“China ya no es el futuro, es el presente”

Educación|Escuela de chino en Cádiz

Unos 150 niños chinos de toda la provincia acuden cada sábado a Cádiz para aprender su lengua materna

Javier Lorenzo, presidente de honor de la escuela ubicada en el colegio Salesianos de Cádiz habla de su integración

Un momento de una de las actuaciones que los niños ofrecieron en el salón de actos de Salesianos
Un momento de una de las actuaciones que los niños ofrecieron en el salón de actos de Salesianos / Jesús Marín

Javier Lorenzo afirma que un buen amigo suyo siempre le dice que “ni pensamos lo mismo, ni de la misma manera, pero podemos convivir perfectamente”.

No es otro el secreto y Lorenzo, un empresario albaceteño asentado en Cádiz desde hace ya más de 15 años lo sabe, tanto que a día de hoy ostenta el cargo de presidente de honor de la escuela de chino en Cádiz.

No es una escuela al uso. Se trata de una iniciativa de un matrimonio, Zhao y Cecilia, una pareja de veintitantos años, a los que hace dos o tres años se les ocurrió abrir este centro que ahora se ubica en el colegio Salesianos de Cádiz.

Son más de 150 niños procedentes de varios puntos de la provincia de Cádiz los que, en varios turnos, son recogidos en sus casas y llevados hasta la puerta del centro escolar ubicado en la calle María Auxiliadora de la capital.

Allí llegan y permanecen entre las diez de la mañana y las siete de la tarde con la intención de convivir con personas de su misma nacionalidad, intercambiar experiencias, y entre una cosa y otra, aprender, sobre todo, a escribir en chino.

A Javier Lorenzo le faltan piropos para Salesianos por la cesión que hace de diez aulas en las que se ubican los niños, con edades que van desde los 4 hasta los 17 años, así como de su comedor escolar. “Salesianos apostó por esto y les estaremos eternamente agradecidos”.

Los niños, que no tienen que ser forzosamente chinos, pagan cien euros al mes, aunque el presidente de honor del centro educativo advierte que no hay ninguna plaza libre.

A esta escuela de chino llegan niños todos los sábados procedentes de Arcos, Jerez, San Fernando, Chiclana, Cádiz.... y de otras muchas localidades de la provincia. Todos o casi todos ellos saben hablar el idioma de Confucio.

Lorenzo no tiene datos sobre el número de chinos que viven a día de hoy en la provincia de Cádiz aunque sí sabe que representan un porcentaje ínfimo en comparación con otras localidades españolas como Usera, en Madrid, donde pueden vivir más de 15.000 chinos.

En realidad, el único nexo de Javier Lorenzo con los chinos está más relacionado con su actividad como exportador de aceite orgánico OLV, ya que el 40% de sus ventas las lleva a cabo en China, país a donde suele viajar de manera más que habitual. A esto se le suma su hija, una pequeña chiclanera que ya cuenta entre sus aspiraciones la de aprender chino.

Su padre es el primero que le imprime su tesis de la importancia tanto de ese país como de su idioma. “A día de hoy estamos todos muy americanizados. Todos sabemos dónde está Las Vegas, Los Ángeles o Nueva York, pero muy pocos saben dónde está Chongqing que es, sin ir más lejos, la ciudad más grande de China, con 38 millones de habitantes”. Lorenzo está plenamente convencido de que las próximas generaciones sí sabrán pronto dónde está Chongqing. A pesar de ello, este portavoz de la comunidad china en Cádiz afirma que “muchos creen que el futuro es China, pero no es verdad. El futuro comercial está en África porque su desarrollo demográfico en los próximos 20 ó 30 años va a ser muy grande, pero China no es el futuro, es el presente”. Igualmente, Javier Lorenzo predica, aunque sea en voz baja por la falta de plazas en su escuela, que “a los niños ya el inglés les viene de serie, por lo que recomienda que los niños aprendan chino o cualquier idioma asiático, ya sea chino, japonés, malayo.

Lo mismo que aprecia a la comunidad china, Javier Lorenzo demuestra conocerlos casi como si fuera uno de ellos. “Es cierto que no es una comunidad no muy abierta; no les gusta estar expuestos “. De hecho, él mismo sabe que por eso le han dado ese cargo honorario para no tener que ser ellos, ni Zhao ni Cecilia los que den la cara públicamente en eventos como el que organizaron hace una semana.

Fue, como no podía ser de otra manera, en el salón de actos de Salesianos. Allí los alumnos de la escuela y sus familiares pudieron protagonizar una convivencia, una comida y un rato de ocio y alguna que otra representación de algunos de sus bailes o expresiones artísticas.

“Fue todo gratis, pues la única intención era vernos y pasar un día allí juntos”. Finalmente todo fue un éxito. Hablan de que lo siguiente podría ser celebrar en Cádiz el año nuevo chino, “que creo que es en febrero”.

Las mil y una leyendas urbanas

El presidente de honor la de la escuela de chino de Cádiz, Javier Lorenzo, se molesta incluso cuando se le plantean muchas de las leyendas urbanas y prejuicios que rodean a la comunidad china.

Preguntado por si es cierto que tienen algún tipo de beneficio fiscal por instalarse en nuestras ciudades responde:“Así nos va si pensamos eso. No sólo pagan hasta el último céntimo sino que, además, son muy buenos pagadores, si no, que le pregunten a Hacienda”. Ellos, según recuerda Lorenzo, siempre dicen que “el hocico del gobierno, cuanto más lejos de mi casa, mejor”, así que “para tenerlo lejos, lo mejor es pagar”.

Y otra leyenda o misterio es cómo consiguen ubicar sus establecimientos en locales de alto valor urbanístico. Javier Lorenzo vuelve a tenerlo claro. “Aquí en España, cuando uno se casa, coge el dinero que le regalan familiares y amigos y tiran para Punta Cana a gastárselo todo”. Allí, en China, utilizan ese regalo para abrir su primer negocio, allí en su tierra, o fuera de ella. “¿Y allí trabaja toda la familia?”, se le pregunta a Lorenzo, a lo que responde de nuevo que su forma de vida es muy distinta a la nuestra.

“Suelen tener el negocio y su casa muy cerca, incluso en el mismo edificio, y en vez de estar todos en casa, no es raro ver en la tienda a la familia entera, los niños jugando o haciendo las tareas del colegio”. Para ellos la familia es lo primero y, de hecho, ver a un anciano en un centro apartado de su familia es casi como una aguja en un pajar. /Joaquín Benítez

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