Basura bajo la alfombra
gestión de residuos
Cada gaditano produce más de un kilo de residuos al día; un 40% del material que llega a Miramundo consiste en restos orgánicos
Un kilo y cuarto al día. Esa es la media de basura que generamos los gaditanos: una cifra alta. “Muchas veces –explica Daniel López, especialista en gestión de residuos en Ecologistas en Acción– no es culpa nuestra. Antes ibas a la ferretería a comprar unas puntas y te las liaban en un pedazo de papel. Ahora tienes un blíster: y así, todo. Somos una generación de basura: toda nuestra vida está enfocada a generarla. El producir una basura mínima nos convierte en héroes”.
Porque el antropoceno no es sólo la era del plástico, sino de los desechos en general. El tipo y cantidad de basura que podríamos generar a principios del siglo XX, por ejemplo, no difieren mucho de los restos que se pudieran producir en época romana. A partir de ahí, el crecimiento en cantidad y diversidad de la inmundicia no es que haya sido exponencial: ha sido sideral.
Aun así, los datos referentes a la basura que producimos y cómo la gestionamos son “absolutamente opacos: entre unos y otros, no los sueltan”. Daniel López ha ido recopilando, con esfuerzo, los datos de la capital gaditana. Respecto a 2016, el total del resto (la basura-basura) que producimos los gaditanos superaba las 44 mil toneladas (44.391.320 kilos). Una cantidad que deja en pellizcos el desecho recogido para reciclar en envases ligeros (1.600.940 kilos) o papel-cartón (2.596.840 kilos). Queda claro que hay camino por recorrer. Un dato significativo: en todo 2016, sólo se recogieron 59 aerosoles en el punto limpio fijo. Y, ¿adónde va nuestra basura en cuanto la metemos debajo de la alfombra? Es decir, ¿en cuanto la dejamos en el bidón? Pues en Cádiz ciudad, con datos de 2018, los amarillos van a la planta de recuperación de El Puerto y el gris, a Cortadura, donde se prensa y embala a todo tren y se lleva a Miramundo, el destino final de nuestros desechos. “Y no se mezclan los tres, lo reciclado y el resto –comenta Daniel, mencionando uno de los bulos más propagados la respecto–. En algunos casos, ocurre que los camiones tienen varios compartimentos y por eso pueden volcar distintos bidones” y, en este sentido, menciona a Ubrique como la localidad que mejor recicla amarillo y vidrio.
En cualquier caso, realizar un cálculo sobre la basura es algo complicado: “El conteo ni siquiera está homologado. Puedes pesar el desecho en seco o en húmedo. Si te vas a datos globales, la estadística no funciona:los datos de Eurostat no coinciden con los del Ministerio, ni con las comunidades, ni con los municipios que operan en planta.En fin, Misión de audaces, como la película de John Ford”.
En la provincia existen tres plantas de tratamiento mecánico-biológico: Calandrias, Miramundo y Los Barrios, en orden ascendente de calidad –es decir, la del Campo de Gibraltar es la que mejor funciona–. Pero ni siquiera la planta de Los Barrios llega a los mínimos de lo exigido por Europa: para este año, lo previsto era que pudiéramos dar salida a la mitad de lo que desechamos. “Como mucho, juntando los distintos controles, llegaríamos al 30%: un poco más de la mitad de lo exigido”, apunta Daniel López. Y no hablamos de wishful thinking ni de buenismo no vinculante: “Las sanciones económicas van a caer seguro”, asegura.
Sólo un 7% de todo lo que entra en la planta de Miramundo consigue reciclarse. El 40% de lo que llega es materia orgánica: a partir de ella, se generan bioresiduos, los llamados “residuos bioestabilizados –indica López–. Una materia que no llega a ser compost pero que puede usarse en enmiendas de suelo y en el marco de la vid, por ejemplo”.
El retraso respecto a gestión de residuos es, en cualquier caso, estratosférico –y eso que la comunidad autónoma andaluza no es de las peores paradas–, y la causa puede estar en que “durante mucho tiempo, se ha mirado para otro lado”: algo muy común en lo que respecta a la basura, esa cosa tan desagradable –pero que tanto dice de nosotros–. “A nivel andaluz, toda la normativa al respecto está obsoleta”, continúa el especialista. Ahora mismo, se está actualizando el que era PIRA (Plan Integral de Residuos de Andalucía), con la previsión de cambiar su denominación a PIRec (para incluir el concepto de Economía Circular). Daniel López forma parte de la comisión técnica de elaboración de este plan: “Sorprendentemente, los objetivos usados como referencia en el programa piloto de Economía Circular en la Sierra de Cádiz, se mantienen”.
Gestión de residuos, reciclaje, economía circular, aprovechamiento. Todos son conceptos llenos de glamour sobre el papel, pero parecen ir perdiendo brillo conforme se concretan en cosas reales, en medidas reales. Uno de los principales escollos en este salto del papel a la realidad está en la fiscalidad ambiental: “Por ahora, sólo se grava al residuo peligroso y radiactivo”, apunta López.
Otro, de naturaleza gordiana, es el de la obsolescencia programada: “Algo con lo que tienes que ir al diseño mismo del producto, pero entonces es cuando te dicen que esto no es competencia estatal –explica López–. Si compras una lavadora, y todos sus componentes están soldados, ya me dirás cómo puede aprovecharse. Es una lógica que tiene justificación dentro del sistema de crecimiento continuado en el que estamos. Debemos aplicar sentido común a nuestro consumo, y a cómo nos hacen consumir –prosigue–. Poco a poco, se está revirtiendo el paradigma. La economía circular plantea el ecodiseño como objetivo prioritario, y es algo que también se plantea en el borrador de la Estrategia Española de Economía Circular. Pero, nuevamente, no parece que hayamos pasado de la fase decorativa: queda un gran trecho, aunque el paradigma haya cambiado, así como la actitud al respecto de la ciudadanía”.
Otro de los grandes escollos está en sí en el mismo concepto de reciclaje: que resulta vital en la gestión de residuos (y, con un poco de perspectiva, para la propia supervivencia) pero que presenta algunas grietas. La principal, probablemente, sea que todos subrayamos la importancia de recuperar parte de lo que generamos, pero no nos paramos a pensar en el otro extremo de la cuerda:el reducir.
“Incluso el planteamiento de cómo aprovechar lo que tiramos está mal desde el principio –indica Daniel López–. Las campañas te dicen que tienes que reciclar cuando no eres tú el que reciclas, eres el que separa. “A no ser que te dediques a hacer compost para las macetas, esa es tu función”. No quita que sea esencial: cuando más “puro” sea un material para el residuo, más aprovechable es. Un ejemplo evidente –y desquiciante– son las inocentes bolsas de té, que cualquiera diría son material directo para orgánico: no lo son, o hay que separar, tienen una grapa y dan niveles altos de mercurio o hierro. “En general, lo que nosotros hacemos es downcycling, o reciclaje malo”.
Dentro del reciclado, otro de los escollos, y no pequeño, es la llamada “batalla de los retornables”: “Que parece un imposible, pero luego vemos que hay comunidades, como Baleares y Cataluña, que están metiendo la obligatoriedad al respecto, y el contenedor amarillo tiene un sistema automatizado por el cual se paga al consumidor por envase”.
Un sistema, el de pago por generación, que está también presente en el proyecto de Zahara de la Sierra:“No sólo no vamos a subir la tasa de basura sino que, si generas menos de lo esperado, lo mismo pagas menos. Aunque también te pueden identificar impropios y crujirte con la multa”.
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