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El comisionista baja al Sur

Caso Koldo

Víctor de Aldama desembarcó en el sur hace quince años para intentar comprar equipos de fútbol y ha terminado quedándose con una concesión en San Roque

San Roque adjudicó gratis a una empresa de la trama Koldo dos edificios municipales para hoteles

Koldo García, la sombra inseparable de Ábalos

Víctor de Aldama durante la rueda de prensa en la que se autoproclamó dueño del Córdoba en 2009.
Pedro Ingelmo

15 de abril 2024 - 06:00

Real Estate Pilot, World Magic in The Villages, Grupo Vivir, Future Factory, Soluciones y Gestión… Todos los nombres de estas sociedades se han vinculado en este último mes a Víctor de Aldama, un empresario todoterreno que tan pronto está en México como en Zamora, que tan pronto se codea con un presidente de la Federación de Fútbol como con el ‘mayordomo’ de un ministro de Fomento. Es el hombre de las mil empresas, muchísimas de ellas sin actividad como las ocho portuguesas en las que ‘ocultó’ buena parte de los beneficios del negocio de las mascarillas por lo que fue detenido en la Operación Borme, más conocida como caso Koldo. Y es el hombre de los mil sectores. Está presente en la restauración, el mundo inmobiliario, el automovilístico, las éolicas, el fútbol… O todo eso dice en su currículum. La Guardia Civil ha descubierto en la investigación que Aldama tiene a su nombre nada menos que 68 cuentas bancarias. Sin embargo, la prensa ha decidido resumir su trayectoria en un solo cargo a raíz del estallido del escándalo: presidente del Zamora Club de Fútbol, lo que no deja de ofrecer a simple vista un deje cutre en todo el entramado. Este madrileño casado, con una hija, aficionado al esquí, que acredita formación académica como ingeniero informático, es en realidad un conseguidor hiperactivo en el centro del huracán político.

Y de un hombre con tanta movilidad no cabría esperar menos que también probara suerte por Andalucía. El comisionista de las mascarillas de Koldo es, de hecho, un viejo conocido en Córdoba, Sevilla, Granada y Cádiz. En 2009 aparece por primera vez a la palestra en el diario As como un accionista de empresas petrolíferas en Sudáfrica interesado en la compra del Cádiz cuando el club se encontraba hundido en la 2º B, entonces presidido por el gaditano Antonio Muñoz, propietario de la firma de aceite de oliva Capricho Andaluz. Aquello no tuvo ningún recorrido más allá de esa página del periódico deportivo. Muñoz le dijo que no vendía hasta que no devolviera al equipo a la división de plata.

Sólo dos años después ya está ofreciendo una rueda de prensa como nuevo propietario del Córdoba, también en 2ª B y con una deuda de 8 millones de euros, en representación de una nueva compañía, Signum, y con el apoyo financiero de dos empresarios ecuatorianos. Afirma que, tras haber comprado el club al grupo Prasa, su compromiso es ascenderlo a Primera División en tres temporadas. Su propiedad del club duró lo que duró la rueda de prensa. Se había firmado la escritura de compra venta, pero como dijo el presidente del club de entonces, José Miguel Salinas, “queda el pequeño detalle de pagar”. Y no pagó. El dinero no apareció nunca.

Es una constante en las operaciones de Aldama que intente evitar al máximo los riesgos. Incluso fue así en el caso de las mascarillas, donde se tuvo que buscar un inversor, en este caso Juan Carlos Cueto, también detenido en la Operación. Aldama puso los contactos, pero ni un euro. Tampoco pondría mucho cuando siete años después consiguió al fin hacerse con un equipo de fútbol, el Zamora, al que reflotó en un principio con la esponsorización de dos marcas mexicanas, el estado de Oaxaca y Cavall 7, que da nombre a uno de los vinos más célebres de México. No es fácil entender qué hacían dos marcas mexicanas esponsorizando un equipo de la tercera división española ni se sabe si Cavall 7 logró incrementar mucho sus ventas de vino en Zamora o a los zamoranos les dio por viajar en masa a Oaxaca. Pero en eso consiste ser un conseguidor.

Aldama fue el artífice en la concesión de explotación por 30 años de un espacio que anteriormente gestionaba el Club Natación Sevilla, en la calle Trastamara de la capital andaluza. Los activos del club de natación se vendieron por 1,6 millones a Pilot Real Estate, donde Aldama figura como administrador solidario, para construir uno de los mayores centros de fitness de Andalucía. Aquí en principio no hubo ningún problema ni tampoco en la posterior adquisición del Campo de la Juventud de Granada por la misma firma.

Operación San Roque

Y tampoco parecía que lo iba a haber en un nuevo negocio en el que se había embarcado y que era una novedad para Aldama. En septiembre del año 2020, cuando la importación de las mascarillas chinas ya iba viento en popa, Aldama constituyó la sociedad World Magic in the Villages con la intención de presentarse a una concesión que había llegado a sus oídos. World Magic in the Villages no tenía ni trabajadores ni experiencia en el sector hotelero, pero optó sólo unos meses después al concurso que lanzaba el Ayuntamiento de la localidad gaditana de San Roque sobre dos interesantes inmuebles en el casco histórico de la localidad: el edificio Alberti y la casa natal del actor Juan Luis Galiardo, una de las máximas celebridades que ha dado el pueblo. Los dos inmuebles, ambos considerados como Bien de Interés Cultural, estaban frente por frente y el Ayuntamiento se había gastado 300.000 euros en su adquisición. Ahora quería ceder su explotación. El objetivo era transformarlos en hoteles con encanto. La adjudicataria tendría la concesión por cuarenta años y no tendría que pagar nada, sólo la reforma de los inmuebles y el aval de la concesión administrativa, pero contando con que la casa de galiardo no se encontraba en buen estado. Es llamativo que nadie más se presentara, aunque en principio todo se había hecho legalmente con los correspondientes expedientes de concurrencia y publicidad.

Ruiz Boix afirma que, desde que se alumbró la idea, se ofreció la posibilidad a varias empresas del sector. Se entiende que ninguna se decidió por el alto coste de la rehabilitación de la casa natal de Galiardo. Y también cabe deducir que en algún momento se lo ofreciera Víctor de Aldama, motivo por el cual Aldama se le encendería la luz y crearía una sociedad ex profeso para hacerse con los inmuebles de San Roque. Al fin y al cabo, tenía dinero fresco. El dinero de las comisiones de las mascarillas.

Sobre esta operación no había ningún tipo de oscurantismo. El alcalde explicó en rueda de prensa en 2017 lo que se quería hacer con los edificios y la forma en que iba a proceder. Incluso iba en su programa electoral en el apartado de Turismo en las últimas elecciones de 2023. Porque por entonces la concesión ya se había entregado a la empresa de Aldama y Ruiz Boix estaba muy satisfecho porque Aldama le había comunicado que en la rehabilitación no se iba a gastar el millón de euros previsto, sino que se iba gastar dos millones. Los hoteles con encanto, de ese modo, iban a tener mucho más encanto.

Como en otras ocasiones, Aldama arriesgó lo mínimo. Según desveló el digital El Español, la operación podría cerrarse gracias a la intervención de unos viejos amigos cordobeses. Son los hermanos Corvillo. Fue uno de ellos, Rubén, el que a través de una tercera empresa -también con domicilio social en Córdoba- puso el dinero del aval para la concesión administrativa, que era de 25.000 euros. Las obras de remodelación del inmueble no las haría la concesionaria de los inmuebles, ya que no tenía ni actividad ni trabajadores, sino otra empresa más, la constructora Gallardo Barrera, de Marmolejo (Jaén), especializada en rehabilitaciones y cuyo propietario comparte accionariado en otra firma con otro de los hermanos Corvillo, Cristian. Cristian Corvillo aparece en el auto del juez del caso Koldo, aunque él aduce que sólo está ahí porque conocía al ex ministro Ábalos y a Koldo García.

Si esto fuera un pelotazo, que no tiene por qué serlo, aunque sí parece un buen negocio, sería un pelotazo o un negocio a muy pequeña escala. Estamos hablando de dos inmuebles cuyas camas hoteleras no llegarían a las dos decenas. Sin duda, si no hubiera saltado el caso Koldo hubiera pasado por completo desapercibido, pero se han juntado Aldama, los hermanos Corvillo, ambos miembros del PSOE, uno en la ejecutiva provincial de Córdoba y otro como concejal del PSOE en Villalobos (Zamora) y, por último, que en San Roque el alcalde desde hace tres legislaturas es Juan Carlos Ruiz Boix , ex presidente de la Diputación por el PSOE y actual diputado nacional. Demasiado PSOE para Aldama, aunque posiblemente el caso de San Roque sea la última de sus preocupaciones en este momento. No tanto para el PSOE de Cádiz y de Córdoba, a los que sí les están trayendo dolores de cabeza estas conexiones. Inevitablemente, la sombra de Koldo García es alargada.

Las preguntas sobre este asunto tienen que ver con saber cómo Aldama se enteró de esta oportunidad para entrar en un negocio que no es el suyo (y mira que tiene negocios) y, segundo, por qué ninguna otra empresa del sector de los hoteles con encanto -y en esta zona del Campo de Gibraltar, junto a Sotogrande, hay muchas- quiso concursar por una oferta tan atractiva.

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