Jerez afronta su clásico electoral a cara de perro
Por tercera vez se enfrentan los mismos candidatos en una batalla que ha perforado heridas del PSOE andaluz
Lo de Jerez podría tener algo que ver con los últimos clásicos del Real Madrid-Barça. Por tercera vez consecutiva acuden los mismos contendientes al partido y los espectadores ya han tenido bastantes guerras en las salas de prensa como para pensar que aquí hay poco fútbol y mucho ruido. En el terreno de juego el resultado de estos últimos ocho años ha sido una deuda estratosférica, concesionarias que amenazan con marcharse, apagones en la calle y en el Ayuntamiento por impagos... y, sin embargo, ahí están ellos de nuevo. Analicemos los jugadores.
En el primer partido, 2003, ganó la socialista Pilar Sánchez. Era la primera vez que Pacheco perdía unas elecciones en Jerez, pero todo estuvo muy apretado entre ellos, por lo que, por lógica, gobernó quien había perdido, la popular María José García Pelayo, que parecía una figura emergente del PP andaluz, apadrinada por el propio Javier Arenas. Pelayo pactó con Pacheco, cortó con él después con el consiguiente disgusto de su propio partido y, aparentemente, su castigo ha sido ser candidata de por vida, ya que ocho años después regresa a la arena tras haber perdido hace cuatro. Desairado por Pelayo, Pacheco pactó con Pilar Sánchez y ¿qué hizo Pilar Sánchez?. También cortó con él, pero esta vez la jugada le salió bien. Le salió requetebién.
En el segundo encuentro, hace cuatro años, Sánchez obtuvo la única mayoría absoluta de los socialistas en una gran ciudad andaluza, con el consiguiente disgusto de su propio partido en la provincia, que le tenía echada la cruz porque Sánchez gobernaba pero era ingobernable. El descalabro electoral de Pacheco fue tal que se retiró a sus asuntos, mientras Pelayo obtenía resultados dignos para continuar su purgatorio. A todo esto, Joaquín del Valle, un hombre trabajador con cierto desconsuelo en la mirada, repetía una y otra vez para Izquierda Unida sus resultados: un único concejal, él.
Con este panorama en la noche electoral, nadie podría pensar en el escenario actual. Pacheco se ha visto enorme de nuevo, ha abandonado su jubilación y ha vuelto sin más partido que su propio nombre, Valle ha vuelto, Pelayo ha vuelto y, lo que es más extraño, Pilar Sánchez ha vuelto, pero de milagro. Todos los sondeos apuntan a que su mayoría absoluta va más allá de tambalearse, que una gestión que llena los titulares de malas noticias amenaza con desposeerle de su holgada victoria de hace cuatro años para entregársela a Pelayo.
El caso de Pilar Sánchez ha arrojado sal a las heridas del PSOE andaluz. El PSOE provincial, encabezado por Francisco González Cabaña, había conseguido convencer a Chaves de la necesidad del relevo de Sánchez justo cuando Chaves fue relevado. Con lo que Sánchez salvó el round. A continuación, salvó unos cuantos más buscándose aliados en Sevilla. Pilar Sánchez había sido encumbrada por Alfonso Perales, luego se separó del clan de Cádiz y buscó refugio en Zarrías y ahora su último mentor es Griñán, obligado a mostrar su autoridad dentro de la tradicional pelea a garrotazos que caracteriza a los socialistas gaditanos.
De hecho, de manera indirecta, el 'caso Sánchez' supuso la salida de Luis Pizarro del gabinete Griñán. ¿Qué pasó? Que una operación de González Cabaña, Pizarro y Chaves intentó, a espaldas de Griñán, desbancar a Sánchez de la candidatura a cuatro meses de las elecciones. Consistió aquello en colocar a un independiente, el urbanista González Fustegueras, en la cabeza de lista. Falló. Así es como llegamos al clásico de nuevo, otra vez los mismos, repartiendo ilusión entre los jerezanos.
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