Barbate hace malabares

Uno de los municipios más endeudados de España intenta mantenerse a flote con un sector pesquero a la baja y el estigma del narcotráfico siempre presente

Barbate hace malabares
Barbate hace malabares
F. Rufo Barbate

10 de abril 2016 - 05:01

Salir adelante en Barbate no es fácil. Al menos, no como en otro municipio gaditano. Estos días Barbate ha sido noticia porque fue en marzo la localidad de toda la provincia donde más bajó el paro. Hoy, salir adelante en Barbate es cuestión de hacer malabares.

Pesca, turismo y droga. Son tres mundos con los que tiene que lidiar a diario esta población de La Janda que fue "la joya de la comarca", recuerdan muchos de sus vecinos. Barbate es, probablemente y según las estadísticas, uno de los municipios más endeudados de toda España. Un ejemplo. Cada pueblo de todo el país recibe mes a mes lo que se llama Participación en los Ingresos del Estado (PIE). El Ayuntamiento barbateño no ingresa ese dinero mensual desde 2006, a razón de más de 300.000 euros cada mes. Un auténtico agujero. Es más, Barbate no aprueba un presupuesto desde hace ocho años y, según las cuentas del nuevo alcalde del municipio, Miguel Molina (PA), la deuda del municipio podría rondar los 100 millones de euros.

Hoy, para hablar de empleo, no hay más remedio que irse al puerto barbateño, donde estos días se preparan los barcos de almadraba y donde ya faenan los barcos que pescan en el caladero de Marruecos. Esa es la clave, Marruecos.

Chechu regenta el bar del puerto barbateño. Es de Santander, pero lleva en el pueblo más de 25 años. "Cuando el acuerdo con Marruecos de los años 80 aquí no se paraba, había muchísimos barcos, la gente tenía dinero", explica mirando a una época en la que todos prosperaban. Hoy apenas son unos pocos los que se dirigen al caladero alahuita, marcado por un acuerdo que limita licencias y capturas. Chechu explica que eran muchos los jóvenes barbateños los que acudían a diario a la lonja, a descargar hielo, a embarcarse o a trabajar en cualquiera de las artes de pesca. Hoy ya no da para tantos y "se tienen que buscar la vida". Pero, más allá, no hay nada.

"Hoy sales por la noche y no hay ambiente, en el polígono (El Olivar, a la salida del pueblo) no hay nada, está casi abandonado", dice con tristeza. De hecho, la imagen de la nave de El Rey de Oros es un ejemplo de la decadencia de una industria que tuvo hace años otro semblante. El propietario del bar del puerto no lo niega: "Barbate acaba saliendo siempre en las noticias vinculado a la droga, y aquí llega como llega a Conil, a Tarifa o a cualquier otro sitio, pero al final siempre es Barbate", se lamenta mientras explica que ha cedido su bar durante tres días para el rodaje de la nueva serie televisiva que ahora también centra la atención de los barbateños y que, cómo no, basa su argumento en el narcotráfico.

En la lonja de Barbate manda, desde no se sabe ya hace cuánto tiempo, Andrés Barrera. Es el subastador y controla absolutamente todo. Le viene de familia. Pero su padre vivió la época en la que en una semana de trabajo en la mar se ganaba "hasta para tomarte un cajillo de botellines en un bar", recuerda. "Nada de una cerveza y después otra". Hoy en el puerto se mezclan los barcos que acaban de volver de Marruecos, los pocos de cerco que se atreven a seguir faenando en el Golfo de Cádiz y los que se preparan para la almadraba. Entre todos, calcula, entre este mes y el pasado pueden haberse dado de alta unos 400 marineros.

Pero matiza: "Antes, un día como hoy, estaba el puerto lleno de chavales preguntando para trabajar con los barcos de Marruecos, pero ya ni eso, no vienen", dice Andrés. Eso, unido a las casi 30 personas que ya se han prejubilado, dibujan en este sector un panorama sombrío. En la almadraba, ahora se preparan para calar las redes que en pocos días irán primero a las piscinas de engorde. José es uno de esos marineros que no para de tirar boyas a los barcos. Es onubense y decidió quedarse en Barbate. "Antes no se quería la almadraba, mandaba Marruecos. De hecho, la gente se iba a Huelva y ahora es al contrario". Pero, como dice Andrés, "Marruecos es fundamental para Barbate". Y mientras se trabajan las redes, uno de los responsables admite que otros países, como Italia, han maltratado al atún rojo. "Llevaban hasta helicópteros para capturarlos. Nosotros siempre hemos sido respetuosos, lo que necesitamos es más cuota", reflexiona.

A pie de puerto, Antonio y Manuel trabajan las redes de un pequeño barco de cerco que faena lo que puede. Antonio logra reunir con suerte 800 euros al mes, pero tiene que mantener a 11 personas en su casa. Manuel, que trabaja en la pesca "desde que era chico", lamenta lo que el tiempo ha cambiado en el puerto barbateño. El patrón del pesquero, José María, explica que salió el domingo a faenar y no paró hasta el lunes por la tarde. "Vendí 200 euros, tengo que pagar gasoil, a la gente... al final me quedan menos de 100 euros. Esto está quemao", dice.

"Aquí no sienta bien que se relacione a Barbate con la droga", dice Rocío, propietaria de un pequeño establecimiento de ultramarinos en la calle principal del municipio, cerca del Ayuntamiento. Coincide con Chechu en lo del rodaje de la serie: "Unos dicen que otra vez lo mismo, la droga, pero otros dicen que le puede venir bien al pueblo, porque se hablará de él", asegura. Pero el día a día no ha cambiado en los últimos años. Pese al tabú de la droga, Rocío no es ajena a la realidad. "La gente del pueblo viene a comprar, pero aquí la economía está fatal. En Barbate, o se vive de la pesca, o ya sabes de qué se vive", admite. "Pero no sienta bien que se hable siempre de lo mismo, porque en las noticias siempre que se hable de alijo de droga, siempre sale Barbate, y eso no es justo. Este pueblo tiene muchas cosas bonitas que hay que ver y disfrutar, nuestra playa, nuestro parque natural".

Cerca de la plaza de abastos, la propietaria de uno de los bares que vive del reguero de gente que acude a diario al mercado, es consciente de que la cosa está mal. "Vivimos del día a día, el fin de semana abrimos, pero no da para mucho", afirma. "A Barbate han venido los mejores, Rocío Jurado, Alberto Cortez... los mejores. Ahora no viene nadie", lamenta. "Lo que no puede ser es que un alcalde sea alguien que lo único que ha hecho en su vida es hacer fotos; es mi opinión personal. Se necesita un mínimo de preparación", reflexiona.

A la una de la tarde, la oficina del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) que está junto al Ayuntamiento, la oficina del paro de toda la vida, está hasta arriba. Colas que llegan hasta la puerta, sobre todo, de veinteañeros. Nadie habla. Bastante tienen con tener que ir a pedir un trabajo que, con casi toda probabilidad, no encontrarán. Pese a lo que dicen las estadísticas, los que saben del asunto aseguran que el mes pasado bajó tanto el paro porque la Semana Santa propició mucha contratación en la hostelería, especialmente en Zahara de los Atunes.

Otro de los puntales de la economía barbateña es sin duda el inmobiliario. Pero tampoco está este horno para los bollos que hoy se comen. Una de esas inmobiliarias explica que el mercado en la localidad ha cambiado completamente. De poco a tiempo a esta parte, la venta de vivienda es prácticamente residual, y se apuesta rotundamente por el alquiler. "Cuando hay parejas que no tienen ingresos, no pueden comprar una casa, así que van al alquiler", explica Nieves Díaz. El panorama es frío. Incluso, añade, los profesionales de este sector han encontrado un duro competidor, los bancos. "Muchas veces tenemos algo cerrado con una venta, van al banco a que le den el préstamo y es el propio banco el que ofrece una vivienda más económica y con el 100% de la hipoteca, cuando de la otra manera solo llegan al 80%".

Y eso que a partir de este mes comienza la buena época. De hecho, reconoce que la gente "empieza a animarse, por lo menos ya preguntan más". Todo, a la espera de que el turismo extranjero, al menos, calque los números de ejercicios anteriores.

Lejos de estos debates, un joven italiano, de Cerdeña, tira al aire sus bolos junto a un supermercado a la salida de Barbate. Viene recorriendo países con su bicicleta y su mochila. "Mandadme la foto por whatsapp", nos plantea. "¡Ah, no puedo, qué pena!". La noche anterior, cuando dormía en el campo, le robaron el móvil.

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