el año 2018 el Gobierno prohibiera las narcolanchas, hasta el menudeo, pasando por el cultivo de marihuana.

A todo esto hay que sumarle la cada vez mayor potencia de fuego de que hacen gala las organizaciones criminales asentadas en la provincia de Cádiz. Sin ir más lejos, hace un par de semanas varios agentes de la Benemérita fueron recibidos con ráfagas de fusiles de guerra cuando intentaban impedir un alijo de hachís en la desembocadura del Guadalquivir. Mientras que los agentes portan armas cortas, cada vez es más habitual que tengan que jugársela contra armas como las que se utilizan en los conflictos bélicos del siglo XXI. Es la guerra del narco.

Una escalada de violencia con incierto final

La muerte en el puerto de Barbate de dos guardias civiles volvió a poner el foco en la peligrosidad de las narcolanchas. El Gobierno ya le declaró la guerra en 2018 pero desde entonces los astilleros donde se construían se han desplazado a Portugal. En el país vecino no son ilegales, y varios constructores se han llevado sus moldes para poder seguir fabricándolas desde allí. Para poder combatirlas los cuerpos policiales no sólo reclaman más medios, más barcos, más agentes, sino también endurecer las normas de enfrentamiento y las penas, tanto para los narcos como para quienes se dedican al negocio del petaqueo.

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