Cernaval, dos décadas en el Estrecho

El astillero de Campamento, en San Roque, vital para el tráfico marítimo

Un trabajador supervisa desde una grúa las labores sobre el buque 'Tanja Rickmers', ubicado en el dique seco antes de ser vaciado para someterse a reparaciones de ejes intermedios, eje de cola y hélice de propulsión.
Alberto Rodríguez

06 de octubre 2017 - 02:06

San roque/Mientras que por los muelles de Algeciras desfilan los mayores portacontenedores del mundo, al otro lado de la Bahía, en el astillero del Grupo Cernaval ubicado en la dársena de Campamento, se acomete a diario la reparación y puesta a punto de parte del tráfico marítimo que surca el Estrecho de Gibraltar. Una labor que demasiadas veces pasa desapercibida pero que supone para el puerto de Algeciras una actividad industrial complementaria al tráfico de mercancías.

La compañía, presidida por el empresario malagueño Mario López, gestiona en régimen de concesión 110.000 metros cuadrados de suelo portuario en el término municipal de San Roque con un dique seco de 400 metros de eslora y 50 de manga; un dique flotante de 176 por 26 y más de medio kilómetro de atraques en los muelles de la dársena.

Por cada empleo directo que generamos, otros cuatro se crean en las empresas auxiliares"

Allí, a finales de los años 70 del siglo pasado, el Estado promovió un ambicioso astillero para la construcción de buques gaseros. El proyecto quedó abandonado ante la evidencia de que los gaseoductos resultaban más rentables que transportar los combustibles en barco. En 1995, Mario López obtuvo de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras la concesión administrativa para explotar las hasta entonces instalaciones baldías. Fue en 1997, hace 20 años, cuando comenzó las reparaciones tras remozar un dique flotante de segunda mano traído desde Italia que supuso el renacer de la dársena de Campamento.

El crecimiento exponencial de Cernaval llegó hace ahora casi diez años. En julio 2008, tras 10 millones de inversión, la compañía logró poner en marcha el dique seco cuyas dimensiones y calado lo sitúan entre los seis más grandes y operativos de Europa. El granelero Dobrush, de casi 200 metros de eslora, fue el primer buque que se reparó en él. El próximo año se cumplirá una década de este hito que situó a Cernaval en el mapa internacional de los centros de reparación naval.

"Somos el astillero privado más completo de España. Cien por cien familiar y nacidos desde cero. No ha sido fácil llegar a donde hoy estamos", resume Mario López, quien se define como "uno más" en la empresa que gestiona otro astillero desde los años 80 en el puerto de la capital costasoleña. Los dos enclaves trabajan de forma coordinada para optimizar la carga de trabajo.

Por el Estrecho desfilan cada año más de 130.000 buques, de los que unos 30.000 entran al puerto de Algeciras. La reparación y mantenimiento de barcos en este enclave geoestratégico no sólo beneficia al astillero, también a buena parte del tejido empresarial auxiliar de la comarca.

Cernaval repara entre San Roque y Málaga de 70 a 100 barcos al año, en una proporción del 60% para las instalaciones campogibraltareñas. Hasta primeros de agosto, por la dársena de Campamento habían pasado 26 navíos y otros 20 por Málaga. En 2016 registraron 73 encargos y un año antes llegaron a su techo con un centenar. Las expectativas para este 2017 apuntan a la centena.

Para atenderlos, la compañía cuenta con una plantilla estable de 80 personas, de las que medio centenar están en San Roque, sólo para la operativa básica de gestión, proyectos, ingeniería y mantenimiento de equipos. En caso de varada de buques, la empresa amplía a demanda su mano de obra para atender el tajo. En 2008 llegaron a contar con 800 personas trabajando simultáneamente para asumir una reparación de la draga Cristóbal Colon. "Por cada empleo que crea Cernaval de forma directa, el sector auxiliar genera otros cuatro. Y el 70% de nuestros colaboradores son del Campo de Gibraltar", enfatiza el empresario.

INSTALACIONES

La varada media de un barco en las instalaciones de Campamento va de siete a catorce días, en función de si se trata de operaciones de mantenimiento periódico o reparaciones más complejas. Cernaval cuenta en San Roque con un recinto industrial flexible, en el que el dique flotante permite acometer laboriosas reparaciones para buques de tamaño mediano. La plataforma se inunda en apenas 40 minutos y otros tantos son necesarios para emplazar al barco conforme a las cotas exactas del plano de varada para que, tras hacerla emerger, todo el casco quede a la vista. En unas tres horas, los obreros pueden comenzar las reparaciones como la recientemente realizada al ro-ro italiano Altinia, revisado a fondo y al que se le han repintado los 8.000 metros cuadrados de superficie de todo el casco.

El dique seco es la joya de la corona. Mide de largo como ocho piscinas olímpicas y es capaz de acoger hasta 130.000 metros cúbicos de agua. Posee una rampa que permite el acceso a vehículos rodados, una rareza en este tipo de instalaciones que agiliza enormemente la carga y descarga de utensilios y suministros.

El cajón compuerta de cierre efectúa la maniobra en 30 minutos mientras que en la sala de bombas, a 19 metros de profundidad, se obra el milagro de secar el vaso en apenas dos horas. En este dique se han realizado en las últimas semanas labores sobre los buques Tanja Rickmers (261x32 metros) o el Navi8 Sceptum (183x32), sometido a una reforma en la caldera. El barco más grande acogido por Cernaval en San Roque llegó el año pasado, con 295 metros de eslora y 45 de manga. "Apenas cinco metros de margen para hacerlo entrar en el dique. Una proeza", resaltan desde la empresa.

PRESENTE Y FUTURO GLOBAL

Alrededor de los diques, las grúas cargan con piezas como hélices o motores de gran tonelaje que luego se ajustan con precisión milimétrica. Todo este complejo tiene en una nave anexa de 5.000 metros cuadrados el taller donde se ponen a punto piezas y equipos.

La compañía hace tiempo que se abrió a otros mercados con agentes en Italia, Mónaco, Grecia, Alemania, Turquía o Chipre y oficinas en Holanda y Malta para captar gran parte de sus proyectos. "Durante este 2017 hemos tenido muchas navieras nuevas, pero nuestro reto es fidelizarlas con un servicio de primer nivel. Lo importante es la segunda visita", subraya Enrique Pérez, director comercial de Cernaval. El listado de clientes que han desfilado por el recinto es enorme: desde Salvamento Marítimo a las grandes navieras como Maersk Line, MSC, Cosco o armadores de ferris como Grimaldi Lines o FRS.

El grupo está inmerso en una diversificación de tareas para captar reparaciones de buques de alta tecnología como dragas o reconversiones de los motores para funcionar con gas licuado, más rentables en relación al tiempo de ocupación que los de barcos carga seca. También para diferenciarse de la feroz competencia y precio de las reparaciones de chapa que se efectúan en Asia. "Tenemos que competir por tecnología y excelencia. El Estrecho es un paso obligado para las reparaciones si somos competitivos", resaltan.

El futuro del astillero sanroqueño pasa por la concreción del proyecto público-privado para un segundo dique seco sobre la dársena, diseñado con 500 metros de eslora, 75 de manga y 12 de calado. Con esta infraestructura, la dársena de Campamento sería capaz de acoger la reparación del 93% de la flota mundial atendiendo a sus dimensiones. Un mercado al alcance del Estrecho.

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