Calma chicha entre los presos yihadistas de las prisiones gaditanas

Ataque en Algeciras

Entre Botafuegos y Puerto III hay una docena de reclusos que cumplen condena por su vinculación con el terrorismo islámico

Así veían sus compañeros de piso a Yassine Kanjaa, el yihadista del ataque en Algeciras

Exterior de la prisión de Botafuegos. / Jorge Del Águila

El ataque de Algeciras no ha alterado la rutina de los presos que cumplen condena por terrorismo yihadista en las cárceles gaditanas. La docena de musulmanes encerrados entre los muros de Botafuegos y Puerto III no son presos modélicos, pero tampoco conflictivos. Su actitud ante cualquier tipo de atentado llevado a cabo en nombre del fundamentalismo es siempre la misma: indiferencia. Como en su día lo fueron los miembros de ETA, los funcionarios relatan que su relación con el resto de internos es de extrema frialdad.

La política penitenciaria del Gobierno apuesta por la dispersión en el caso de terroristas yihadistas. De hecho, uno de los problemas a los que se enfrentan sus guardianes dentro de las cárceles es vigilar sus intentos de adoctrinamiento a otros presos musulmanes. Antes esta práctica se daba en mayor medida que actualmente, en la que, al sentirse vigilados, ha bajado considerablemente. No obstante, esta vigilancia es complicada, porque, como denuncia CSIF, existe más de un 15% de déficit de plantilla tanto en Cádiz como en el resto del territorio nacional.

En muchos casos estos presos yihadistas se encuentran en módulos de aislamiento. Otros son calificados como FIES (Fichero Interno de Especial Seguimiento). Esto consiste en un régimen especial de mayor control y vigilancia, según el delito cometido, su trayectoria penitenciaria o su integración en organizaciones criminales. Hay varios niveles de presos FIES y los funcionarios advierten que actuar sobre todos a la vez es difícil.

Como ya hemos dicho, el número de este tipo de presos es muy inferior si se compara al que en su día hubo de miembros de ETA. Una particularidad que llama la atención de los funcionarios es el orden y la limpieza que se encuentran en los registros en sus celdas. En su interior suelen vestir una simple túnica blanca, y se retiran a su cubículo para las horas de las oraciones. “Contrasta su orden con el que podemos ver en otras celdas de presos comunes o incluso de narcotraficantes. Ellos son muy metódicos”, dice un funcionario.

Incluso entre los presos yihadistas que no están en aislamiento es raro verlos confraternizar con otros reclusos. Tampoco es que sean dóciles, simplemente intentan vivir en su propia burbuja.

Aunque la información no llega a las cárceles con la rapidez que lo hace al resto de ciudadanos, el ataque de Algeciras pronto se conoció y no tuvo ninguna reacción entre los presos islamistas. Es más, en los corrillos carcelarios, se apuesta más por una actuación de una persona con problemas mentales que una acción planificada.

La Policía Nacional ha solicitado una prórroga hasta el próximo lunes para poner a Yassine Kanjaa a disposición de la Audiencia Nacional. Lo más probable es que Yassine sea internado en alguna cárcel alejada del lugar en el que ha llevado a cabo sus ataques.

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