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Lorena Montero o la lucha "indómita" contra la violencia de género en Cádiz

Lorena Montero con la Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort. / Miguel Gómez

Cádiz/Lorena Montero es una madre que te saluda con una sonrisa de oreja a oreja un lunes a las 8:45 de la mañana en la puerta del colegio, una profesional que te recibe afable en su despacho aunque tenga la mesa enterrada en expedientes, una mujer "indómita", como la llamó su padre, en su lucha contra la violencia machista, "una defensora de las causas perdidas", como le dijo su madre.

Hace 30 años que la actual fiscal delegada de Violencia de Género en Cádiz comenzó su andadura profesional, una dilatada trayectoria que este miércoles, en un acto institucional celebrado en la Audiencia Provincial, tuvo su reconocimiento. Montero recibió de manos del fiscal General del Estado, Álvaro García, la Cruz de primera clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort por su "vocación de servicio" en aras de "una sociedad más justa", señaló Ana Villagómez, la fiscal Antidroga de Andalucía, encargada de pronunciar el laudatio con el que arrancó la cita, a la que también acudieron el fiscal jefe de Cádiz, Ángel Núñez, el presidente de la Audiencia Provincial, Manuel Estrella, la fiscal de Violencia de Género de Andalucía, Teresa Peramato, y la fiscal superior de la comunidad autónoma, Ana Tárrago, entre otras autoridades.

En su discurso, Lorena Montero recordó que su trabajo en estas tres décadas ha pivotado en torno a tres ejes: la vigilancia penitenciara, la justicia civil enfocada en la protección de las personas con discapacidad y, claro está, la violencia hacia la mujer. Rememoró que en el año 2001 comenzó a liderar la entonces conocida como Área de Violencia Doméstica, "cuando aún no se entendía la necesidad de su creación, incluso entre determinadas personas del ámbito jurídico", apostilló Manuel Estrella. Desde entonces y desde allí, ha conseguido importantes logros, ha ganado muchas batallas en las salas de vista gracias a su "especial sensibilidad" para afrontar esta lacra que, no obstante, aún persiste en la sociedad.

La intervención de Montero estuvo impregnada de sentimiento, anécdotas y chascarrillos. Muy en su línea. Muy ella. Contó cómo en su primer juicio, celebrado un verano en Sevilla, nada salió como esperaba y, aún así, supo mantener la calma. "Eso sí, mi flamante toga, ésta que hoy llevo, sufrió los envites de la tensión al tener el forro de la espalda mojado y arrugado, producto de los nervios y de los más de 50 grados registrados en una sala de vistas sin aire acondicionado", comentó.

Esta gaditana nacida en Madrid confesó que la ciudad "la atrapó". "Y es que como dice mi padre, la gente que vive aquí debiera pagar un impuesto". Precisamente sobre su padre contó una historia que arrancó las carcajadas de los asistentes: "Un día, cuando yo era pequeña, me rebelé por algo que no recuerdo y que me estaba diciendo mi padre, lo que sí se me quedó grabado es que me dijo 'eres una indómita'. A mí en ese momento me sonó muy potente aunque no sabía muy bien qué significaba. Desde entonces nos hemos reído de esa frase y cuando no estoy de acuerdo con algo, me la repite", narró.

Lo que no sabía entonces su padre (o quizás sí lo sabía) es que ese carácter bravo acompaña a Montero en cada intervención, en cada interrogatorio, en cada informe o conclusión. La Fiscalía de Violencia de Género en Cádiz está en manos de un torrente de integridad, pundonor y dignidad, porque Lorena Montero pelea cada resquicio legal para amparar a las víctimas, ya sean mujeres, niños o personas con discapacidad. Ella siempre está a lado de los más débiles, de los que necesitan su ayuda, no ya para ganar, si no al menos para sobrevivir.

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