Bares, qué lugares
Coronavirus en Cádiz
La fase 2 trae la apertura de establecimientos señeros de la provincia que afinan sus medidas de seguridad para proteger tanto a clientes como empleados
En ocasiones veo bares. La gente soñaba con compartir una cerveza, un almuerzo en buena compañía. Si la fase 1 trajo la apertura de las terrazas al 50% la 2, en la que se entró ayer, permite ya acercarse a esa nueva normalidad tan deseada. Bares y restaurantes van abriendo y algunos de sus propietarios han relatado cómo viven este anhelado momento.
José Manuel Córdoba y su equipo lo tienen todo preparado para reabrir hoy las puertas del Ventorillo El Chato. Con las mesas separadas los dos metros de rigor, el personal bien aleccionado tras completar un nuevo curso de formación y el protocolo de seguridad perfectamente definido, este histórico restaurante gaditano empezará desde la una y media de la tarde a dar servicio a su clientela. “Vamos a tener dos turnos para almorzar y dos turnos para la cena -comentaba ayer José Manuel Córdoba-. Nuestra preocupación es dar servicio con responsabilidad y respeto, más que nunca. Protenernos a nosotros mismos y proteger a nuestros clientes. Definir bien el orden de entrada y de salida para que los clientes no se crucen. Esperemos contar con su comprensión en unos momentos duros para todos. Hemos vivido crisis económicas, pero como esta ninguna, porque esta es una crisis sanitaria que se ha llevado por delante a mucha gente, a padres de amigos, por lo que sabemos perfectamente que hay que tomarse al virus muy en serio”.
Por ello en El Chato habrá todas las medidas de seguridad recomendadas por Sanidad, desde cartas por códigos QR, mascarillas, geles, EPIS en cocina y más limpieza aún en un establecimiento que ya llevaba a rajatabla la higiene.
José Manuel asegura que no es momento de mirar el beneficio sino “el capital humano de mi plantilla, gente que lleva con nosotros muchos años y a la que queremos dar una estabilidad. Abrimos con toda nuestra plantilla porque queremos ir recuperando todos la normalidad poco a poco”.
Además cuenta que van a disponer de un servicio de comida a domicilio, que también puede recogerse en el restaurante, y que no han escatimado esfuerzos para mantener todas las medidas de seguridad exigidas en esta fase 2 de la desescalada. “Incluso tenemos fundas para los asientos, las cajas de cambio, volantes y alfombrillas si los clientes quiren utilizar nuestro párking interior. En caso contrario también pueden dejar sus vehículos en el aparcamiento exterior”.
Incluso apunta que “lo que queremos ahora es poder volver a ver a nuestros clientes, que nos han llamado con ganas de volver al Chato. Hemos reducido los precios y las cantidades porque ahora mismo lo que queremos es poder tener el aforo máximo permitido” y repitió que “el mayor beneficio que buscamos es la estabilidad laboral y social”.
El Faro del Puerto, que dirige su hermano Fernando, está abierto desde el pasado día 14 trabajando magníficamente; mientras que El Faro de Cádiz va a retrasar algo más su apertura.
Muy contento se mostraba ayer Miguel Sánchez, propietario de Alamar, un restaurante del grupo del chiringuito Potito ubicado en Plocia esquina con el Callejón de los Negros, con la posibilidad que ofrece esta nueva fase de la desescalada, que ya permite abrir el interior de los establecimientos al público. Sánchez, considera que para el cliente del caso antiguo es imprescindible. “El gaditano tiene mucha querencia a eso de entrar dentro del restaurante y ahora más con este Levante tan impresionante. No se puede imaginar el viento que pega en las dos calles a las que da el establecimiento”.
El primer día de esta fase 2 no parece que se le haya dado mal. El propietario del Grupo Potito estaba ayer casi rozando el lleno y tenía tres mesas de cuatro personas, que es prácticamente el aforo que le permite esta nueva fase de la desescalada en el interior del restaurante.
Hasta ahora tenía dentro del local seis mesas altas, y ahora tres, y, en vez de tener ocho mesas bajas, cuatro.
Lo que sí estaba algo molesto era con el espacio que le ocupa dentro del local todo el mobiliario que ahora tiene sin uso por culpa de las restriccciones. Esto les impide coger ni un metro más del local. “Son cuestiones en las que no caen los que organizan todo esto y se nota que no saben nada de hostelería”.
Miguel Sánchez habla de una ocupación de un 80% del que se les tiene ahora permitido, “que no está mal. Vamos funcionando y eso es lo principal. No cubrimos gastos aún pero estamos ya cerca”. Se van ecuperando de la pesadilla del ERTE al cien por cien de su plantilla e incluso han tenido que sacar una oferta de trabajo “porque nos hacen falta cinco o seis personas más con esta nueva fase”.
De estreno estaban ayer también los propietarios de La Vaca Atada. Dicen de este establecimiento que “no es un restaurante, ni una panadería y tampoco cafetería”. Isabel Pérez, propietaria junto a su marido Javier Senese, tanto de La Vaca Atada como del restaurante La Chancha, en la calle Plocia, confiesa que le ha ayudado mucho a dar el paso de abrir este lunes el hecho de que el Ayuntamiento les haya dado la posibilidad de ampliar el número de mesas de la calle. Enfrente tiene otro negocio, el restaurante italiano Pomodoro, y lo que han hecho es repartirse como buenos convecinos esa pared que estaba vacía y han ubicado allí un par de mesas más. Cabe recordar que la terraza con la que contaba esta cafetería hasta el 14 de marzo era ya de por sí muy pequeña. De hecho con la reducción al 40% del interior “nos hemos quedado en tres o cuatro mesas y teníamos 15 empleados y ahora tenemos sólo tres”.
En cuanto al público, el reencuentro ha estado plagado de expectación y sin miedo a derrochar ni en precauciones ni en inversión en material de un único uso.
“Llevamos cinco años pero el establecimiento que hemos abierto hoy no es el mismo que cerró el 13 de marzo”. Isabel nos habla de su clientela habitual de antes del estado de alarma. “Había mucho turismo, mucha gente de fuera”. Ahora les ha quedado el gaditano, que ha pasado de estar confinado en su casa, con miedo y “rodeado de malas noticias por culpa del coronavirus”. Este gaditano, según repara Isabel Pérez, sale con mucho respeto y ellos tratan de conseguir que se sientan “tan seguros como en casa”.
La dueña de La Vaca Atada reconoce que nos habla tanto como propietaria como madre y usuaria: “Yo salgo con mis hijos o con mis amigos y necesito estar rodeada de esa seguridad”. Es lógico porque “nos nos podemos permitir otro rebrote”.
La propietaria de esta singular cafetería recuerda que en Carnavales ya empezó a utilizar vajilla de cartón termico desechable. “Y muchos nos criticaron en las redes sociales por eso, pero tengo amigos de fuera y ya nos advirtieron que la situación podía ser delicada, por lo que optamos por tomar precuaciones, cuanto antes mejor”. Cubiertos y vajilla de un sólo uso, monodosis de azúcar, aceite, sacarina, menús con un código QR para evitar el díptico tradional.
Ellos tienen otro local muy cercano, el asador argentino La Chancha, que aún no han abierto ni tienen claro cuándo lo harán. Tienen en mente el día 5 pero todo dependerá de cómo les vaya la reapetura de la Vaca Atada. “Ya la gente nos llama y nos pregunta pero preferimos ser prudentes. Se ve que la gente tiene ganas de normalidad”.
Raúl Cueto también se mostraba ayer satisfecho tras la apertura el pasado viernes de Bebo Los Vientos. “La gente se está comportando. Sólo hay un poco más de descontrol a esa hora en que se cruzan los que están tomando una copa por la tarde con los que vienen a cenar”.
Cueto sí que incide en la importancia de usar mascarilla. “El personal la lleva y los clientes tienen que acostumbrarse a llevarla también. Cuando estén en la mesa sentados consumiendo no, pero claro si se levantan para cualquier cosa es mejor que la lleven puesta por seguridad, aunque es verdad que en Cádiz parece que la cosa está ahora bastante controlada”.
El miércoles abrirá el interior de Arsenio Manila, otro de sus locales. “En el Bebo hemos separado las sombrillas y las mesas de fuera y quitado muchas de las que estaban en la tarima. Igual hemos hecho en Musalima”.
No faltan los hidrogeles, las pegatinas en el suelo para hacer las colas ni los cógidos QR para poder ver la carta. “Estamos deseando saber si nos dan esa hora más para poder cerrar a las tres de la mañana, que algo nos aliviaría”, dice.
El Timón de Roche también ha entrado en esta fase 2 aunque de momento no lo ha notado. “Tenemos mucho espacio en las terrazas y la gente lo prefiere, así que de momento vamos bien teniendo en cuenta las circunstancias”, decía Pepe Ruiz.
El paradisiaco jardín del restaurante, que da a la playa conileña, es una maravilla al caer el sol. “Tenemos todas las medidas de seguridad habidas y por haber. Ponemos un DJ y con musiquita y copas la gente disfruta, que es de lo que se trata”.
Pepe y toda la familia Ruiz espera que el avance en la desescalada traiga clientela de otras provincias, como ocurre cada verano en esta bellísima zona del litoral.
Por su parte, La Venta Andrés, en Medina Sidonia, abrió ayer sus puertas teniendo un detalle con los transportistas: desayunos gratis para ellos durante toda la semana. “Se nos ocurrió como agradecimiento por toda la labor que han venido haciendo durante todos estas semanas tan duras”, dice Quique Ortega, su propietario. “A las seis de la mañana abrimos con muchas ganas. Cerramos el 14 de marzo y ya teníamos ganas. Éramos ocho trabajadores y aún quedan tres en el ERTE por cese de actividad, pero esperamos poder ir mejorando hasta recuperar el ritmo normal. Y eso que los veranos por aquí suelen ser tranquilos, quizá con más ajetreo los fines de semana con gente que viene de Sevilla hacia El Palmar o los Caños de Meca, pero ahora mismo ni eso vamos a tener”.
La Venta Andrés, que es un señero establecimiento de La Janda en el que se puede degustar cocina tradicional y caza de primera calidad, ha realizado reformas “para poder adaptarnos a estos nuevos tiempos que nos han tocado vivir”.
El Güichi del Loro Rojo es uno de los bares de referencia del centro de San Fernando, que además se ha hecho tremendamente popular en los últimos años. Asentado en plena calle Las Cortes, su auge ha dado pie incluso a la apertura de otros establecimientos cercanos que han convertido esta vía en un punto clave del ocio en La Isla. Y por eso precisamente, aunque está deseando reabrir sus puertas y reencontrarse con sus parroquianos, se lo toma con calma y con muchísima prudencia. “Hay ganas, por supuesto”, afirma su propietario, José Luis Espada. Pero también hay que tomarse las cosas “con serenidad” y extremar las medidas de prevención. De ahí que haya postergado su reapertura hasta el jueves.
“Muy contentos e ilusionado”, afrontaba la apertura Javier Galvín desde el restaurante Los Pescadores, un afamado local hostelero a pie de playa en La Barrosa que reanuda su andadura después de sufrir las consecuencias de la pandemia. No es para menos, porque este establecimiento emplea a un buen número de trabajadores que reinician su trabajo como todos los veranos en la costa chiclanera. Precisamente fue este pasado fin de semana cuando han vuelto a servir a la clientela en su amplia terraza, si bien en este lunes, con la entrada en la Fase 2, ya acogía a público en su interior. “Aquí ya hay ambiente”, decía con satisfacción Galvín, entre el ruido de platos, vasos y gente que se encontraba dentro del establecimiento.
En esta línea, desde el popular establecimiento chiclanero expresaban su alegría por este nuevo paso en cuanto a la apertura del negocio y con la esperanza de poder salvar esta próxima temporada estival en una zona de la provincia de Cádiz que destaca por su altísimo nivel de visitantes.
Pero, además, los establecimientos hosteleros de la costa también vienen registrando actividad, sobre todo los fines de semana, mientras que otros negocios como pizzerías, restaurantes y lugares de copas, ya están preparando sus locales de cara a este fin de semana o a principios de junio con las playas abiertas al público. Del mismo modo, en el centro de Chiclana, también se está procediendo a la paulatina apertura de bares que cerraron hace varios meses a causa del estado de alarma.
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