"Gracias a esta peña Camarón está más vivo aún"

Antonio León Íñigo | Presidente de la peña cultural flamenca 'Camarón de la Isla', de San Fernando

Al cumplir 25 años como máximo responsable de la entidad cultural que lleva el nombre del artista más grande que ha dado San Fernando, Antonio León defiende la necesidad de esta peña

"Para el Ayuntamiento de La Isla ahora Camarón es sólo la Venta de Vargas, cuando José no cantó allí en la vida"

"Somos la única peña de España que, entre cante y baile, damos unas diez actuaciones al mes sin cobrar entrada"

Antonio León, fotografiado en el escenario de la peña y ante un cuadro de Camarón de La Isla. / Sonia Ramos

En todas las ciudades hay personas que, por un motivo u otro, se convierten en auténticas instituciones. Un personaje muy popular en San Fernando es Antonio León Íñigo, que nació hace 79 años en lo que era el Horno El Cuco, junto al mercado de San Antonio, y que es conocido por sus eternos tirantes, su bigote recortado, su rostro siempre serio, sus largos años de profesión como responsable de distribución de licores y bebidas y, de manera muy especial, por los 25 años ininterrumpidos que acaba de cumplir como presidente de la peña Camarón de La Isla. En esta entrevista Antonio León cuenta algunas verdades sobre José Monge Cruz, el artista más grande que ha dado San Fernando y de quien sigue hablando en presente pese a que falleció hace ya 29 años y medio. De paso, explica con detalle las dificultades que atraviesa la peña para seguir abierta.

—Pongamos las cartas sobre la mesa: yo soy de San Fernando y jamás conocí a Camarón.

—Hombre, pues se agradece que lo diga porque ahora todo el mundo conoce a José, todo el mundo le ha dado de comer, e incluso hay gente que le compró ropa y zapatos, ¿sabe usted? Se dicen muchas mentiras y se cuentan muchas tonterías sobre José.

—¿Por ejemplo?

—He escuchado a gente contar que José cantaba por la ventana para que la gente le diera dinero, lo cual es falso. Y recuerdo un día, en unas jornadas en el Palacio de Congresos de San Fernando, en el que un ponente contaba que Camarón el pobrecito no tenía zapatos y tampoco tenía para comer. Y desde el público saltó Isabelita, la hermana de José, y dijo que todo eso era mentira, que su padre se partía la cara en dos trabajos y que su madre se puso a limpiar cuando se quedó viuda precisamente para que a ninguno de sus hijos le faltara nada. Lo que yo le diga, que se cuentan muchas mentiras. Lo que no se dice es que de las veces que Camarón cantó en La Isla, en una de ellas le abuchearon y se fue.

—¿Cuándo fue eso?

—No recuerdo el año, porque soy muy malo para las fechas, pero fue en la plaza de toros, en un acto organizado por la Tertulia Flamenca de La Isla. Estaba anunciada una actuación de Lole y Manuel pero, como no llegaban y el público se estaba impacientando, Pepe Rosa, que era el presidente de la Tertulia, le pidió a José, que estaba allí, que subiera arriba para aguantar a la gente. José aceptó pero cuando se anunció que iba a cantar, empezaron a abuchearlo. Y él cogió el camino y se fue. Así era la gente de La Isla con Camarón. Algunos.

—Antes de seguir hablando de José, ¿puede resumirnos en fechas la evolución de esta peña de Camarón en La Isla?

—Esta peña se constituye oficialmente en diciembre de 1989. Se le preguntó a José si quería una peña y dijo que sí. Yo no fui de los socios fundadores pero estuve aquí desde el principio. Primero nos reuníamos en un local que nos cedió un socio fundador. Hicimos los estatutos, compramos el terreno donde está ahora levantada la peña y organizamos un montón de actuaciones para sacar dinero para hacer la obra. Cuando vimos lo malo que estaba ya José, logramos que viniera a poner la primera piedra, que fue el 1 de diciembre de 1991. Y el edificio actual de la peña se inauguró en 1995. Y yo soy presidente desde finales de 1996. Aquí han venido algunos queriendo coger la presidencia pero les he tumbado a todos.

—¿Cuántos socios tiene ahora la peña?

—Nos hemos quedado con unos 70 u 80 socios que pagan. Algunos lo hacen cuando quieren, pero pagan. Y hay socios del País Vasco, de Madrid, de Cataluña, etc. que suelen pasarse por aquí en verano. Cuando yo entré de presidente había más de 300 socios, pero empecé a borrar y a borrar porque aquí no pagaba nadie. Muchos venían a coger el carnet para decir por ahí que eran de Camarón y ya ni pagaban, ni venían más. Así que fuera.

—¿El objetivo de la peña es promocionar el flamenco y destacar la figura de Camarón?

—El primer objetivo de esta peña es que José siga vivo, y creo que lo estamos consiguiendo. Gracias a esta peña José está más vivo aún de lo que lo estaría si cerráramos. Y ahí están los ejemplos de la Lola y de la Rocío, que eran sin duda dos gran artistas. ¿Se nombra más a ellas que a José? Yo creo sinceramente que no. Por toda España se habla de él, sobre todo en Cataluña, que es donde más le han querido.

—Me imagino que habrá aficionados de Camarón que se emocionarán cuando visitan la peña por primera vez, ¿no?

—Sucede muchas veces. Recuerdo cuando vino el patriarca de Sant Feliú de Llobregat, que nada más entrar cayó al suelo llorando porque estaba en la peña de Camarón. Y coches con varios jóvenes que venían por ejemplo de Barcelona expresamente para ver la peña. Esto en verano se llena de gente que quiere ver a Camarón.

—¿Y vienen a cantar a la peña los artistas que eran amigos de Camarón?

—Venían al principio, pero después, muerto el perro se acabó la rabia... si se me permite la expresión, porque José no era un perro. Aquí el artista que viene me exige que le pague. Amigos de José que quieran cantar de balde en su peña de La Isla, ni uno. Todo el que viene quiere pasar por caja, pero yo no puedo pagar ese caché. En todo caso puedo hacerle un regalo, pero si no le interesa, pues que se vaya a otro sitio.

—¿Qué artista cree usted que se ha acercado más al nivel de Camarón como cantaor?

—Que alguien se acerque a José es imposible. Él era único, primero porque tenía una orquesta en la garganta y luego porque robaba de todos los géneros. Él lo único que hizo fue unas canasteras; todo lo demás era robado. Él cogía de la Lola, de Caracol, de la Perla, del otro... Es que él no dormía. Entonces se sentaba en su casa y se ponía a probar cosas, de aquí y de allí, y por la mañana tenía una palangana llena de colillas porque se fumaba siete u ocho paquetes de Winston diarios. Mercé quiso coger la estela de Camarón, pero nada. Puede que Carmen Linares se acercara un poco más, pero tampoco. Y a todos los chavales nuevos que han ido saliendo por ahí yo los he llamado para que cantaran aquí, pero sólo tienen dos cantes y punto. Los cantes de Camarón los puede cantar cualquiera, pero como él no se puede hacer.

—¿De qué estaría más orgulloso Camarón de su peña?

—De que siga viva, sin duda. A él le encantaba estar con nosotros cuando se constituyó la peña, aquí estaba entre amigos, como en familia. Y tiene que estar contento de que siga viva.

—¿Y ha costado mantenerla viva?

—Mucho, pero mucho, mucho, mucho, mucho. Y sigue costando, ¿eh? Yo es que tengo grandes amigos y si la peña necesita 1.000 ó 2.000 euros, voy a ellos y me lo dan. Y por eso está mantenida la peña, porque busco dinero de fuera, y antes hacía rifas, y hago la Lotería de Navidad, y sigo vendiendo camisetas y recuerdos de José porque él pidió que se hiciera si eso servía para mantener la peña... Es que esta peña cuesta mucho mantenerla abierta. Tiene 230 metros cuadrados, que parece mucho en invierno pero que se queda corto para la avalancha de gente que viene en verano. Y sólo de luz pagamos 300 euros todos los meses, y de IBI pagamos 2.000 euros. Llevo años gestionando que declaren a la peña de utilidad pública, porque funcionamos sin ánimo de lucro. Pero cada vez que voy me piden papeles nuevos y me he hartado.

—¿No reciben ayuda de otras administraciones?

—A mí el único que me ha ayudado de verdad en todos estos años fue Rafael Román cuando era presidente de la Diputación. Me llamaba y me decía que qué necesitaba, y me lo daba, y presentábamos allí todos los carteles de nuestros certámenes con Manuel, el hermano de José... Era un certamen nacional de cante flamenco donde dábamos un millón de pesetas en premios. Luego tuvimos que reducirlo a la mitad, porque nadie nos ayudaba, y luego terminamos por suprimirlo porque no había dinero. Pese a ello somos la única peña de España que, entre cante y baile, damos una decena de actuaciones al mes sin cobrar entrada.

—¿Y el Ayuntamiento?

—El Ayuntamiento da una subvención que no nos vale para cubrir casi nada. Es una subvención que un año llega y otro no, que una vez sube de dinero y otra vez baja. Y nunca ha habido un trato igualitario con el resto de las peñas de San Fernando. Yo lo que le pido al Ayuntamiento es que nos atienda un poco mejor porque, como yo siempre digo, si la gente de fuera viene a San Fernando es por Camarón. Sin él, no habría turismo en esta ciudad y si esta peña no está abierta, la gente no vendría a La Isla. Y si eso sucede, ¿quién pierde? Pues pierden los hoteles, la restauración, todo. Y a mí no me importa colaborar en todo lo posible con el Ayuntamiento, y ahí está el ejemplo de la ruta de Camarón, que la iniciamos nosotros y después nos la copiaron ellos. Pero si la gente viene aquí por Camarón, lo mínimo es que la peña tenga alguna satisfacción. Y he dicho la peña, ojo, y no su presidente.

—¿Dice que ustedes inventaron la ruta turística de Camarón?

—Así es. Llevábamos a la gente a la fragua, al cementerio y la traíamos a la peña. Venía un montón de gente y era gratuita. Yo sólo les pedía que le dieran algo a Manuel, el hermano de José, que era el que estaba en la fragua. Y aquí en la peña les dábamos luego una copita. Pero el Ayuntamiento se la quedó, metió en la ruta la Venta de Vargas y la casa de José, una vez que la arreglaron, y se puso a cobrar, lo cual me pareció un error.

—El Museo de Camarón se inauguró el pasado julio. ¿Le ha reportado eso más visitantes a la peña?

—Pues no lo sé, la verdad. Igual sí, pero no lo sé. Yo lo que quiero es que la gente venga a la peña, que no tiene difusión alguna. Yo estuve a favor del museo desde el primer momento, desde que Loaiza siendo alcalde firmó el primer convenio con la Chispa. ¿Sabe cuántas veces han contado conmigo o con la peña para preparar el museo? Ni una. Eso sí, me invitaron a la inauguración pero me fui al acabar el discurso de la alcaldesa, que habló de la casa de Camarón, de la Venta de Vargas, del cementerio, pero no dijo nada de la peña. No se está haciendo justicia con nosotros y no lo entiendo. Ahora para el Ayuntamiento Camarón es sólo la Venta de Vargas, cuando José no cantó allí en la vida.

—¿Cómo?

—Lo que le digo. Camarón jamás tuvo una actuación en la Venta de Vargas. A lo mejor se pasaría tres o cuatro veces, pero era un niño de apenas 8 ó 9 años y ni le dejaban entrar. Y con 14 años José ya se fue de La Isla. Eso lo reconoce el propio Rancapino, que cuenta que Camarón cantaba en la calle y se iba con él para ver si podía sacar algo. Alonso cuando estuvo en la Venta de Vargas fue con Panseco, cuando éste estaba haciendo el servicio militar en La Isla. A mí me parece genial que se hable bien de la Venta de Vargas, porque es un sitio que quiero mucho, como quería a Juan, a María y a los padres de los niños que están ahora allí. Pero es que en la Venta de Vargas ni cantó José, ni hubo jamás cante flamenco con actuaciones previamente organizadas. Ahora, desde hace unos pocos años, sí hay actuaciones allí. Ya de artista José sí se pasaba por allí con su familia para comer, porque él quería mucho a la Venta de Vargas. Pero jamás tuvo una actuación programada allí. La única vez que cantó Camarón en la Venta de Vargas fue en 1988 cuando Canal Sur vino a hacer las Noches Golfas y lo pagué yo. José hizo allí dos cantes en directo. Es que, como le decía antes, se cuentan muchas cosas que son mentira.

—¿Cuál es su sueño para el futuro de la peña?

—Pues que el día que yo no pueda estar aquí venga alguien que como mínimo haga lo mismo que yo. Ojalá pueda hacer más cosas, pero lo veo complicado. Así que como mínimo, que iguale mi gestión y que la peña siga en funcionamiento.

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