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Dolores es la matriarca del clan de La Pinilla, que maneja con mano de hierro desde hace décadas. Porque La Pinilla es toda una institución en el narcotráfico de la coste Noroeste. Desde su feudo sanluqueño es archiconocida de los cuerpos de seguridad del Estado, que la han detenido en multitud de ocasiones. En Sanlúcar, este martes nadie se extrañaba de la enésima caída de una reina del Sur a lo gaditano. “Desde que era una cría ya estaba metida en historias raras. Cuando sale de la cárcel vuelve a lo suyo”, decía ayer un periodista paisano que lleva siguiendo sus correrías desde siempre.
Dolores, que ha pasado buena parte de sus 58 años en prisión, fue una de las detenidas esta mañana en un gran dispositivo de la Policía Nacional en el que participaron 150 agentes y que acabó con 14 arrestados y nueve registros. Junto a ella también han caído dos de sus hijas, una de las cuales estaba en busca y captura desde el año 2013. La otra ya fue condenada en 2016 junto a su progenitora por la Audiencia Provincial de Cádiz.
El fin de la operación era desarticular por completo a uno de los clanes familiares que forman una de las organizaciones de traficantes más arraigadas en la costa noroeste de la provincia de Cádiz, el mencionado clan de La Pinilla. Principalmente se dedican al tráfico de heroína y cocaína, aunque a lo largo de todos sus años de vida no le han hecho ascos a nada: hachís, marihuana... Cualquier cosa que dé dinero y les permita mantener su status quo en un negocio cada vez más diversificado y donde los grandes clanes del Campo de Gibratar han ido ganándoles terreno.
En los nueve registros se han intervenido numerosas papelinas preparadas para su venta al por menor así como otros efectos e instrumentos relacionados con los hechos investigados.
Además de Dolores y sus dos hijas ayer fueron arrestadas las parejas de estas últimas, así como otros afines, gente de confianza de un grupo perfectamente jerarquizado donde la autoridad de Dolores, madre y maestra, es incuestionable.
Tal y como sucedió en 2013, entonces en una operación conjunta con la Guardia Civil, el epicentro de los registros se situó en la barriada Huerta de San Cayetano de Sanlúcar, un punto caliente del narcotráfico en la costa Noroeste. Allí estaba situado un activo punto de venta de droga que mantenían abierto las 24 horas del día, un supermercado donde camellos de toda la provincia acudían para pertrecharse debidamente con papelas que vendían luego. Con ese dinero no sólo pueden consumir sino que ganan otros euros que les permiten volver a Sanlúcar a pillar más material, en una rueda macabra que va sembrando de zombis las calles de la provincia. También, según la Policía, eran muchos los pequeños traficantes de Sevilla que tenían tratos con el clan de La Pinilla, a la que los años de prisión no le han servido para reinsertarse en la sociedad y que sigue haciendo lo que mejor se le da hacer en esta vida: vender droga.
La investigación y las actuaciones policiales han sido declaradas secretas y están siendo coordinadas el Juzgado de Instrucción número 2 de Sanlúcar de Barrameda.
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