Ceballos elige Jaén y las Hermanitas de los Pobres como nuevo destino
El administrador apostólico se muestra "muy contento" de su labor al frente de la diócesis, "donde he dado todo lo mejor de mi vida, tal y como soy"
Día de sentimientos encontrados para Antonio Ceballos. El obispo anunciaba al fin una noticia que dijo "esperar" desde el 31 de julio del pasado año y que a la vez supone el fin de su labor en Cádiz e, igualmente, de su etapa como obispo. Y, cosas de la Iglesia, el desde ahora administrador apostólico no reflejaba tristeza, sino que aseguraba sentirse "muy contento" por el nuevo camino que le espera a él personalmente y a la diócesis en general con la llegada de un nuevo obispo.
Sobre su futuro personal, Ceballos desveló al fin -hasta ahora había preferido no pronunciarse al respecto- cuál será su destino a partir de ahora: "No me quedaré aquí, iré a Jaén capital y estaré allí a vuestro servicio en la residencia de las Hermanitas de los Pobres, desde donde seguiré trabajando y atenderé a todos aquellos que me necesiten". Eso sí, anunció también que cuando "deje de valerme por mí mismo" regresará a Cádiz para pasar aquí "mis últimos días" y para ser enterrado en la Catedral, como corresponde a los obispos eméritos.
Ceballos dejó "para otro día" una valoración más profunda sobre su etapa al frente de la diócesis, pero en un escrito sí adelantó algunas impresiones. La primera de ellas es su satisfacción porque durante los años en Cádiz "me he encontrado muy bien de salud física, psíquica y espiritual" y "he dado todo lo mejor de mi vida, tal y como soy, y tengo que confesaros que he estado muy contento evangélicamente hablando". A este respecto, añadió el administrador apostólico que en todo momento "he procurado estar cerca, muy cerca de todos, y sobre todo de los pobres, desfavorecidos y enfermos, así como de los inmigrantes, dentro de mis limitaciones, debilidades y fragilidades".
A partir de ahí, Ceballos tuvo palabras para diferentes sectores de la Iglesia o vinculados de alguna forma con ella. En primer lugar mencionó al seminario, destacando que durante su mandato ha ordenado a medio centenar de sacerdotes y afirmando "que los sacerdotes de Cádiz y Ceuta son muy alegres, preparados y buenos". De los religiosos y religiosas de la diócesis destacó la "magnífica labor evangelizadora" que realizan. De los jóvenes dijo que han dado y continuan dando "una buena respuesta y magnífica preparación" y se mostró esperanzando en que "continuen con la misma ilusión en los años próximos".
A todos estos grupos envió un especial agradecimiento. "Un obispo sin los sacerdotes, los diáconos permanentes, los religiosos y las religiosas, las vírgenes consagradas, los seminaristas, las familias y los laicos no puede hacer nada. De modo que mil gracias a todos por vuestra magnífica colaboración".
También destacó Ceballos las relaciones "fluidas, respetuosas e incluso de cariño y magnífica colaboración" con las autoridades civiles y militares de la diócesis, a las que también quiso mostrar su agradecimiento.
De esta forma -a la espera de su despedida definitiva el próximo mes de octubre y de las distintas apariciones que en las próximas semanas aún deberá hacer como responsable de la diócesis, entre las que estará ese balance de su labor- lanzó Antonio Ceballos unas primeras palabras de su adiós. Y es que este sacerdote de 76 años y un mes nacido en Alcalá la Real (Jaén) pone fin a un período que se inició un 10 de diciembre de 1993 con su nombramiento como obispo, del que tomó posesión un 29 de enero de 1994. Nada menos que diecisiete años al frente de una Iglesia gaditana que ahora abandonará para regresar a su ciudad natal y a la que volverá en el futuro para ser enterrado en la Catedral. Sentimientos encontrados de un obispo prudente, callado y muy preocupado siempre por lo social.
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