"Europa no está a la altura de los retos que se ciernen sobre ella"
205 aniversario de las cortes | la isla mira a europa desde el 24 de septiembre
Josep Borrell centra el acto institucional que La Isla dedica a los 30 años de España en Europa El presidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2007 incide en las debilidades de la Unión
Pocas veces el acto institucional con el que La Isla recuerda la convocatoria de Las Cortes de 1810 ha servido de marco para una reflexión más lúcida y actual, para un discurso que intentara algo más que poner de relieve y ensalzar con una prosa más o menos acertada y documentada la importancia de los hechos históricos que hace dos siglos hicieron de San Fernando el punto de partida de la España actual.
Ayer, sin embargo, ocurrió en el Real Teatro de las Cortes. Una voz sobradamente autorizada, la de Josep Borrell, ministro con Felipe González y presidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2007, convirtió la dedicatoria de la fiesta local -consagrada este año al 30 aniversario de la adhesión a la Comunidad Europea- en una oportunidad para hacer balance del camino recorrido y destacar lo mucho y bueno conseguido en el periodo histórico de bonanza más largo conocido pero también para hacer autocrítica y poner de manifiesto sin tapujos las debilidades que lastran a Europa ante los retos de futuro que se le presentan. El grave drama de los refugiados sirios fue, evidentemente, el telón de fondo sobre el discurrrieron las palabras del socialista catalán, invitado de honor en la gran fecha isleña. "Lo que esta ocurriendo -advirtió- es una gran vergüenza para Europa. Somos incapaces de atender un flujo de gente que viene de una zona del mundo dramáticamente desestabilizada, que huye de la guerra hacia una Europa que ven como una isla de paz y prosperidad. Un flujo que va a continuar, que no ha hecho más que empezar".
Borrell, que minutos antes compartió el solemne izado de la bandera que se llevó a cabo en la plaza de la Iglesia y que dijo que a las sociedades modernas "les vendría muy bien" un poco de los tradicionales valores militares, salió al atril del Teatro de las Cortes sin folios escritos previamente, solo con un libro que traía en sus manos desde que llegó a La Isla y que le sirvió de punto de partida para su aguda reflexión: Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, de José Álvarez Junco.
Sobre esa idea que equipara a la convulsa y agitada España decimonónica con la figura de una dolorosa, el que fuera presidente del Parlamento Europeo construyó un discurso que le sirvió para insistir en el cambio que experimentó España tras su incorporación a Europa. "Podemos decir sin duda que desde que entramos en la Unión hace un poco más de 30 años hemos vivido el mejor periodo de nuestra historia moderna desde la batalla de Trafalgar", apuntó. "Los años que discurrieron desde esa fecha triste hasta que empezó la aventura europea fueron años tristes, fraticidas, de retrasos, de permanente parón y marcha atrás. Hasta que tuvimos la suerte de tener una Constitución, de contar con un país democrático y descentralizado, de ser admitidos en la comunidad internacional, de ejercer un importante liderazgo en Europa y de pasar, sin ninguna duda, los 30 mejores años de nuestra historia entre 1985 y 2015".
Esa España que se equipara a una mater dolorosa -afirmó- ha quedado definitivamente atrás, por más que los más jóvenes muestren hoy sus recelos al respecto. "Mis alumnos de la universidad no ven tan claro que este periodo haya sido el mejor. Ellos empezaron a tomar conciencia política de la vida cuando tenían unos 15 años, es decir, en plena crisis. Tienen, por tanto, una memoria asociada a la austeridad, a las restricciones presupuestarias, a las subidas de impuestos, a los recortes en los servicios públicos. Es normal. Todos somos fruto de nuestras vivencias. Somos lo que vivimos", explicó.
Borrell, sin embargo, se esforzó en constatar esos logros conseguidos. Aludió así a sus años de ministro con Felipe González, incidió en la modernización que el país ha registrado a lo largo de las últimas trés décadas y en "su espectacular crecimiento económico". "He cortado la cinta en más de 3.000 kilómetros de autopista en España. Estuve en el viaje inaugural del AVE hasta Sevilla y he visto a este país cambiar de piel, pasar del peón caminero que repartía gravilla alquitranada en los huecos de unas carreteras miserables a contar con unas infraestructuras ultramodernas que nos hacen ser uno de los países mejor equipados de Europa", recordó.
Ahora, insistió, una vez que España ha dejado por fin atrás a esa mater dolorosa que personifica el siglo XIX, "toca mirar más allá de los Pirineos". Pero esa Europa "cómoda", la Europa que representan valores como el respeto a la ley, la igualdad de derechos, la diversidad, la lucha contra el cambio climático, la cohesión social, la libertad política y el progreso económico está muy lejos de saber afrontar los retos de futuro que hoy le plantea un mundo demasiado convulso. La crisis de los refugiados lo ha puesto de manifiesto. "Tenemos una Europa que no está a la altura de los retos que sobre ella se ciernen", llegó a decir Borrell en el Teatro isleño, donde recordó además la elocuente frase -el diagnóstico más certero, dijo- que hace unos días pronunciaba el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker: "No hay suficiente Europa en esta Unión, no hay suficiente unión en esta Europa".
Borrell aludió así a la frustrada tentativa que se llevó a cabo hace unos años para redactar una Constitución europea, iniciativa en la que también tomó parte. "Madrugamos demasiado pronto. Los europeos no estaban entonces -y tampoco lo están ahora- preparados para sentirse un pueblo. No lo son. Desde Helsinki a las Canarias y desde Escocia a Grecia todavía somos demasiados diferentes. No nos sentimos demasiado unidos para hacer frente a los problemas de nuestro mundo", a apuntó.
Para el conferenciante, sin embargo, el futuro de Europa, sin embargo, requiere un cambio de mentalidad en ese sentido: "Los europeos deberíamos desertar un poco de nuestro cómodo bienestar y entender que para la supervivencia de la civilización en este mundo tan convulso va a ser necesario un mayor esfuezo colectivo, un mayor compromiso y una mayor capacidad para entender que hay que ser algo más que un soft power que se limita a predicar con el ejemplo para pasar a la acción, condicionar, exigir y llegado el caso intervenir aunque, indudablemente, eso quieran decir adoptar medidas impopulares. Por el sur y por el este hay amenazas que no se van a diluir con la prédica", advirtió.
"Hay que ser conscientes de que Europa representa al seis por ciento de la humanidad cuando, al terminar la II Guerra Mundial, éramos el 25. Dentro de poco, en África habrá 2.000 millones de seres humanos y en Europa unos 50 menos que ahora. Somos pocos, somos viejos porque nuestra edad media es el doble de la de las gentes que nos rodean, y somos dependientes porque importamos el 80 por ciento de la energía de consumo: pocos, viejos y dependientes, no es una gran receta para afrontar el futuro, pero podemos hacerlo".
Patricia Cavada
A los valores compartidos de Las Cortes de 1810 y de la Unión Europea aludió también ayer la alcaldesa isleña, Patricia Cavada, al cerrar el acto institucional de un nuevo 24 de Septiembre, una jornada -afirmó- que deber aspirar a ser mucho más que una mera celebración "para ser también un día de reivindicación y reflexión política y social".
La regidora coincidió con su invitado, Josep Borrel, al referir el más largo periodo de paz, prosperidad y pogreso que la Unión Europea ha deparado en las últimas décadas, un camino -recordó- que España empezó a recorrer hace 205 años en La Isla, en el puente Zuazo.
"La historia quiso que fuera un puente. Sí, un puente. Pero no ese que todos tenéis en la cabeza y que se inaugura hoy y han llamado de la Constitución de 1812, sino el verdadero puente protagonista que posibilitó que en Cádiz y en San Fernando se forjara la primera Constitución de España", apuntó al aludir al baluarte de la defensa contra las tropas napoleónicas. "Fue un puente de unión de derechos y libertades que configuraron la base de las ideas que formaron también 175 años después la firma del Tratado de la Unión", afirmó.
Cavada, de esta forma, se refirió a la Unión Europea, a la unión política entre Estados, "como única herramienta de progreso y justicia", pero alertó también a la necesidad de "reorientar el rumbo". En este sentido, aludió también al drama de los refugiados sirios. "Lo que hemos vivido en estos días me avergüenza", reconoció. "La lucha por la libertad y la seguridad y la dignidad humana es una lucha continua", expuso al unir los hechos ocurridos en La Isla hace dos siglos con lo que hoy pasa en Europa. "Desde aquí defendimos la dignidad del hombre como inviolable. Permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen", dijo. "Nos queda historia por hacer. Y los que nos precedieron nos llaman a que estemos a la altura de esos ideales", alentó.
El acto que ayer se celebró en La Isla -y que se encargó de abrir el joven estudiante Juan Castilla Nieto, premio extraordinario de Bachillerato, con la lectura de un extracto de las actas del 24 de septiembre de 1810- contó también con la presencia del consejero de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez de Arellano, que tomó la palabra en el Teatro para destacar las virtudes de la pertenencia a Europa. También el primer teniente de alcaldesa, Fran Romero, compartió la presidencia del acto para arropar a Borrell, al que presentó el concejal de Cultura, Juan José Carrera. Entre las autoridades civiles y militares que se dieron cita en el Teatro isleño se encontraba también el comandante general de Infantería de Marina, Jesús Manuel Vicente Fernández. Antes, Borrell visitó la exposición dedicada a Europa que se muestra en el Centro de Congresos y firmó en el libro de honor del Ayuntamiento.
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