Notas al margen
David Fernández
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Cádiz/Una esquela de pequeño tamaño en recuerdo de Ana López de Alcón, casi perdida en la segunda página del histórico tamaño tabloide, fue la primera en publicarse en Diario de Cádiz. Salió en la edición del 5 de octubre de 1867, hace ya más de ciento cincuenta años y se repitió, con el mismo tamaño, durante cuatro días, como era la norma en esa época. Unos días más tarde, en la edición del 24, se publicaba la segunda esquela, la que anunciaba el fallecimiento de María Consolación Lacoste.
Escribía Francisco Baena en su historia de la prensa en Andalucía: "El Diario de Cádiz era el primero en la provincia de Cádiz en repercusión social. Como muestra de ello solo hay que observar el elevado número de anuncios que poblaban sus páginas y la abundancia de esquelas mortuorias, síntoma inequívoco de que los gaditanos elegían el Diario de Cádiz para morirse porque sabían que así toda la ciudad tenía constancia de su muerte al día siguiente".
Es cierto que Diario de Cádiz forma parte del reducido grupo de periódicos, como pueden ser La Vanguardia o La Voz de Galicia, donde todo el mundo se fija a la hora de comprobar quién ha fallecido asumiendo que si la esquela no sale, es que no se ha muerto. Una relevancia tal que tal vez sea una de las pocas secciones de la prensa de papel que siga prevaleciendo sobre el formato digital.
Lo cierto, también, es que siguen siendo muchos los lectores que comienzan a leer el diario por la última página. Primero, ven las esquelas. Después, el resto.
Por eso no es de extrañar el impacto que la semana pasada tuvo la peculiar esquela, publicada en Diario de Cádiz, encargada por Javier Martínez Pastor, anunciando su propio deceso, más allá de la peculiaridad del texto encargado.
En estos ciento cincuenta años de Diario de Cádiz han sido unas cuantas las esquelas de contenido nada tradicional publicadas en sus páginas.
En los años cuarenta del pasado siglo se publicó una de un montañés residente en la capital. Lo malo, o bueno, es que el vecino no había fallecido. La policía indagó entonces en la redacción del periódico buscando el culpable de esta broma macabra. Lo único que se le pudo decir es que quien encargó la esquela llevaba un anillo con un gran sello. Fue suficiente para localizarlo, aunque no sabemos qué pasó con el presunto bromista.
Son unas cuantas las familias que han pedido presupuesto para la inserción de una esquela con el afectado aún vivo. O el mayorista de fruta de Cádiz que dejó pagado e incluido en su testamento la publicación en el Diario de una esquela sobre su fallecimiento a una página completa.
En los años cincuenta la viuda de Genovés publicaba cada aniversario una esquela dedicada al rey Alfonso XIII. La policía del régimen franquista no tardaba en interesarse sobre el promotor de este recuerdo.
Lo mismo pasa cada 20 de noviembre, cuando aún se publica una esquela en recuerdo de José Antonio Primo de Rivera y el dictador Francisco Franco.
La sociedad evoluciona y acaba reflejándose en las esquelas. Son varias las familias que, en los últimos meses, han querido publicar una fotografía del finado en la propia nota fúnebre, como es tradicional en la prensa del norte del país. De la misma forma, ya han salido esquelas de parejas del mismo sexo.
Y, también, esquelas dedicadas a sus mascotas. En marzo de 2014 los dueños de Manchita publicaron una cariñosa esquela: "Fuimos tus dueños mientras vivías, pero tú serás siempre la dueña de nuestro corazón. Tu familia de "dos patas" te recordará con cariño siempre".
Aunque parezca imposible, las esquelas pueden llegar a tener un sentido lúdico, por lo menos en Cádiz. Así pasó cuando en 1977 el Carnaval retornó a su clásica fecha del mes de febrero. Supuso el entierro de las Fiestas Típicas. El acto ciudadano que se organizó para este excepcional entierro se anunció en Diario de Cádiz mediante la correspondiente esquela, aunque en este caso quienes rogaban por el alma de la finado era la viuda , "la feria del pueblo"; sus hermanas "las casetas; sus tíos "los rumberos" y sus tías "las majorettes".
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