Caravana de camiones en Cádiz: Banderas españolas, aplausos y okeys a su paso

Undécimo día de protesta

El convoy de los transportistas discurrió esta mañana sin incidencias y con un discreto apoyo ciudadano por la avenida principal de la capital gaditana y la de Astilleros, para salir por el Puente de La Pepa, rumbo a Jerez

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Los tractores atraviesan Cádiz
J. M.

24 de marzo 2022 - 15:33

Cádiz/España es un país de autónomos. De eso no cabe la menor duda. De autónomos capaces, contra viento y marea, de levantar el país cada día. Por descontado. Pero también de paralizarlo hasta congestionar la distribución y el sector alimentario, la pesca, la ganadería y hasta el sector aeronáutico. Afectando al comercio y a la sufrida industria auxiliar, sostenidos también, no nos olvidemos, muchas veces por autónomos.

Pese a todo ello, la atronadora caravana compuesta por alrededor de medio millar de camiones, tractores y furgonetas adornados con banderas españolas que atravesó esta lluviosa mañana de marzo la avenida principal de la capital gaditana cosechó algunos aplausos, bastantes muestras de apoyo en forma de pulgares levantados y algún que otro grueso pero apagado reproche de algún transeúnte embozado tras su mascarilla.

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Aplausos en el Puerta del Mar

Entre quienes más les tocaron las palmas a los transportistas estuvo un pequeñísimo grupo de trabajadoras sanitarias del Hospital Puerta del Mar. Aunque habría que hacer un par de puntualizaciones para que nadie se lleve a engaño: las banderas españolas que lucían camiones, tractores y furgonetas eran todas constitucionales, procedentes quizá del mismo bazar chino. Y la mayoría de los palmeros, señores y señoras mayores de los tramos residenciales más caros de la Avenida, aunque también hubo entre ellos empleadas de oficina, dependientes y algún que otro currante. Eso sí; casi nadie perdió la oportunidad de grabar con su móvil un convoy inédito por sus dimensiones por la Avenida principal de Cádiz. Sobre todo la sección de tractores de todas las modalidades, unos vehículos agrarios nunca vistos en tanta cantidad, ni siquiera en Carnaval, en una ciudad que, como dice la copla, no sabe lucir el traje de montar.

El caso es que la caravana de los camioneros autónomos que abanderan un paro que está dejando los lineales del supermercado vacíos de leche y otros artículos de primera necesidad, que ha contribuido a la escasez y a la carestía sin precedentes de algo tan popular como el pollo o los boquerones, que ha tenido secuestrada la coca-cola y el alcohol de los hosteleros desde hace días y que pone en peligro hasta el suministro de Cruzcampo y de los macarrones, parece despertar la simpatía de una parte de la ciudadanía. Pese a todo.

Un hombre manfiesta su apoyo a los transportistas en la Avenida de Las Cortes de Cádiz. / Lourdes de Vicente

Simpatía por una especie de David que le planta cara a un Goliath que no lo ha invitado a la mesa de negociación tras la que hoy decidirá si mantiene o no un paro que está poniendo en jaque la economía de todo un país. Un colectivo -que antes no lo era, porque cada autonómo iba a lo suyo- que por pura supervivencia se ha echado a la espalda la responsabilidad de conseguir que el Gobierno intervenga y baje el precio del gasoil y ponga coto a los intermediarios que se llevan la mayor parte de la tarta, dejando las migajas a quienes se comen días y noches de carretera. Con la esperanza de que consigan, como efecto indirecto, una vuelta de los precios a la cordura.

Quizá a esa simpatía contribuya la cercanía que transmiten los letreros-homenaje de esas viseras de cabina, del tipo "Por mi padre" o "Mis niñas Pili y Lola". O marcas inequívocamente patrias como "ExcavaLópez" o "El Neverita SL", que hablan de la familia real que hay detrás de esos puestos de trabajo sobre ruedas. Quizá esa simpatía también la alimente el malestar ciudadano ante un Gobierno que no termina de atajar problemas que vienen de lejos, como el incremento rampante de los precios de la energía y de los propios carburantes, tal y como denunciaron ayer CCOO, UGT y Facua.

Y, como no, es más que posible que esa simpatía también la estimule una diestra oposición política que se crece cada vez que un ministro o una ministra emite un veredicto y su compañero o compañera de consejo sentencia lo contrario. La última vez ha sido esta mañana, cuando la vicepresidenta segunda y ministra de Empleo, Yolanda Díaz, ha rechazado poner al colectivo la etiqueta de extrema derecha, después de que tres de sus compañeras lo hiciesen en los últimos días. “Me consta que son los más vulnerables”, dijo Díaz.

La caravana, saliendo del Puente de La Pepa, ya en Puerto Real. / Julio González

En medio del ruido ensordecedor de las bocinas, la caravana atravesó la Avenida, las puertas de Tierra, bajó por la Cuesta de las Calesas, le hizo una metafórica peineta al Puerto de Cádiz y enfiló la carretera de Astilleros rumbo al Puente de La Pepa, por donde abandonó la ciudad rumbo a Jerez. El convoy se demoró más de lo previsto, por lo que una vez en la Ciudad del Caballo, los transportistas decidieron regresar directamente y por el camino más corto al punto de partida, el polígono industrial Pelagatos, de Chiclana, sin volver a hacer el recorrido a la inversa, como estaba planeado.

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