Fincantieri se queda con el contrato de las fragatas de EEUU al que optaba Navantia
Revés a las aspiraciones españolas
La Administración Trump adjudica al astillero italiano la construcción de diez buques por más de 5.000 millones de euros
Nuevo revés para la empresa española, que partía como gran favorita al presentar el diseño basado en la F-100 de la Armada
El astillero italiano Fincantieri ha resultado finalmente el ganador del megacontrato de nuevas fragatas para Estados Unidos, según ha anunciado la Marina de Estados Unidos en la madrugada de este jueves. El encargo, por el que pujaba también Navantia, está valorado en más de 5.000 millones de euros si se desarrolla en su totalidad y supone la construcción de diez buques para la marina estadounidense.
La empresa española, que partía como una de las favoritas, vuelve a quedarse fuera de una gran puja, después de los reveses que sufrió en Australia y Canadá, aunque en los últimos meses había perdido opciones frente al resto de candidatos. No obstante, la administración Trump ha decidido dividir el contrato inicial de veinte buques en dos partes, por lo que podría tener una segunda oportunidad más adelante.
Estados Unidos es un mercado estratégico para Navantia. En febrero del año pasado abrió en Washington una oficina de negocios en un evento que contó con la presencia de la presidenta de la empresa naval, Susana de Sarriá, así como destacados representantes de la cúpula militar estadounidense.
La compañía española optaba al contrato junto a su socio Bath Iron Works, filial de General Dynamics, en una relación que se remonta a más de veinte años atrás. De ser adjudicado, este contrato supondría un notable impulso a las posibilidades comerciales de Navantia de cara a exportar el diseño de la F-100 a otros países. Sin embargo, el grueso de la construcción de las fragatas estadounidenses recaería en su socio local y no cabe esperar que se corte chapa en los astilleros de la Bahía de Cádiz, aunque sí tendría una participación significativa la división de Sistemas, con sede en San Fernando.
Navantia aportaba un diseño basado en el de la fragata australiana AWD clase Hobart, que a su vez deriva de los buques F-100 de la Armada Española, que también han servido como referencia para las fragatas construidas por España para Noruega.
Pese que este diseño debía ser adaptado a los requerimientos de la US Navy, el hecho de que ya estuviera probado con buques en servicio supone un ahorro en costes y tiempos de desarrollo que inicialmente ponían por delante al consorcio de Navantia frente a sus competidores. Pero una mezcla de factores políticos e intereses electorales se han posicionado en contra de sus aspiraciones.
En el caso del consorcio de Fincantieri, el elemento político ha jugado a su favor. Su filial estadounidense se sitúa en el estado de Wisconsin, que es vital para la reelección de Donald Trump en las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre. Además, su propuesta cuenta con un alto grado de desarrollo técnico, basado en la clase Fremm (Fragata Europea Multimisión), y que tiene unidades en servicio en las marinas de Italia, Francia, Egipto y Marruecos.
Retirada de la Méndez Núñez
A estos factores hay que agregar el impacto diplomático que tuvo la retirada de la fragata Méndez NúñezMéndez Núñez del grupo de combate del portaaviones Abraham Lincoln para no entrar en el Golfo Pérsico el año pasado, en un momento de gran tensión entre Estados Unidos e Irán. El buque de la Armada navegaba con la flotilla del Abraham Lincoln para mostrar las bondades de su diseño, tal y como recogía la prensa especializada estadounidense. La singladura también iba a servir para celebrar el quinto centenario de la vuelta al mundo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano.
Otro elemento que ha podido lastrar las posibilidades de la F-100 es que aún no está listo el informe final del accidente sufrido en 2018 por la fragata KNM Helge Ingstad, construida para la Armada noruega en el astillero de Navantia en Ferrol y que colisionó con un petrolero cerca de Bergen. La primera parte de la investigación achaca el accidente a a errores humanos de las tripulaciones de ambos buques y del centro de control de navegación.
El informe, presentado justo un año después del siniestro, analiza solo lo ocurrido hasta el accidente. Una segunda parte del informe, que se centrará en el naufragio y la evacuación de la fragata, está en marcha y aún no tiene fecha de publicación. Esta parte del estudio es crucial para despejar las dudas sobre el diseño de la fragata, ya que la comisión había alertado en su día de un fallo de seguridad "crítico" relacionado con la estanqueidad, que Navantia negó asegurando que el diseño del barco cumplía con las certificaciones internacionales.
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