El corazón de La Janda vuelve a latir
Empresarios de los cinco municipios del interior de la comarca cuentan cómo han vivido el confinamiento y la desescalada
Cádiz/La crisis del coronavirus se llevó por delante realidades del presente e ilusiones y proyectos de futuro. La emergencia sanitaria motivada por el Covid-19 cambió la vida de todos desde que aquel no tan lejano 15 de marzo el Gobierno decretó el Estado de Alarma. El confinamiento, con momentos muy duros durante seis interminables semanas, ha dado paso a una desescalada por fases que muchos observan como la luz al final del túnel.
Empresarios de los cinco municipios del interior de La Janda, una comarca un tanto olvidada pero que ha sufrido los efectos de la pandemia como la que más en términos económicos, toman el pulso a la situación actual aún con temor pero con una enorme dosis de optimismo. Paterna de Rivera, Alcalá de los Gazules, San José del Valle, Benalup-Casas Viejas y Medina Sidonia pueden servir como termómetro para valorar cómo afrontan el regreso a la llamada nueva normalidad localidades que suman en su conjunto algo más de 33.000 habitantes.
La Placita de Tary (Paterna de Rivera)
Antonia María Barroso Valle, popularmente conocida en Paterna como Tary, regenta La Placita de Tary, bar que en pocos años se ha convertido en referente del ocio en el pueblo. Quizás por su carácter alegre, ha transformado el miedo en entusiasmo.
El cierre impuesto. “El decreto lo viví con mucho nerviosismo ya que no había información de cuándo abriríamos nuevamente ni bajo qué parámetros o protocolos impuestos por el Gobierno central, Ministerio de Sanidad y OMS. También me afectó no saber qué iba a hacer con los empleados que trabajan en el bar”.
Aplicación del ERTE. “Cuando ya tuvimos más información no me quedó más remedio que aplicar el ERTE para ayudar a la plantilla. La situación a ellos también les generó mucha incertidumbre, porque no sabían si supondría quedarse sin sus puestos de trabajo”.
Reapertura con limitaciones. “De momento la cosa ha ido bien, no como esperaba pero la gente ha respondido bastante bien, adaptándose a las nuevas medidas de distanciamiento social impuestas para frenar la pandemia”.
Optimista por naturaleza. “Siempre hay que ser optimista ante los cambios e implementar mayores medidas de seguridad tanto para los trabajadores como para los clientes. El lavado de manos es fundamental, y luego desinfectar las mesas y sillas una vez que se cambia de personas para así lograr minimizar los riesgos de contagio en nuestro sector, que es uno de los más castigados por el coronavirus”.
Más que miedo, confusión. “No noto en la gente miedo, pero sí confusión. De todas formas, la gran mayoría acata las medidas de distanciamiento social e higiene. Ahora mismo hay que respetar las normas para activar nuevamente el aparato productivo y generar confianza en los clientes y la población en general”.
Deportes Alcalá (Alcalá de los Gazules)
Manuel Lobato González alumbró hace tres décadas Deportes Alcalá, epicentro de un negocio que con el tiempo cuenta con tiendas en los cinco municipios jandeños. Lo ha pasado francamente mal porque el impacto en el negocio representaba un golpe a personas que ya considera como de su familia.
Incrédulo por la noticia. “Hasta el sábado día 14 de marzo trabajamos con normalidad, cerramos para el descanso del fin de semana y el domingo me enteré de que el lunes ya no podía abrir. Ni me lo creía, pero menos cuando pasa el tiempo y ves lo que hay. Temí verme abocado al cierre en los cinco establecimientos, así que me puse en marcha para estudiar las posibilidades. Nos vimos obligados a aplicar un ERTE, aunque el primer mes lo pagué íntegro”.
Trabajando durante el confinamiento. “Durante todo este tiempo te planificas y piensas de todo, qué hago, qué podría hacer… Te acuerdas de la venta online, pero todo el mundo no tiene acceso, hay que tener conocimiento y los costes adicionales no sabes si luego los vas a cubrir. Yo he trabajado en organización de facturas, mercancía, pintura… Al salir a la calle la sensación que tenía era horrible, con todo cerrado”.
La desescalada y la vuelta. “Cuando nos dijeron que el día 11 mayo podíamos abrir, sentí un gran alivio. Las pérdidas han sido cuantiosas. No sólo hablamos de beneficios sino de venta. Sin embargo, ya son 30 años desde que inauguramos la primera tienda y nos avala un prestigio. La apertura fue fantástica, los clientes son increíbles. La gente se está volcando, empezando por los ayuntamientos, que están incitando a la venta en el comercio del pueblo. Me emociono al recordar que me han traído dinero a cuenta durante el confinamiento y el trato cercano que nos ha dispensado la Policía y la Guardia Civil”.
Restricciones y protocolos. “Hay mucho respeto, eso se nota. Si hay una o dos personas dentro, se pregunta para acceder según permita el aforo. Tenemos gel hidroalcohólico a la entrada, toallitas, papelera, limpieza continua en probadores y con las prendas. Lo de la mascarilla es muy incómodo, pero es lo que hay”.
La Atarazana (San José del Valle)
Tamara Fernández Cortijo es la propietaria de La Atarazana, negocio de San José del Valle en el que vende camisetas personalizadas, complementos y efectos artesanales. El coronavirus le ha obligado a reinventarse.
Trabajo online. “Con el decreto de Estado de Alarma no me quedó otra que poner el cartel de cerrado hasta nueva orden. Me llevé lo preciso para seguir con mi labor desde casa, porque el 90% de mi clientela es de fuera y podía seguir mandando paquetes por correo”.
Los efectos de la crisis. “Como temía, mi venta diaria, que habitualmente era de cuatro a seis camisetas, bajó a ninguna o una; también se cayó todo lo relacionado con comuniones y ferias, así que tuve que improvisar”.
Imaginación como fuente de ingresos. “Al observar que apenas había mascarillas para niños, se me ocurrió fabricarlas no sólo básicas sino más cercanas a mi campo, lo artesanal, de diseño, personalizadas, y por supuesto también para adultos. Aunque disponen de un filtro TNT y tres capas, no están homologadas al 100%, por eso siempre recomiendo que usen las mías como complemento a las homologadas. Las ventas se han disparado, y afortunadamente no sólo en El Valle, sino en muchos otros puntos de la provincia, de Andalucía… Incluso tengo pedidos de Madrid, Barcelona y el extranjero”.
Futuro incierto. “Soy autónoma y trabajando desde casa me he dado cuenta que puedo ahorrar mucho, pero también es cierto que el punto físico supone una venta añadida. A corto plazo igual no, pero a medio plazo tengo previsto retomar la actividad en la calle, aunque sea en otro local”.
Hotel-Restaurante Cortijo Las Grullas (Benalup-Casas Viejas)
Juan Román Navarro, dueño del Hotel-Restaurante Cortijo Las Grullas, en Benalup-Casas Viejas, muestra la cara más pesimista de los entrevistados. Quizás porque regenta uno de los negocios que más impacto ha sufrido en la crisis, el hotelero, no augura buenos vientos para el futuro.
Problemas desde el principio. “La noticia del cierre nos llegó por sorpresa, cuando la Policía Local se presentó y nos dijo que teníamos que cerrar. Nos pilló con las cámaras frigoríficas casi llenas porque era fin de semana y se había vendido menos porque ya el viernes se notaba que algo estaba pasando. Recuerdo que la primera noche me acosté y al despertar pensé que todo había sido una pesadilla. Pero no, era algo real”.
Tres semanas para reaccionar. “Tardamos unos días en tomar alguna decisión. A la tercera semana, desmontamos el restaurante, lámparas, cortinas, mesas… Hemos pintado todo, una pequeña reforma para la reapertura”.
El ERTE pasó de largo. “Aquí no ha hecho falta porque llevamos esto entre mi hijo y yo, autónomo colaborador y autónomo, respectivamente, y al personal lo contratamos para comidas concertadas previamente”.
Limitaciones obligadas. “Ahora estamos intentado hacer comidas por reservas, para tener más o menos todo preparado, y con un aforo condicionado, de un 40% en el comedor y del 50% en la terraza. Pero el hotel lo mantenemos aún cerrado porque existe mucha incertidumbre sobre protocolos de limpieza, cortinas, edredones, mantas… No tenemos problemas de piscina u otras zonas comunes, ni siquiera con el buffet, aunque ofrecemos el desayuno famoso en La Janda que pusimos de moda. De momento preferimos esperar porque los cambios son semanales o diarios en el BOE”.
Dos décadas a la espalda. “Llevamos 20 años con esto y afronto la nueva apertura con más ganas que optimismo. La nueva normalidad nos va a hacer daño. Este verano no nos vamos a recuperar. Hay afán de salir pero más por parte de la juventud, no para uso de restaurante u hoteles. La gente del pueblo viene por celebraciones y reuniones, y ahora todo eso ha quedado condicionado. Teníamos 15 comuniones y se han perdido. Se habla de septiembre, pero está por ver. Mi gran temor es que los nuevos hábitos nos afecten”.
Con las miras en el verano. “La previsión es que el hotel pueda empezar a funcionar este mes o en julio de cara a la temporada alta, pero todo dependerá de las fases. También mantenemos la incógnita de si vendrá gente de fuera o sólo contaremos con turismo nacional. La gente sigue teniendo miedo. Después de tres meses han cambiado los hábitos. Hay menos desayuno en la calle porque se han hecho a hacerlo en casa, los que van a oficinas o talleres se han acostumbrado a llevarse el bocadillo. Pasa igual con las comidas, en el táper, una costumbre adquirida. Tenemos que ofrecer nuevas alternativas porque la gente sigue preguntándote qué puede y no puede hacer”.
Neumático Talleres Moreno Moreno
Manuel Jesús Puerto Moreno, Felipe para sus paisanos por casi inexplicables motivos, regenta Neumático Talleres Moreno Moreno, en el Polígono Industrial El Prado de la Feria, en Medina. Al contrario que otros, prácticamente mantuvo desde el principio de la pandemia la actividad, aunque reducida, por los servicios móviles vinculados al mundo agrícola, esencial.
De entrada, prudencia. “Al principio, ante lo incierto de la situación, mandé a mis ocho trabajadores a casa, pero después progresivamente fui llamándolos porque la agricultura es esencial y nosotros estábamos detrás para el mantenimiento de la maquinaria. El principal problema lo encontrábamos a la hora de recibir material con los proveedores: lo que antes tardaba un día se iba a una semana, y recogiendo en Jerez, en las plataformas de logística, ante la falta de reparto”.
Progresivo regreso a la normalidad. “Notamos mucho cuando se activó la construcción, que supuso un empujón fuerte porque había mucha gente que no movía los coches y necesitaban revisiones. Pero ahora hay menos alegría. Por eso, el otro taller que tenemos en San José del Valle ya no voy a reabrirlo porque, además, es un alquiler y no me trae cuenta. En cambio, estaba a punto de abrir uno en Alcalá y voy a aprovechar para llevar todo el material de San José a Alcalá, que es una nave más grande y propiedad, junto a la autovía Jerez-Los Barrios, con continuo tránsito de camioneros y por consiguiente mucho trabajo”.
Conclusiones de la crisis. “Ha sido bastante tiempo para darle vuelta a la cabeza. Hemos facturado casi lo mismo con menos personas y eso te da que pensar. Ya he recuperado a la mitad de la plantilla y tengo que contar con la próxima apertura del nuevo taller, pero he comprobado que con más personal buena parte del ingreso que generaba desaparecía con el incremento del gasto”.
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