Liberan a siete jóvenes sudamericanos que eran obligados a prostituirse por toda la provincia
Sucesos
La Guardia Civil ha detenido a los tres integrantes de la banda criminal que ejercía el poder sobre los jóvenes, que vivían en la indigencia más absoluta
Los chicos, uno de ellos menor, eran captados con promesas de trabajo pero al llegar a España descubrían la realidad
El líder del grupo regentaba un chat de contactos homosexuales y obligaba a prostituirlos por diferentes localidades de la provincia, quedándose con todo el dinero obtenido de los contactos
Hay promesas que se convierten en condenas. Sueños tan pesados, tan malvados, que se confunden con la realidad. Porque la maldad humana habita en cualquier rincón y suele rondar a la pobreza. Ahora que medio planeta clama por la muerte de George Floyd quizá es momento de resaltar que también es una forma de racismo el que se ejerce contra el pobre. Porque siempre hay quien busca aprovecharse de la situación de vulnerabilidad de jóvenes, sobre todo chicas pero también muchachos, que confían en promesas de una vida mejor y acaban siendo sometidos, prostituidos, tratados como esclavos en pleno siglo XXI.
La última de la historia que se ha conocido ha tenido lugar esta misma mañana en el tranquilo pueblo serrano de Prado del Rey. Allí, el plena Sierra de Grazalema, la Guardia Civil ha entrado esta mañana para liberar a siete jóvenes de origen sudamericano, uno de ellos menor de edad, que habían sido captados por una mafia que se dedicada a extorsionarlos y prostituirlos en diferentes localidades. Los tres malvados, los tres responsables de esta nueva aberración contra los derechos humanos, han sido detenidos por agentes de la Benemérita.
La denominada Operación Promise arrancó cuando la Guardia Civil tuvo conocimiento de que en la citada localidad serrana podría estar asentada una organización criminal que controlaría a jóvenes de Sudamérica a los que obligaba a prostituirse.
Los guardias civiles del Equipo de Delitos Contra las Personas de la Comandancia de Cádiz, para los que la investigación ha supuesto todo un reto, tanto en la calidad del trabajo a desarrollar como en la premura de tiempo para poner fin a la situación que estaban viviendo las víctimas, se pusieron manos a la obra.
Tras avanzar en las pesquisas se conoció que la organización desplazaba personas a Sudamérica con el objetivo de reclutar jóvenes en buena forma física y posteriormente convencerlos de que viajaran a España con la promesa de un futuro de éxito en el mismo ámbito profesional o semi-profesional que desarrollaban en su país de origen. Todo este trabajo de captación se realizaba mediante el engaño y con los avales de una serie de contactos y relaciones que permitirían a sus víctimas remediar las carencias económicas por las que sus familias atravesaban.
Para evitar sospechas en sus países de origen a las víctimas se les indicaba que el coste del pasaje hasta nuestro país lo tenían que sufragar ellos, pero que tras un breve tiempo recuperarían lo abonado y mucho más que el importe desembolsado mediante los contratos prometidos.
Esto hizo que en la mayoría de los casos las familias recurrieran a prestamistas locales con pocos escrúpulos que en la actualidad reclaman en el origen el importe prestado más unos intereses desorbitados, efectuando las reclamaciones de las deudas por unos procedimientos que poco tienen que ver con la amabilidad de una administración estatal.
Una vez que los jóvenes llegaron a nuestro país la organización los recogía en el aeropuerto y los trasladaba hasta Prado del Rey, donde llegaba el baño de realidad, el choque con la maldad humana, con la depravación, ya que las condiciones de vida y habitabilidad que les habían prometido se esfumaban al instante, viéndose privados de su documentación, del poco dinero que pudieran tener y siendo dependientes en todo momento de las personas que habían pasado de ser sus captadores a sus captores.
Para facilitar el control que ejercían sobre sus víctimas, estas tres personas tenían a todos hacinados en una sola vivienda y sólo les permitían relacionarse entre ellos, manteniéndolos en la más absoluta indigencia, llegando en ocasiones a tener que mendigar para poder subsistir. Ante esta situación, la alternativa que la organización les ofrecía era participar en un chat de contactos homosexuales, que era gestionado y controlado por el líder de la organización.
Los encuentros sexuales se producían en distintas localidades de la provincia, a las que el tratante llevaba a las víctimas, permaneciendo en las inmediaciones hasta que el encuentro terminaba y requisando el importe pagado por cada uno de ellos. Una vez que las víctimas habían participado en alguno de estos encuentros eran amenazadas con trasladar esta información a sus familiares en Sudamérica, consolidando la posición de dominio y abuso de situación de superioridad ante una situación de total vulnerabilidad.
En la mañana de este miércoles se ha procedido a la fase de explotación de la operación Promises, deteniendo a los tres integrantes de esta organización, a los que se les imputan los delitos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, prostitución lucrativa y pertenencia a organización criminal. Se ha liberado a los siete jóvenes a los que se mantenían cautivos, iniciando los trámites para que puedan recibir el estatus de víctimas de trata de seres humanos por las autoridades españolas, y poniendo a su disposición recursos de distintas administraciones en materia psicológica, sanitaria y social.
Para preservar la intimidad de los liberados y evitar la doble victimización la Guardia Civil ha decidido omitir la nacionalidad y profesión que desarrollaban en sus países de origen.
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