Búsqueda y captura para el alga asiática
medio ambiente
Tras cinco años desde su aparición, la 'Rugulopteryx okamurae' ha sido declarada especie invasora
Afectados y científicos esperan que la catalogación suponga una mayor agilidad en los trámites y planes de acción, mientras que subrayan que la coordinación entre sectores y a nivel interacional son elementos clave
Cinco años después de que apareciera por primera vez en las playas de Ceuta, el alga parda asiática (Rugulopteryx okamurae) ha sido incluida en el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras, junto con la termita oriental (de sus andanzas saben en Canarias) y la acacia negra (de cierta fama en Galicia). Aunque potencialmente pueden alterar el escenario en el que se hallan, no todas las especies invasoras tienen afán, digamos, totalizador. Ni todas tienen la capacidad de poner en jaque a todo un ecosistema. Rugulopteryx o., desde luego, ha sido de todo menos tímida. Nada comedida.
“A nivel marino, no hay nada a nivel mundial que haya protagonizado una invasión como la de esta alga –comenta, desde el Departamento de Ecología de la Universidad de Málaga, el catedrático Félix López Figueroa–. Se trata de un comportamiento singular, único: de no haber nada en 2015, pasó a extenderse a lo largo de 200 km de costa a muchos metros de profundidad. No hay nada en la historia reciente como una invasión de estas características de una macroalga. Es una barbaridad ambiental”.
Desde la comunidad científica, aún no hay una explicación clara a esta eclosión desorbitada, pero desde luego sí que existen varios factores que han podido servir como potenciadores. El más evidente, que el alga llega aquí en solitario, no se trae a todo su ecosistema originario con ella: en Japón y Corea, el alga parda no causa estragos porque está rodeada de competidores naturales: “Aquí aún no se le conocen, por ejemplo, consumidores activos –desarrolla López Figueroa–. Sin embargo, aquí hay datos que señalan que ha desplazado a especies a las que también les gusta el nitrato. El catedrático de la Universidad de Sevilla José Carlos García, que coordina el proyecto financiado por CEPSA sobre el estudio de esta especie, y sus series temporales ambientales muestran cómo la temperatura del agua ha ido escalando en los últimos diez años, con una especial incidencia en 2015, que tuvo dos picos de temperatura especialmente significativos”.
“Aún tenemos poco conocimiento de la especie y de los cambios ambientales que se están produciendo –prosigue el especialista–. Se necesita muchísima más información, y esta sólo puede venir de la ciencia, y la ciencia necesita recursos para investigar”.
Lo que es seguro es que el alga asiática es un alien extraordinariamente bien adaptado. Ha sobrevivido a diferentes temperaturas y aguas distintas hasta llegar aquí y prosperar. Una cualidad sorprendente es su alto grado de polimorfismo basal: es decir, su alta capacidad para cambiar de forma. En el mar de Japón se le conocen tres estadios diferentes: aquí le han registrado otros distintos. Allá donde haya roca, se agarra y crece, tapizando el fondo marino. De hecho, es ya la especie dominante en la Bahía de Algeciras, donde ocupa el 80% del suelo rocoso del Estrecho de Gibraltar.
José Carlos García Gómez ha publicado este año estudios que muestran que el alga está fijada en las rocas desde Barbate hasta Algeciras en la costa gaditana, llegando en Málaga hasta Marbella. Hay algunas zonas más dominantes, como el Estrecho (Tarifa, Getares o Algeciras), y otras en las que ha llegado en forma de arribazones. Cuando el litoral se vuelve más arenoso, con sedimentación más débil (en las desembocaduras del los ríos), el alga asiática se debilita. Por eso, ya al norte de Barbate su presencia es menor. En la capital gaditana se llegó a observar, pero no desarrolló.
Coincidiendo con la declaración oficial de la Rugulopteryx okamurae como especie invasora, Carmen Crespo, consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía, anunciaba la partida de un millón y medio de euros para paliar los efectos de esta invasión en el sector pesquero.
Alfonso Reyes, patrón mayor de la Cofradía de Barbate, habla de un año de ruina. A varias temporadas balanceando la mordida del alga asiática, ha venido a unirse la pandemia: “Ha sido un ejercicio catastrófico que podemos demostrar con las ventas en las lonjas. Había barcos que facturaban por debajo del 30% de lo que podía ser habitual. Trabajamos todos los días y nos estamos arruinando”, afirma el portavoz, aprovechando para defender la regulación de las artes menores de pesca con días estipulados como una posible solución:“Vivimos de las mareas y por las mareas. Todo esto tiene que entenderlo la administración”.
Respecto a los daños de la Rugulopteryx okamurae, el responsable apunta que ya no sabían “qué más aportar: llevamos ya mucho tiempo pasando estudios y vídeos en los que se ve muy gráficamente qué representa la presencia del alga asiática en nuestras aguas”. Las ayudas prometidas por la administración andaluza se traducen en 100 euros por día y barco: lo que sirve para “cubrir los gastos y llevar algo a casa”, indica Alfonso Reyes, que espera que la ejecución de este anuncio no tarde ahora “otros cinco años”.
Los asociados andaluces de CEPESCA valoran también positivamente la intención de la Junta, como un “primer paso” para compensar las pérdidas. “Este problema existe desde hace más de un lustro –recalca también Javier Garat, secretario general de la Confederación–, y hemos estado pidiendo continuamente tanto al MITECO; como al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y a la Junta de Andalucía, una vía de transición rápida para que la especie computara como invasora. A partir de este momento, tanto el sector público como el privado han de trabajar juntos para eliminarla”.
“Lo que pedimos se basa en datos reales –insiste Alfonso Reyes–. El alga invasora es la ruina, y ya no sólo por los barcos, sino por los fondos. Allá donde cae, lo asfixia todo y el ecosistema se pierde”.
“Lo que no entiendo –prosigue– es por qué no sacan ayudas a los barcos para que realicen una limpieza de los fondos. Para atacar al alga, hay que poner medidas en el inicio. Hay que ir donde está y buscar soluciones”.
Félix López Figueroa señala que, con la Ley de Especies Invasoras, tanto el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico como la Consejería tienen competencias “para actuar con un plan que ha de conllevar unas partidas económicas” ya que obliga, de alguna manera, a desarrollar una “serie de estrategias de control, gestión y erradicación”. El científico es portavoz también del Foro Alga Invasora, constituido por distintos organismos científicos, instituciones y plataformas (CSIC, Instituto de Oceanografía, ISAPA, administraciones públicas, colectivos afectados, empresas pesqueras, clubes de buceo, etc.) , en el convencimiento de que la lucha contra el alga asiática ha de ser a varios frentes, “ya que va mucho más allá de una invasora al uso”. Menciona López Figueroa la partida de 100.000 euros que, en principio, destinan en 2021 los Presupuestos Generales del Estado para luchar contra el alga asiática.
“En Andalucía, hemos decidido enviar una carta para intentar que exista una partida presupuestaria suficiente para financiar proyectos –indica– si no, todo va a ser más difícil. Se necesita también coordinación, trabajo de equipo, expertos, ciencia y experiencia ciudadana, para que entre todos podamos abordar el problema”.
Con la ley en la mano, entre los proyectos inmediatos estaría desarrollar planes de alerta temprana en las zonas donde el alga no ha llegado todavía o lo ha hecho con poca densidad (Almería, Huelva), o realizar proyectos piloto de pruebas de erradicación con distintas técnicas.
Desde CEPESCA, Javier Garat menciona, por ejemplo, el programa Quantum, desarrollado por una empresa norteamericana, que “elimina la fuente de nutrición del alga, bajando los niveles de fósforo, nitrógeno, amoniaco, fosfato y hierro y subiendo los porcentajes de oxígeno, y que ya se ha empleado en Estados Unidos y los fiordos noruegos”.
Esta semana, Diputación convocará a la mesa de trabajo sobre el alga asiática, formada el pasado mes de octubre para trazar las líneas a seguir entre distintas administraciones y colectivos afectados. Mario Fernández, vicepresidente en la Diputación de Cádiz y responsable de Transición Ecológica, espera que la declaración de especie invasora suponga “una nueva vía de diálogo y la posibilidad de que los municipios puedan recibir ayudas para la retirada de arribazones, además de dejar la puerta abierta para destinar cuantías económicas a la investigación, así como una opción a la comercialización de los restos”.
“También –prosigue– queremos presentar de forma conjunta con el área de Medio Ambiente de la Diputación de Málaga una propuesta relativa a la invasión del alga asiática, con un plan de choque de ayuda a municipios y afectados a través de los fondos europeos de recuperación Next Generation, con los que estamos trabajando”.
“Los políticos pueden poner su opinión, incluso programas de erradicación y control –apunta Félix López Figueroa– . Pero hay muy poco conocimiento y, en gran medida, vamos a ciegas. Por eso, desde el Foro Alga Invasora, defendemos el rigor en las actuaciones. Para ello, haría falta, por ejemplo, que en los proyectos a los que optemos en el Plan Nacional de Investigaciones, trabajemos de forma coordinada con la administración”.
A colación, el científico menciona la importancia de la colaboración, también, a nivel internacional: “Si el alga asiática llegó a través de las aguas de lastre de los cargueros, da igual que el tema llegue a controlarse en el puerto de Algeciras, pero no en el de Ceuta o en los de Marruecos porque, en ese caso, continuará habiendo presencia de esta alga, o amenaza de nueva explosión, en aguas del Estrecho. Es un problema internacional”.
La invasión de Rugulopteryx okamurae se ha producido bajo coordenadas similares a las de la pandemia de coronavirus: en ambos casos, la globalización y los efectos del cambio climático han sido sus aliados. En ambos casos, también, es más que probable que su episodio no quede en un acontecimiento asilado: “Las especies invasoras van a seguir llegando –asegura López Figueroa–. Hay que tener una estrategia madura para ir afrontado todo esto de una forma mucho más coordinada de que lo que hemos hecho hasta ahora, contando con expertos de distintos campos, en este caso, oceanografía, ecología, pesca, que sea multidisciplinar”.
"Si se quiere, es posible encontrar dinero, pero hay resistencia"
La declaración de la Rugulopteryx okamurae como especie invasora conlleva también que, en principio, se prohíbe su “tenencia, transporte y comercio”. Sin embargo, el catedrático de la Universidad de Málaga Félix López Figueroa cree que, a pesar de que haya quien asegura que esto implicaría un no aprovechamiento del alga invasora, el artículo de la ley de 2013 que hace referencia a esta prohibición quedaría en suspenso “siempre y cuando esté relacionado con un programa de control y erradicación”. De hecho, el Artículo siete reza textualmente: “Esta prohibición podrá quedar sin efecto, previa autorización administrativa de la autoridad competente, cuando sea necesario por razones de investigación, salud o seguridad de las personas, o con fines de control o erradicación, en el marco de estrategias, planes y campañas que, a tal efecto, se aprueben”. Hay iniciativas que contemplan el uso de la Rugulopteryx okamurae para compostaje, materiales bioplásticos, productos farmacéuticos... siempre y cuando, señala el especialista, “fueran los arribazones, las algas que llegan a la playa”. “Simplemente, con la recogida de la masa de algas –continúa–, estarías ahorrando mucho dinero a los municipios. La administración puede establecer un canon para las empresas interesadas en fabricar compost... Si se quiere, es posible encontrar el dinero, pero hay resistencia y no se ha planteado ningún plan”. Para López Figueroa, la situación es distinta a la que plantearía, por ejemplo, comercializar a otra invasora, el cangrejo de río: habría gente que no querría que desapareciera. “Pero esto es diferente, ya que no hay nadie capaz de cultivar y criar algas para después explotarlas”. “Por supuesto –continúa–, el objetivo es mitigar y reducir con otras soluciones ambientales, pero estas iniciativas también son una respuesta. No hacer nada, que es lo que la propia administración ha dicho, no es un mensaje correcto ni, incluso, legal”.
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