Hijas de la generosidad
Olvidados, ignorados, arrinconados y, en algunos casos, hasta abandonados y despreciados por sus familias son las profundas huellas que llevan marcadas los enfermos de sida que son acogidos en el Hogar Gerasa. "Aquí llegan ya muy malitos", afirma Sor Trinidad, la religiosa que junto a otras cuatro hermanas gestiona y cuida a los infectados por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Son las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
La labor que realizan estas monjas no pasa inadvertida para la sociedad chiclanera y, por ello, 18 colectivos de la ciudad han decidido otorgarle el galardón anual que concede la Delegación Municipal de Servicios Sociales.
Sor Trinidad es la hermana superiora y relata que el día a día con sus "niños" no es una carga, sino la consecuencia de lo que ella representa: la caridad.
"Ellos son hasta mejores personas que nosotras", apunta la religiosa tras detallar el lamentable perfil de las personas que llegan sin apenas fuerza al Hogar Gerasa.
Señala que los que ingresan arrastran multitud de problemas físicos debido a la enfermedad del sida. "Esta casa es para los están más malitos", matiza. Sor Trinidad trabaja en Gerasa desde que se abrieron estas instalaciones en la ciudad hace ya 12 años, "de las cinco hermanas, soy la que más tiempo llevo aquí", dice con orgullo.
La religiosa explica la tarea que realiza en Gerasa y la vida que desarrollan los pacientes día a día, hora a hora. Estos se levantan a las ocho de la mañana y una hora después desayunan. "Los que pueden, ayudan a recoger y a fregar. Otros no pueden ni con su alma". A las diez de la mañana se lleva a cabo una terapia de grupo dirigida por una psicóloga. Ya a la una de la tarde, los más enfermos almuerzan "y los que están mejorcitos, una hora después".
Tras la comida toca la siesta hasta las cinco de la tarde y luego la merienda. A partir de las seis, dos días a la semana, se imparten clases de cultura general y también se llevan a cabo actividades relacionadas con la pintura, manualidades o jardinería. Todo esto hasta las ocho de la tarde porque a las nueve de la noche se cena y luego a dormir. Algunos se quedan viendo la televisión hasta las doce de la noche, hora límite para ir a descansar.
En verano, dos días a la semana van a la playa, y durante el invierno al cine.
Este es la planificación, en líneas generales, que se aplica en Gerasa con la supervisión de las religiosas y de un equipo que cuenta con médicos, enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales. También es conveniente resaltar la labor del personal voluntario que trabaja en el centro.
De los 26 ingresados que hay actualmente en Gerasa, 19 son hombres y 7 mujeres. Sus edades oscilan entre los 30 y 50 años.
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