Cumpleaños de altura

Las tripulaciones de esta unidad han participado en misiones internacionales en Europa, África, América y Oriente Medio, entre otros desplazamientos Entre sus logros figura el rescate de una ciudadana francesa secuestrada por piratas somalíes en el Índico

Imagen del capitán de corbeta Emilio Ríos, tras los cristales de la cabina, ejecutando el chequeo prevuelo del instrumental de mando de uno de los helicópteros Sea King.
Oscar Lobato Rota

08 de abril 2013 - 05:01

"No hay Quinta mala", afirma el lema de su escudo. Va a ser verdad.

La 5ª Escuadrilla de la Flotilla de Aeronaves de la Armada se ha convertido en una de las raras unidades aéreas españolas en rebasar la barrera de las 100.000 horas de vuelo.

Lo de los "Morsas" (su indicativo de llamada radiofónica) tiene su mérito, no crean. Las otras cinco unidades militares españolas que acreditan esa marca pertenecen al Ejército del Aire.

Pero, en realidad, casi todas computan el sumatorio de horas realizadas por todas las aeronaves que pasaron por sus filas. Y en alguna de ellas, han servido hasta siete modelos diferentes.

Eso no sucede con esta escuadrilla aeronaval, cuyos aparatos siempre han sido los mismos desde su constitución en 1966: los SH-3D Sea King.

Sólo el Ala 12 en Morón de la Frontera (Sevilla), habría realizado una gesta similar en cuanto a horas voladas, pues actualmente sus cazas F-18 superan las 140.000 horas. Pero estos son reactores sofisticados, precisos, vertiginosos. Aviones y no helicópteros, en definitiva.

Un matiz importante este último. Como sabe todo aficionado a la aeronáutica, "los aviones tienden a planear y los helicópteros propenden a desplomarse".

Verán, los aparatos de ala fija han sido diseñados para lograr el más amplio coeficiente de planeo en el aire, incluso sin propulsión del motor. Por regla general, a cada metro de altura que pierden, navegan otros 40 en el cielo.

Pero, si uno corta de golpe la potencia al rotor de un helicóptero, descubrirá que su capacidad de planear es similar a la de una bañera cayendo desde una azotea.

Y otro mérito más a favor de los miembros de la Quinta Escuadrilla; han logrado esta proeza operando aeronaves Sea King.

Para quien no haya visto nunca uno antes, un Sea King es un cruce entre brontosaurio y cosechadora agrícola, pintado todo en gris naval. Se trata de un monstruo de 22 metros de longitud, por 5,18 de altura, y cuyo rotor principal tiene un diámetro de rotación de 19 metros.

A estos dones une la silueta gracil de una mamut preñada de trillizos, más un peso en vacío de 5.600 kilos, el cual llega hasta las nueve toneladas, repostado a tope, con toda su dotación (dos pilotos y dos operadores de cabina) y hasta quince infantes con impedimenta de combate.

Ver alzar el vuelo a un SH-3 de la 5ª Escuadrilla induce al profano a preguntarse cómo puede elevarse una máquina de semejante volumen. Respuesta: un Sea King no vuela, apalea el aire hasta que se rinde.

Sentadas estas premisas, cabe señalar que la Armada española fue una pionera, en cuanto a incorporar a su Flotilla de Aeronaves estos helicópteros.

Sikorsky, la compañía fabricante de dichos aparatos, aún los mantenía en su fase experimental cuando la Marina encargó su compra.

Y esos "quintas" que comenzaron a volar con la enseña hispana, hicieron que muchas de las experiencias de sus pilotos y mecánicos se incorporase a los manuales de procedimientos, que aún siguen vigentes.

La entrega del primer SH-3D a la Armada española por parte de EEUU fue casi un servicio "puerta a puerta". Ese primer aparato arribó a la bahía de Cádiz, en el portaviones USS Independence, desde donde despegaría para aterrizar en Rota.

En cierta manera, esta impronta internacional ha acompañado siempre a la 5ª, cuyos pilotos se forman en Estados Unidos, durante un año. Con posterioridad a ese entrenamiento inicial, acudían a adiestrarse con el simulador de vuelo primero a Jaksonville (Florida), y posteriormente a Novra (Austalia).

Sin embargo, como ambos países desalistaron sus Sea King, por haber llegado estos aparatos al final de su vida operativa, los españoles viajan actualmente a Canadá, para realizar esas mismas prácticas en la base de Shearwate (Halifax).

El capitán de corbeta Alejandro Sánchez García de Leonardo, jefe de la 5ª Escuadrilla, explica que el caso de los Sea King españoles es diferente, pues su vida operativa fue extendida gracias a importantes mejoras.

"En 1989 se produjo una modernización completa con modificaciones estructurales, turbinas y equipos electrónicos", señala este oficial, quien ha recorrido todo los peldaños en la Quinta: piloto, piloto de pruebas, instructor de vuelo y, finalmente, comandante de unidad.

Superar las 100.000 horas de vuelo comporta también un hecho significativo. Considerando los 47 años de vida de la escuadrilla, esa marca equivaldría a tener constantemente un aparato en vuelo durante más de once años. Es decir, un cuarto de la vida operativa del escuadrón.

Eso se traduce en una total amortización económica de los costes de compra, pues hay un detalle que suele ignorarse.

Sikorsky, la empresa diseñadora y fabricante de estos aparatos, estimó que, por cada hora de vuelo de un Sea King, son precisas otras treinta de mantenimiento.

Esta proporción en el caso de la 5ª Escuadrilla ha sido mantenida con éxito, constituyendo otro excelente logro que se cita como ejemplo en el mundo.

El alferez de navio, Juan Antonio Lancho, guía a los periodistas de este medio por el hangar de la unidad, donde ahora duermen diez de estas enormes bestias: tres en versión de plataforma área de alerta y detección electrónica avanzada, más otros siete en la de transporte de tropas. Junto al "Morsa 8" aguarda uno de los pilotos, el capitán de corbeta Emilio Ríos, quien chequea los controles en cabina.

Pero en las alturas delSea King, los delicados y enrevesados mecanismos de la corona del rotor principal están siendo mimados, con manos de cirujano, por los cabos primero Pablo Alfonso, Francisco Nogueira y Eva Gutierrez; así como por la cabo Esther Morey.

En la parte poserior del ingenio se atarean también los marineros Israel Armenta y Javier Valiente, revisando el rotor de cola.

Sin ese mantenimiento y por mucha que fuera la capacidad de los pilotos ningún helicóptero del mundo lograría trabajar siquiera una hora. Y para los aparatos de la 5ª Escuadrilla una misión de rutina puede comportar casi cinco horas en el aire.

Más aún cuando en los últimos años estas aeronaves se han transformado, a medida que evolucionaban los riesgo de amenaza. Así, pasaron de ser aparatos de lucha antisubmarina, a emprana y detección avanzada; transportar tropas de combate de Infantería de Marina y de la Fuerza Especial de Guerra Naval en misiones nocturnas o a realizar evacuaciones médicas y misiones de rescate en el mar, en condiciones de adversidad climatólogica.

Una labor ardua y arriesgada en la cual han perdido la vida nueve miembros de la unidad, a lo largo de su historia.

"Ellos, como todas las personas que pasaron por aquí a lo largo de estos años, son los artífices de este logro", asegura el comandante Alejandro Sánchez García de Leonardo, quien no oculta el orgullo que vive su unidad por haber conseguido este hito aéreo.

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