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Debate
En la Bahía de Cádiz hay 57 pantallas de cine para 426.000 habitantes. Una más que en Málaga, que roza ya los 600.000 vecinos, y apenas una decena menos que Sevilla, la ciudad más poblada de Andalucía, con 700.000 personas.
Cuantificar los cines no deja de ser un aspecto secundario si lo que buscamos es analizar la fuerza de las áreas metropolitanas, la fuerza de la unión. Pero sí nos sirve como excusa para poner sobre el papel la vitalidad de una sociedad capaz de mantener seis decenas de pantallas en tiempo de crisis y las mismas que cierran en ciudad más pobladas.
Una excusa que nos permite plantear cuestiones de mayor relevancia para nuestro día a día, esenciales y que analizadas en el conjunto de la Bahía de Cádiz nos permite descubrir un potencial evidente, tan evidente como oculto y desaprovechado.
Diario de Cádiz conversa con Fermín Moral, José Ruiz Navarro, Fernando Visedo y Daniel López Marijuán. Todos son veteranos de la gestión política, de la formación universitaria, del activismo medio ambiental, del urbanismo... Todos, en mayor o menor medida, se encuentran retirados de su vida profesional pero buscan ahora modos de sacar adelante una idea ya antigua, que se retrotrae a varias décadas pero que nunca ha podido salir adelante: la unión de la Bahía a modo de una gran ciudad, creando un área metropolitana capaz de situarse frente a frente con Sevilla y Málaga y, sobre todo, capaz de afrontar el futuro más inmediato sin las incertidumbres actuales, en empleo, en educación, en lucha contra el cambio climático, en la calidad habitacional, en el fomento de la cultura, en las comunicaciones, en la accesibilidad... Es, para ellos, un tema de charla común en sus reuniones.
Charla privada que ahora buscan extender a otros colectivos de la Bahía a fin de sacar adelante un proyecto de ciudad común siempre fallido.
"Tenemos una preocupación común sobre la situación de la Bahía, sobre la propia capital. Que esto no levanta, que no se progresa y que no hay una reacción ni por parte de los gobernantes ni por parte de la ciudadanía", se lamenta José Ruiz Navarro, catedrático emérito de la UCA y promotor de su Cátedra de Emprendedores.
Plantea una idea que defiende también el resto: "La Bahía debería de ser un crisol de prueba de las grandes transformaciones que se avecinan", tanto sociales como económicas. "Constituye una plataforma que es un laboratorio, un experimento. Contamos con un territorio con gran potencial social, medioambiental y económico, por lo que tendría que ser un modelo para exportar a otros territorios similares", incide en el mismo concepto Fernando Visedo.
Desde el retorno de la democracia han sido varios los intentos de poner en marcha programas comunes de desarrollo de los pueblos de la Bahía. Todos, en mayor o menor medida, han fracasado. Fue el trabajo liderado por Florencio Zoido, a principios de los años ochenta, el más audaz y el mejor trabajado gracias a que contó con un equipo de colaboradores de muy alto nivel técnico.
El denominado como ‘Bases para la coordinación del planeamiento urbanístico de la Bahía de Cádiz’, encauzó algunos problemas latentes, como el desarrollo urbanístico del Río San Pedro iniciado por el franquismo.
En 1983 los ayuntamientos de la Bahía suscriben un protocolo donde por primera vez plantean una acción coordinada a la hora de solventar los problemas de desarrollo de este espacio. Cuentan entonces con el apoyo de la Junta y la Diputación. El documento pone sobre la mesa recomendaciones relacionadas con la red viaria y el sistema de transporte, la gestión metropolitana de la vivienda de protección oficial, la rehabilitación urbana, la actividad industrial, la gestión conjunta de los espacios de ocio, la salvaguarda del potencial económico, la política universitaria, el medio ambiente...
Casi cuarenta años después de este acuerdo, basta recorrer la Bahía, basta ver el funcionamiento independiente de sus municipios, para tener claro el fracaso casi total de esta idea. Los resultados de un convenio posterior firmado por los mismo actores, más el Ministerio de Obras Públicas, en 1994, junto a los distintos planes de impulso industrial elaborados para paliar la crisis naval, entre otros, tampoco dieron los resultados previstos. Ejemplos de este fracaso hay mucho. Basta mencionar uno relacionado con la vivienda, recuerda Fermín Moral: la compra por parte de la administración de suelo en El Puerto para la construcción de un millar de viviendas protegidas. El suelo sigue sin uso alguno.
A la hora de reflexionar por qué estamos casi en el mismo punto de partida a pesar de tantos planes y a pesar de vender, una y otra vez, el potencial de la Bahía de Cádiz, y de la propia provincia, los contertulios coinciden en la falta de un apoyo claro de las administraciones públicas.
¿Y cómo se consigue?
Todos coinciden en que la Bahía sufre una clara falta de liderazgo. Los municipios están gobernados por políticos con un planteamiento claramente localista, incapaces de aceptar políticas comunes. Así pasó con los años que se agotaron para construir un cementerio mancomunado, o una planta de transferencia de residuos. La propia Mancomunidad de Municipios aguanta a duras penas, con escasos recursos para sacar adelante un trabajo efectivo.
"En Sevilla, Málaga o Granada las grandes áreas metropolitanas están lideradas por las propias capitales; aquí cuesta utilizar el nombre de Cádiz más allá de la propia ciudad. Por eso no vemos ese liderazgo en los municipios, ni en la Diputación, ni en la Junta. Ahí está el fracaso de la Mancomunidad". Y ante esta situación de desamparo todos coinciden en mirar a la Universidad de Cádiz.
La Universidad de Cádiz se puso en marcha con cuatro campus ubicados en otros tantos puntos de la provincia. Desde hace cuatro décadas para muchos fue una decisión errónea: obligados a duplicar equipamientos, entre otras cuestiones. Para otros fue un acierto al transformarse en la institución con una mejor visión de unidad de la provincia.
Y dentro de la UCA este grupo de gaditanos que apuesta por la gran ciudad de la Bahía, ven con claridad el papel relevante que debería de jugar el Consejo Social, hoy presidido por Federico Linares.
"El proceso de cambio estratégico para la Bahía, y para toda la provincia, necesita un liderazgo claro, un liderazgo institucional. Una cabeza que sea capaz de abordarlo todo y no actuar de forma fraccionada, que es lo que nos está lastrando. Una institución que aporte sentido común y buena preparación técnica. Alguien con talento. Y esa es el Consejo Social", afirman en conjunto los promotores de esta idea.
Es este organismo, dicen, el que debería de servir de locomotora y convocar a todos los colectivos sociales para elaborar un programa en común. No será el primero, ciertamente, pero sí debería de ser prioritario pues ahora, alertan, entramos en un tiempo en el que se proyectan inversiones millonarias en toda España procedente de los fondos de recuperación. Y estas inversiones sólo tendrán valor de futuro si se planifican de una forma adecuada, si se ven los problemas de la Bahía y sus potencialidades.
A todo ello se llega, además, casi al límite de nuestras posibilidades. Con una industria en crisis permanente, con suelo para empresas sin usar cuando se proyectan otros de dudosa viabilidad; cuando buscamos recuperar el sector turístico y debemos asumir la necesidad de que éste sea sostenible, alejado de planes erróneos como los ejecutados en su día en las Costa del Sol...
Al límite pues hay que actuar de forma inmediata contra el cambio climático; cuando solo dos municipios, a decir de los ecologistas, como son Puerto Real y Cádiz, se están tomando en serio la adopción de medidas de sostenibilidad medio ambiental.
Y, a la vez, un trabajo en común que, a modo de “lobby” de la Bahía, haga más fuerte a la comarca a la hora de reclamar nuestros derechos ante los gobiernos regional, central y, también, Europeo.
Un proyecto en común que debe contar con la participación de la iniciativa privada. Aquí Ruiz Navarro es claro: "Entre las grandes transformaciones que se deben de sacar adelante está la colaboración público-privada, aprovechando los recursos de todas las comarcas de la provincia”. "No ha habido nadie -destaca el catedrático emérito- capaz de argumentar las ventajas del enfrentamiento frente a las ventajas evidentes de la cooperación".
A la vez, Daniel López, advierte de la necesidad de mantener la fortaleza de "lo público y que éste no sea un subsidiario de lo privado".
Se asume también la idiosincrasia de cada pueblo. "Cádiz tiene una tradición internacional, una situación geoestratégica, además de una historia única”, lo que debe aprovecharse aún en un concepto de Ciudad Bahía. Y como ello, aspectos tan particulares de cada localidad como son sus fiestas más relevantes.
Asumiendo que buena parte de los indicadores económicos no llaman al optimismo (ninguna de las ciudades de la Bahía tiene un paro inferior al 31%, incluyendo en este grupo a Jerez, mientras que la renta media, en 2019, iba de los 16.748 euros de Chiclana a los 21.699 euros de Cádiz ciudad), sí se lanza una llamada a un futuro mejor.
"Hay gente de fuera, gente con recursos, que busca casa aquí, especialmente en la capital. Son personas que también reclaman buenos servicios, buenos transportes. Que buscan un entorno bien equipado. Y si lo aprovechamos bien los recursos que pueden llegar, deberíamos de funcionar como un laboratorio de cómo hay que hacer las cosas".
En pleno proceso de transformación social, aquí en toda España, cuando todo el país busca conseguir su parte de los fondos europeos, cuando otras regiones y provincias llegan a este proceso en mejor situación que Cádiz, urge buscar un referente que sepa tirar de este desarrollo.
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