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Los miembros de la Plataforma Sin Miedo, que aglutina a diferentes protectoras de animales y ciudadanos preocupados por el bienestar de estos, siguen horrorizados ante el trato que en el Centro de Protección de Animales Bahía de Cádiz, dependiente de la Mancomunidad, se dispensa a perros y gatos. Un informe del Seprona de la Guardia Civil ha detectado numerosas faltas que no se solucionan por la empresa que tiene la concesión del servicio, Athisa, que atesora abundantes quejas en toda Andalucía por sus prácticas.
Rebeca Gascón, integrante de esta plataforma y que también forma parte de la junta directiva de la Federación de Asociaciones de Gestión Felina de la provincia de Cádiz, ha realizado una radiografía espeluznante de las condiciones en que viven los animales en el centro de Chiclana. “La realidad es que aquello se debería cerrar y abrir otro centro nuevo que esté en condiciones. Esto lo saben los políticos desde hace años y ahora han salido a la luz nuevas denuncias”, comenta.
Rebeca llega al punto de asegurar que el centro chiclanero “es ilegal”. Y lo explica. “No tiene núcleo zoológico ni para perros ni para gatos. Hay una normativa de 2003 que establece que los centros de recogidas de animales tienen que seguir la ley de 1975 y el reglamento de 1980 de núcleo zoológico, en el que se estipulan cuáles son las instalaciones y los requisitos mínimos de apertura. Y aquí no se cumple ni una cosa ni la otra”.
Rebeca llega a pronunciar una frase demoledora. “Aquello es un campo de concentración para animales. Es duro pero es así, en Cádiz todavía existen campos de concentración para perros y gatos”.
Los voluntarios que acuden al centro chiclanero se encuentran con perros encadenados, cuatro o cinco en un mismo chenil, mordiéndose, atacándose entre ellos. En su última visita, hace un año, Rebeca y sus compañeras lo pasaron mal. “Había ratas, excrementos por todas partes, una peste inhumana, los gatos estaban encerrados en jaulones amontonados unos encima de otros, llenos de mierda, una peste a orines horrorosa. Las trabajadoras llevaban su ropa de campo con botas de agua, porque estaba todo lleno de orines y excrementos, y con esa misma ropa entraban tranquilamente en el cuarto de cuarentena para gatos, es decir, que no tenían ni idea de qué es un protocolo de bioseguridad ni nada parecido. La gestión sanitaria es cero”, dice.
“Yo soy auxiliar de veterinaria –continúa–, y una simple auxiliar sabe reconocer perfectamente cómo se trabaja en los espacios, y cómo hay que mantener unos protocolos mínimos de seguridad e higiene, sobre todo cuando estás con animales en cuarentena, o cuando pasas a la zona de hospitalización, la zona limpia. Visitando el centro te das cuenta de que allí no se están haciendo las cosas bien, ni por parte de la Mancomunidad, que es quien está manteniendo ese centro en Chiclana, ni por parte de los ayuntamientos implicados. Ahora parece que los políticos no tenían ni idea de la situación, cuando en el pliego de condiciones técnicas se estipula que todos los meses tiene que realizarse un informe. El año pasado los pedimos sin éxito. En ellos tienen que constar las entradas, las salidas, los animales intervenidos, los adoptados, pero nadie conoce esos informes, ni siquiera los cuatro ayuntamientos se han molestado jamás en pedirlos. Y eso que a la empresa se le paga con dinero público”, advierte.
La empresa en cuestión es Athisa. “Se trata de una empresa de plagas andaluza. Ahora quiere decir que se dedica al bienestar animal, a los perros y a los gatos, pero la verdad es que no tiene ni idea de esto. Como es una empresa grande y tiene potencial, presupuesto, un marketing estupendo, se presenta a licitaciones de ayuntamientos para gestionar sus perreras, pero estas perreras municipales no cumplen la normativa desde su apertura. Encima, llega una empresa que se queda con la subcontrata para gestionarlas, y aquí ya se unen unas instalaciones que no son legales por culpa de los ayuntamientos más una empresa que no tiene ni idea de bienestar animal. Y entonces se desata la tormenta perfecta para los pobres animales”.
Además del centro mancomunado de Chiclana, Athisa también se ha hecho cargo de la gestión de la perrera de Jerez, “que sigue siendo la misma de siempre, y que tampoco tiene núcleo zoológico para gatos ni para perros, ni instalaciones para gatos, y estamos bastante preocupados en general, porque si ya era difícil convencer a un ayuntamiento de que hiciera las cosas bien con medios propios, si se mete una empresa que tiene un marketing estupendo pero que ofrece estos resultados, pues nos da bastante miedo la situación”.
Rebeca ha tenido acceso al informe del Seprona en el que se detallan los aspectos a mejorar en el centro, pero reconoce que no hay nada como estar allí en persona. “Estuve el año pasado dentro de las instalaciones, en la visita que hicimos cuando vino el anterior director general de Derechos de los Animales, Sergio García Torres, junto con otras compañeras. Ahí fue donde surgió la idea de la plataforma, una vez que vimos esas instalaciones por dentro. Porque una cosa es lo que te cuentan voluntarios o trabajadores, que se supone que no pueden hacer fotografías ni vídeos, y otra es verlo con tus propios ojos. Salimos de allí llorando y vomitando”, dice.
“Pienso que el Seprona no se moja como se tendría que mojar con estas instalaciones. Pero lo que no puede ser es que sigamos calladas, con miedo, que para denunciar me tenga que gastar una pasta, porque tenemos que pagar un veterinario perito, recoger informes veterinarios, y eso vale un montón de dinero. Al final los ciudadanos estamos atados de pies y manos viendo como nuestros ayuntamientos le están dando un montón de dinero a estas empresas para que no hagan otra cosa que maltratar animales. Si miras Facebook y buscas páginas llamadas Salvemos a los animales de Athisa, hay decenas de publicaciones por toda Andalucía”. “Hay un montón de voluntarios y vecinos que llegan a pagar la asistencia veterinaria básica a los animales mientras que hay una empresa que está ganando un pastón por dar un servicio que no ofrece. La gente dona hasta pipetas, hasta comida, ¿de verdad no tienen ni para eso?, que es lo mínimo que tiene que tener un animal. Entiendo que un ayuntamiento te diga que no tiene dinero para pagar el tratamiento de cáncer a un perro, pero que no tenga para una pipeta, para una latita de comida, es lamentable”.
Rebeca y sus compañeros de la plataforma no son sólo críticos con la empresa y la Mancomunidad, también con los propios ayuntamientos que pagan el servicio. “Ahora los ayuntamientos dicen que no tienen medios para cumplir con la nueva Ley 7/2023 de Protección de Derechos de los animales; pero es que la ley Andaluza de protección de los animales de 2003 dice textualmente que los centros de recogida dispondrán “de buenas condiciones higiénico-sanitarias y de locales adecuados a las necesidades fisiológicas y etológicas de los animales que alberguen” y “contar con personal preparado para su cuidado”. Es decir… que simplemente llevan 20 años ignorando las normativas sanitarias. Consideramos un hecho muy grave que no haya consecuencias para los técnicos municipales y políticos que no realizan su trabajo. ¿En manos de quien estamos? ¿Como van a gestionar hospitales o colegios si no saben gestionar ni un centro de acogida de animales domésticos?”.
Lo que desde la Plataforma Sin Miedo exigen “es que se cumpla una normativa. No estamos pidiendo que perros y gatos estén en un balneario, pero es que hay unos mínimos legales”. Rebeca pone un ejemplo. “Toda la normativa de núcleo zoológico surgió por un tema de la ganadería. Antiguamente, en los pueblos, la gente tenía animales domésticos para su consumo y algunos no eran aptos. Ahí fue cuando surgió esta normativa. A partir de ella todas las granjas deben tener unas condiciones higiénico-sanitarias para que cuando te vayas a comer ese pollo puedas hacerlo con tranquilidad, como los huevos, la leche, que no se ocasiones un problema de salud pública. Y para ello los animales tienen que estar bien. Es que pedimos el mínimo. Es que si pone que los gatos tienen que tener instalaciones especiales para ellos pues es lo que quiero, no jaulones amontonados, ni puedes tener en un chenil a cuatro perros mordiéndose”.
Incide Rebeca en la necesidad de cumplir con la Ley de Bienestar Animal. “Aquí se hablaba de sacrificio cero y eso no existe, porque los animales se están matando entre ellos. El sacrificio cero tiene que ir acompañado del bienestar animal. A ver si los ayuntamientos se enteran también que esto debe ir acompañado de campañas de concienciación y tenencia responsable, porque si no el problema no se va a acabar nunca. Se siguen abandonando perros y gatos, no se ayuda a las familias que recogen un animal de la calle. Eso nos lo encontramos nosotras a diario. Y al final, cuando están mal, pues van al campo de concentración este y las protectoras hacemos lo que podemos”.
Para finalizar, comenta que incluso los propios trabajadores del centro chiclanero han denunciado las condiciones en las que tienen que realizar su labor. “Denunciaron porque no se cumple la normativa de prevención de riesgos laborales, porque hasta les puede atacar un perro. No podemos seguir así”, concluye Rebeca.
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